'Rock Bottom', contracultura, drogas y música en la fantástica película española que compite en el mayor festival de animación
La directora María Trénor presenta en el Festival de Annecy su primer largometraje de animación, una historia de amor y de búsqueda a través de la música de Robert Wyatt
Madrid
En los meses anteriores a su muerte, el filósofo y crítico cultural británico Mark Fisher, experto en analizar la contracultura con perspectiva política y de clase, escribía Comunismo ácido, un libro inacabado al tiempo que impartía sus últimas clases en la Universidad de Londres, en esas reflexiones con sus alumnos que han quedado publicadas en Deseo postcapitalista, un libro editado por Caja Negra, hablaba Fisher de las drogas. “Ya tenemos todo lo que necesitamos para escapar de los confines del realismo capitalista”, escribía el autor calificándolas como una especie de kit para escapar del mundo del trabajo y la explotación. Algo de eso subyace en Rock Bottom, película de animación que supone el debut en el largometraje de María Trénor y que se presenta estos días en el Festival de Annecy.
"Las drogas hablan de una crisis creativa, en realidad, es el personaje femenino quien sufre esa crisis, porque aquel movimiento hippie no fue igual para las mujeres", reconoce la directora que homenajea a esa contracultura, a aquellos artistas imbuidos por la psicodelia, las drogas, la música, el arte y la vida sencilla. Es difícil acercarse al movimiento hippie sin estereotipos, frases hechas o prejuicios, pero la directora lo consigue. En realidad, esta es una historia de amor, de búsqueda a través de la música de Robert Wyatt, un músico cuyo disco da título al film. "En mis películas la música es siempre muy importante", explica la autora que debutó hace veinte años en Anency con su primer cortometraje. "La primera vez que escuché Rock Bottom me impactó muchísimo. Nunca había escuchado nada parecido. Y eso que me costó escucharlo. Me hice fan de Robert y le conocí personalmente. Yo pensaba que sería como es un artista de culto, alguien distante, que me daría miedo. Nada que ver. Es una persona muy accesible y encantador. Eso me dio pie a preguntarle si podría hacer algo con su música. Como es muy generoso, por supuesto, me dijo que sí".
Este es el resultado, una historia de una pareja que pasa por distintas fases: enamoramiento, fascinación, problemas con el trabajo, euforia y la angustia de la creación artística, la fascinación por las drogas, el desencanto por la rutina... "La gran crisis es del personaje femenino. Ella sabe que, aunque sea muy buena, su trabajo no va a llegar a ninguna parte. En la época hippy se vendió la libertad sexual, la liberación de las mujeres. Pero esto en realidad no era cierto. Ellas estaban en la comuna limpiando también. Tenían la píldora que de alguna manera también las obligaba a ser abiertas, quisieran o no. En realidad, la crisis creativa de Alif, el personaje principal, es básicamente por ser mujer". En una de las escenas, ella le reprocha a él que no comprenda que como mujer su arte nunca será tomado en serio. Eso, dice la directora, no ha cambiado tanto. "Ha cambiado, pero falta mucho por hacer. Ese ninguneo es tan ancestral... Cada vez somos más mujeres las que ponemos cara, las que ocupamos el espacio público. Pero falta mucho todavía. Yo, que soy profesora en la escuela de arte, lo veo todavía en mis alumnas, les cuesta y siempre tratan de tener un perfil bajo o estar detrás. Claro que haya avances, pero tampoco podemos olvidarnos de que se puede volver atrás y que tenemos que seguir luchando y avisando a las nuevas generaciones que se pueden perder esos derechos, tenemos el ejemplo de Irán".
Estructurada en dos tiempos, la película cuenta el accidente de su protagonista, Bob, una noche en una fiesta y los meses anteriores, cuando convivía en Deià, Mallorca en los sesenta, con su gran amor, Alif, una directora de cine experimental y las discrepancias de la pareja, así como la necesidad de recurrir a las drogas para culminar su trabajo como artistas. "La película tiene muchas herencias culturales. Una de ellas son las artistas experimentales como Maya Deren, Shirley Clark, José Valdelomar. Hay un montón de referencias a artistas de cine experimental", dice sobre las escenas en las que el personaje de Alif rueda películas y que permiten a la directora jugar con la imagen animada y los formatos. "El personaje está inspirado en Alfreda Havens". Una ilustradora que hizo las portadas de los discos de Robert Wyatt. "Me interesa mucho el cine experimental y aprovecho este cambio de estilo, esta técnica, para representar el cambio del estado mental de los personajes, sobre todo cuando toman drogas o cuando están los efectos del alcohol". Por cierto, también hay homenaje al escritor Thomas Pynchon.
La directora nos muestra a la pareja en escenas en la playa, en la casa, en el pequeño pueblo mallorquín donde viven los hippies y donde sus modos de vida contrastan con los de los españoles, amenazados por la dictadura de Franco. "En la época de los 60 y de los 70, los artistas hippies buscaban su California en las costas españolas. Y lo más curioso de todo es que buscaban la libertad en un país con una dictadura militar. En realidad, estos personajes son un homenaje a esa generación de artistas que vivieron en concreto en Deià, que fue y sigue siendo un punto muy importante donde han vivido artistas importantes", reconoce la directora sobre una época que Franco utilizó para dar sensación de una falsa apertura del régimen. "Cuando no era verdad. Pero de ahí de que la Guardia Civil, claro, dejara pasar muchas cosas a los extranjeros, que no hubiera dejado pasar a los españoles. Y era este concepto, falso, de dar una visión de apertura en España".
Rock Bottom compite en Annecy, igual que lo hizo el pasado año Robot Dreams, la película de Pablo Berger que acabó nominada al Oscar. El cine español ha tenido muy buenas películas de animación últimamente, como Dispararon al pianista, de Fernando Trueba, o El sueño de la sultana, de Isabel Herguera. Se trata de un sector complejo, que cuesta mucho levantar. "Conseguir financiación o conseguir un productor para un largometraje de animación independiente y para adultos es complicado. Ha sido muy difícil, hasta que encontré a Alba Sotorra, productora que apuesta por proyectos realizados por mujeres y aparte le gustan los proyectos diferentes, originales y arriesgados. Yo iba presentando el proyecto y me decían que les gustaba mucho, que irían a verlo al cine, pero que no lo iban a producir", cuenta la directora sobre una película que inicia ahora su andadura profesional y que nos acompañará en la temporada de premios.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...