Un cactus llamado Adolf Hitler, una rosa de nombre Ramón y Cajal y una salvia apodada Labios Calientes
¿Cómo se pone nombre a las variedades de plantas que se obtienen en los viveros?
🌵 ¿Cómo se le ponen los nombres a las plantas? | Meterse en un jardín, con Eduardo Barba
Madrid
Ya le dedicamos una sección a los nombres científicos de las plantas, que tan difíciles nos parecen: Dryopteris erythrosora, Helichrysum thianschanicum, Euryops chrysanthemoides, Sedum nussbaumerianum… Una infinidad de nombres que parece que quieren ser trabalenguas. Pues bien, esos eran los nombres del género y de la especie. Pero vamos a coger las rosas, por ejemplo, para hablar de lo que son los cultivares.
¿Qué nombre se les dan a todas esas variedades cultivadas por el ser humano, a todos esos cultivares de rosa? Bien, ahí es cuando entra en juego la voluntad de la persona que ha creado ese cultivar, esa variedad cultivada. Rosas hay miles, de todos los colores, de todas las formas y tamaños, pertenecientes a muy distintos grupos, como las rosas floribunda o las rosas cubresuelos, por ejemplo. Entonces, cuando un obtentor de un cultivar crea una nueva rosa, gracias a la hibridación y jugando con las reglas de la genética, tiene la posibilidad de bautizarla con el nombre que crea correcto.
Los otros nombres de las plantas: Labios Calientes, Ramón y Cajal, Adolf Hitler...
Si yo creo una rosa, ¿le podría dar el nombre de lo que yo quisiera?
Así es. Y voy a poner como ejemplo un caso muy curioso, a la par que peliagudo. Hace poco, en un grupo de jardinería, subieron una foto de un cactus epífito, un cactus de origen americano —que es el origen del 99,9% de los cactus—, que crece sobre árboles y rocas: un Epiphyllum. Subieron la foto de su flor, una flor enorme y con distintos tonos de rosa. Estos cactus son famosos por sus grandes flores, muy coloridas, en la gama de los blancos, rojizos, rosados y anaranjados, principalmente. Los oyentes lo conocerán por los nombres de pluma de Santa Teresa o incluso de cactus orquídea, por sus flores tan llamativas. Es una planta que es fácil de ver descolgando de los balcones, con sus largos tallos aplastados de color verde oscuro, que la gente suele confundir con hojas. En primavera y verano, principalmente, forman sus flores, de colores vibrantes. Es una planta muy popular. Y, como en cualquier planta muy popular y muy cultivada, suelen crearse variedades cultivadas, donde se obtienen plantas con flores de otros colores distintos.
Cuando vi la foto del cactus orquídea que habían mandado, me di cuenta de que es de uno que cultivo yo en mi terraza desde hace no mucho, y que todavía no ha florecido, al estar muy pequeño. Y recordé que hacía tiempo había leído sobre un cactus orquídea al que habían bautizado en la década de los años 30 como 'Adolf Hitler'. Busqué en internet y, efectivamente, se trataba del mismo cactus orquídea. Claro está, el nombre se lo dio alguien afín a ese personaje. En origen, incluso, el nombre era más largo: 'Reichskanzler Adolph Hitler' ("Canciller del Reich Adolf Hitler", traducido al español). Después de que aquella pesadilla en Europa pasara, el nombre de este pobre cactus cambió a 'Sherman E. Beahm', un nombre mucho más amable, al tratarse de un cultivador de estos adorables cactus en el estado de California.
¿Es habitual poner nombres de personas a las plantas?
Sí, muy habitual. Siempre pongo el ejemplo de mi amiga Matilde Ferrer, rosalista, que lleva muchos años bautizando a las preciosas rosas que obtiene con personas que aportaron y aportan algo positivo a la humanidad. Así, tiene por ejemplo la rosa 'Setsuko Thurlow', rosa dedicada a la superviviente del bombardeo nuclear de Hiroshima y premio Nobel de la Paz en 2017. También tiene otra rosa que se llama 'Irène Joliot-Curie', dedicada a la hija mayor de Marie Curie, que también fue galardonada con el premio Nobel de Química en 1935. O la rosa 'Santiago Ramón y Cajal', dedicada a nuestro científico y también premio Nobel de Medicina en 1906. Pero también alguien que obtuviera una rosa, por ejemplo, le podría poner el nombre de su pareja, de su hija, de su nieto, de su perro…
¿Cómo se puede “patentar” un nombre?
Pues siguiendo unas reglas dictadas por la Oficina Comunitaria de Variedades Vegetales (CPVO, en sus siglas en inglés), que está en Angers, en Francia. Es el organismo que vela porque estas variedades reciban una certificación correcta, una vez que pasan varios exámenes. La misión de esta oficina, según cuentan, es la de "crear y promover un sistema eficaz de derechos de propiedad intelectual que apoye la creación de nuevas obtenciones vegetales en beneficio de la sociedad".
Para conseguir esa patente, lo que un obtentor cualquiera ha de hacer, desde un particular hasta un viverista profesional, es remitir a esa oficina la planta obtenida y que crea que es un cultivar nuevo. Durante dos años la someterán a cultivo, para ver su resistencia a enfermedades y comprobar que, efectivamente, es una variedad que no se había cultivado antes y que es estable en el tiempo, es decir, que no va a cambiar sus características de cultivo con el paso del tiempo, cambiando el color de su flor, por ejemplo. Superadas esas pruebas, es cuando se registra comercialmente el cultivar, la variedad cultivada, con el nombre que el obtentor haya decidido (y que no se haya utilizado antes, claro). La patente tiene una validez de entre 20 a 30 años.
¿Se puede dar el nombre de una ciudad a una planta?
Sí, hay muchísimos cultivares con nombres de ciudades: Madrid, Girona… O de países o de regiones también. Mira, por ejemplo, la famosa naranja ‘Washington Navel’, que la gente suele llamar como "guasi".
En frutas y verduras hay muchísimos cultivares
La mayoría de los frutos y verduras que consumimos son cultivares, de hecho: la pera ‘Conferencia’, el aguacate ‘Hass’, la lechuga ‘Batavia’… Prácticamente cualquiera de los vegetales que comemos.
Nombres de cultivares que tenemos en la radio
Uno que me gusta mucho, y que ya mencionamos aquí es un cultivar de Salvia microphylla, y que se llama ‘Hot Lips’, labios calientes, porque el color blanco de la flor vira al rojizo. Otro cultivar muy común en toda España es el de las cintas, Chlorophytum comosum. El cultivar más extendido es el que tiene sus hojas acintadas y largas con el centro de color crema, y se llama Chlorophytum comosum ‘Vittatum’. También tenemos otro cultivar que me gusta mucho por su estética y por su nombre: Aglaonema commutatum ‘Silver Queen’. Otro que me hace mucha gracia es el de una margarita que todavía no ha florecido y que está en un macetón en la terraza: Helenium autumnale ‘Paella’ o el tulipán ‘Don Quijote’ que tuvimos con sus flores rosadas durante varias semanas.
Eduardo Barba
Eduardo Barba Gómez es jardinero, investigador...