Rosa Montero recuerda su entrevista más surrealista: "La hice tirada en una alfombra"
La periodista, escritora y ensayista ha pasado por 'En Primicia' para contar algunos de los momentos más destacados de su carrera profesional
Con más de dos mil entrevistas a sus espaldas, Rosa Montero ha hecho preguntas difíciles y comprometidas a actores, políticos, músicos e, incluso, dictadores. Pionera y ejemplo de muchas mujeres que vinieron detrás, la periodista y columnista de 'El País' unió sus dos países, el periodismo y la literatura, durante las cinco décadas que ha durado su carrera profesional.
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Este jueves, Rosa Montero se sienta junto a Lara Siscar para repasar en 'En Primicia' algunos de los momentos más representativos de su larga carrera profesional. Amigos de la infancia, colegas de profesión, e incluso algunos de sus entrevistados, como el Ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, se juntan para hablar de la calidad humana de Montero, de su curiosidad inagotable y su positivismo y valentía extrema.
La escritora, novelista y ensayista llegó a 'El País' para revolucionar a la redacción. Con su estilo propio, Montero consiguió cambiar el libro de estilo de la cabecera para que las entrevistas dejasen de seguir la estructura clásica de pregunta-respuesta. "Es una cosa de la que estoy orgullosa", admite la periodista. Fueron precisamente estas las largas charlas con personalidades de toda índole, las que impulsaron su perfil. Rosa Montero reconoce que la "necesidad y ese placer del viaje al otro" fue lo que motivó su interés de hacer entrevistas. "Me encanta la gente. Me interesa saber qué piensan", añade.
'La entrevista más ridícula'
Unas de las entrevistas más surrealistas a las que se ha tenido que enfrentar la cronista fue al Ayatolá Jomeini, poco antes de que triunfase la Revolución en Irán. La entrevista tuvo lugar en un pueblo a unos pocos cientos de kilómetros de París, cuando ya habían echado al Sha. "Me obligaron a tapar la cabeza con un velo, pero no solo la cabeza, las cejas también", cuenta Montero.
La periodista recuerda con todo detalle como le pidieron durante la entrevista que mantuviese la cabeza por debajo de la del Ayatolá. "Era verdaderamente complicado porque Jomeini era un viejo, muy pequeño, que además estaba sentado en el suelo", describe Montero entre risas. "Es la entrevista más ridícula que he hecho en mi vida. La tuve que hacer prácticamente tirada en la alfombra", explica a Lara Siscar, a la vez que imita la postura que tuvo que adoptar ante el Ayatolá.
La entrevista al líder iraní le costó ciertas críticas a Rosa Montero por parte de la izquierda, ya que no tuvo pudor en cuestionar al Ayatolá. "Jomeini era un personaje que creaba expectativas, que pensábamos que iba a ser un liberador. Pero Rosa fue capaz de retratarlo tal como era", cuenta la periodista y amiga de Montero, Nativel Preciado. Poco después de la entrevista, Jomeini regresó a Irán y comenzaron a conocerse las primeras ejecuciones públicas en los estadios. "Rosa es bastante visionaria", destaca Preciado.