Bravuconadas
Concluida la última campaña electoral, tal vez haya llegado el momento de que también los políticos empiecen a barrerse a sí mismos
Ignacio Martínez de Pisón: "Bravuconadas"
Madrid
El polvo de las casas está compuesto en gran medida de células muertas de nuestro propio organismo, lo que quiere decir que, cuando barremos nuestro piso, nos estamos barriendo un poco a nosotros mismos. Concluida la última campaña electoral, tal vez haya llegado el momento de que también los políticos empiecen a barrerse a sí mismos.
Barrer esos suelos que han acabado poniéndose perdidos de sonrisas falsas, besuqueos a los niños, palmadas en la espalda, promesas dispuestas para su incumplimiento y, sobre todo, bravuconadas. Hace apenas una semana, Santiago Abascal se declaró dispuesto a enfrentarse “incluso físicamente” al gobierno de Pedro Sánchez.
¿Pero dónde vas, hombre de Dios? Solo te ha faltado decir: “Yo a las buenas, soy muy bueno pero a las malas…” O peor aún: “Eso no me lo dices en la calle.” ¿Y qué pretendes? ¿Que os imaginemos a los dos con taparrabos de cuero y las chichas al aire, revolcándoos en el barro como gladiadores de una película de romanos? Ay, Abascal, fanfarrón, chulo de patio de colegio, que solo piensas en comerte el tigretón del flojo de la clase, ¡qué ocasión has perdido de quedarte callado!
Sabemos que las campañas las carga el diablo, pero eso no es disculpa porque ahora las campañas no acaban nunca. Se supone que no vamos a volver a tener elecciones durante bastante tiempo. Ya verán como eso no nos librará de nuevas bravuconadas.