Bruce Springsteen vuelve a enamorar a Madrid con un concierto de leyenda ocho años después
El músico y su banda, The E Street Band arrasó con un concierto enérgico y perfecto de casi tres horas con un estadio que festejó cada canción de principio a fin
Madrid
Icono de una América trabajadora, hijo de la clase obrera, estrella del rock, Bruce Springsteen puede presumir de tener una de las trayectorias más emblemáticas de la música de las últimas décadas y una de las presencias en escena más emocionantes y eso que no hay ni adornos, ni visuales, ni parafernalias. Simplemente él y, por supuesto su banda, The E Street Band. Su salida puso los pelos de punta a un público entregado, como siempre, que hizo olvidar el ligero retraso con el que comenzó y su grito en español dejó claro que la afonía, esa que le llevó a cancelar sus actuaciones previas, ya es historia. “Hola Madrid, ¿Estáis preparados?” Gritó en español al inicio del concierto ganándose a un público al que ya tenía rendido horas antes, años años antes.
Lonesome Day abrió el concierto y fue caldeando el ambiente para dar paso a No Surrender, uno de los temas del álbum que lo catapultó, Born in the USA, del que justo se cumplen ahora 40 años. Un disco contra la guerra de Vietnam y contra el maltrato a los veteranos y del que no sonó ese himno que es Born in the USA. No rendirse ha sido lo que ha hecho toda su vida el cantante y lo que reivindica con esta accidentada gira que, por fin, le ha traído de vuelta a Madrid. Coreada fue el estribillo de Ghosts, homenaje a los miembros de la banda fallecidos, el saxofonista Clarence Clemons (sustituido desde 2012 por su sobrino Jake), el teclista Danny Federici (a quien sustituye Charles Giordano) y George Theiss, líder de la primera banda en la que estuvo Springsteen en la adolescencia. El solo de guitarra de Two Hearts permitió lucirse a Steven Van Zandt. Su banda es una de las grandes bazas en un momento donde los artistas apuestan por conciertos espectáculos, donde juegan con el decorado, los fuegos artificiales, los cambios de vestuario. Por eso, que a sus 74 años salga con su camisa -que se quitó al final para bailar Twist and shout, su chaleco, su muñequera negra y su pendiente, es casi revolucionario.
Cronista de la vida de Estados Unidos, el artista intercaló temas de todos sus discos, algunos más recientes y otras de sus primeros discos como Seeds o Darkness of the edge of town, de uno de sus discos donde más se adentra en eso del alma Americana. Con Frankie fall in love se atrevió a bajar de escenario al foso, paseando con su guitarra alrededor de los fans mientras miraba a sus músicos sobre el escenario. Es la primera vez que toca este tema desde 2014 con al E Street band. Con Darlington County elevó al personal, para después meter una versión de Rokin’ all over the world, de John Fogerty. No fue el único de la noche, también sonó Nightshift, de Commodores, homenaje al soul que mantiene fiel al original, llevando la melodía sobre una banda de apoyo de metales, cuerdas y coristas. Por supuesto, Because the night de Patti Smith, otro himno de una generación. Ambos compartieron productor en los setenta y Bruce cedió la canción a la artista para que la terminara.
Hungry heart fue, sin duda, una de las más coreadas. Era difícil no dejarse llevar por el entusiasmo y el subidón de una canción que emociona al más seco de los mortales. La armónica la sacó para tocar The promised land. Es siempre un misterio, si repetirá o no el repertorio del resto de la gira. De sus más de 350 canciones, va variando el listado de una ciudad a otra, y así en Madrid pudimos escuchar una canción tan especial como If I was the priest, que casi no ha tocado en directo y que sorprendió al introducirla en algunos de los conciertos de la gira. Se remonta a los setenta y, dicen, fue la canción que permitió fichar por Columbia Records.
El tiempo pasaba sin darnos cuenta y aunque a veces se le notaba sufrir con la voz, acalló a todos en el solo final de The River, momento en el que el estadio se vino abajo. Para un intérprete que siempre ha sido pura energía, Springsteen todavía se mueve por el escenario, quizá no tan ágil como hace ocho años, pero todavía golpea su guitarra como si estuviera decidido a exprimir hasta la última gota de música. Y canta emocionado como si no llevara décadas recorriendo el mundo con sus canciones. Otro momento emotivo llegó con The last man standing, tema que habla del pasado, del presente y del futuro y con el que se arrancó a contar sus memorias, de cuando empezó a tocar la guitarra cuando formó una banda en el años 65 con sus amigos. “Duramos tres años. Fue un momento increíble para ser joven en Estados Unidos”, decía al tiempo que se acordaba de un amigo de la infancia que murió de cáncer. “Las luces se apagan y nos enfrentamos a la multitud”, dice la canción que puso los pelos de punta al público entregado, ese que tiene una intensa relación con el ídolo americano.
Durante los últimos meses se ha hablado y mucho del precio de las entradas, en realidad apostar por Bruce Springsteen es hacerlo por un valor seguro. Es como es esas franquicias de Hollywood que se encomiendan a los remakes exitosos pero sin aburrir ni repetirse, siendo siempre enérgico, especial y demostrando que no hace falta pasarelas el escenario, ni números de bailes, simplemente una buena lista de canciones que durante décadas han emocionado a gente tan diferente y de tantos lugares, como Wrecking ball, The Rising, Ballands, en uno de los momentos álgidos del concierto, donde la energía del cantante se mezcla con el violín, la guitarra y la trompeta y acaba con el lolololo. O la magnífica Thunder Road, una de las últimas antes de los bises, Land of hope and dreams, y otras tantas que se quedaron fuera. Es cierto, la nostalgia es un valor seguro y Bruce Springsteen lo sabe y apela a ella, a ese tiempo pasado donde América tenía sueños y donde la división todavía no había llegado. En cierto modo es un concierto de Bruce Springsteen un viaje a ese momento donde todo el mundo puede corear "born to run".
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...