Un juez demasiado extraño
Lo adecuado en estos casos es verificar los datos, pero Peinado solo da por buenos los de la mafia, no los de las fuerzas de Seguridad del Estado
El análisis de Xavier Vidal-Folch | Un juez demasiado extraño
Madrid
Este juez que investiga a Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno, es demasiado extraño. Un deber de cautela impondría que no le hubiera expedido orden de citación solo seis días antes de las elecciones del domingo, por aquello del impacto de las acciones de la Justicia en la política. Así sucede habitualmente en la judicatura: muchos magistrados intentan evitar la excesiva proximidad de un hecho procesal con un hecho electoral.
Juan Carlos Peinado, no. No le importó admitir la acusación a Begoña del grupo chantajista ultra Manos Limpias. Pudo haberse inquietado por sus reiteradas intenciones mafiosas. O porque la Audiencia consideró que sus acusaciones contenían datos “erróneos”. Pero no. Estuvo encantado.
Pudo haber obedecido al Tribunal Supremo, cuya jurisprudencia ordena que no se admitan las denuncias o querellas sustentadas solo en recortes de prensa, y nada más. Y no lo hizo. Ni el Consejo General del Poder Judicial le ha llamado al orden: normal, es ya un organismo corroído por la putrefacción sectaria.
Pudo haber profundizado en el informe de la Guardia Civil, que exonera completamente a Begoña Gómez de cualquier implicación en un delito de tráfico de influencias o de corrupción en el sector privado. Lo adecuado en estos casos es verificar los datos: pero Peinado solo da por buenos los de la mafia, no los de las fuerzas de Seguridad del Estado.
Muchos pensarán que este juez prevarica, pues dicta resoluciones a sabiendas de que son injustas. Que cada uno opine como libremente su conciencia le dé a entender.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...