El terremoto calorro de Estopa
Esta semana dedicamos el Sofá Sonoro a recordar el primer disco de Estopa
Madrid
Cuando David Muñoz podía, siempre elegía el turno de noche en la fábrica. Prefería el silencio. El trabajo monótono, la rutina que le permitía pensar en letras mientras ensamblaba piezas. Cuando lo necesitaban, David y José pedían el día libre para ir algún bolo. Un día pidieron el día para ir a Madrid. Iban a firmar un contrato. Martínez, el jefe de la fábrica, les dio el día, pero les pidió ver luego la cartilla para que demostraran que habían ingresado dinero. Así, de la manera menos glamurosa y más de calle, nació una de las bandas más importantes de las últimas décadas.
La irrupción de Estopa en los últimos meses del siglo fue una de las grandes sorpresas de aquellos años. La banda llevaba un tiempo haciendo ruido con una maqueta que, antes de las redes sociales, se había hecho viral. Un rumor que circulaba de coche en coche en un secreto que se fue de madre.
La edición del disco unos meses después marcó el comienzo de un fenómeno que traspasó todas las barreras de edad, clase, género o estilo musical. En una España casi tan fraccionada como la de ahora parecía haber quorum en una cosa, a todo el mundo le gustaba Estopa.
Esta semana vamos a recordar el debut de la banda de los hermanos Muñoz y lo hacemos de la mano de Jordi Bianciotto, autor de la más reciente biografía de Estopa, y con los reportajes de Lucía Taboada.
El terremoto calorro de Estopa
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