Luis García Montero explica por qué el mundo "es una paradoja" y no se olvida de la extrema derecha y el PP

Madrid

Los que tenemos la costumbre de salir pronto a caminar por las ciudades sabemos que el mundo contemporáneo se funda en la paradoja. La bondad ilumina la miseria. Llega el buen tiempo y, en cuanto desaparece el frío, las calles se llenan de mendigos que duermen entre cartones, con todas sus pertenencias en una bolsa de plástico. La verdad de la bolsa hace que el buen tiempo para unos descubra el vivir sin techo para otros. Pero la oscuridad, las miradas indiferentes y frías no suponen justicia, sino una miseria escondida en cuevas pocos visibles.

Paradojas, como la subida del racismo de la extrema derecha en Europa, cuando los grandes equipos de fútbol, deporte preferido por los fanáticos, se llenan de jugadores negros. Temen como una epidemia la llegada de inmigrantes y aplauden con pasión el gol moreno.

El mundo es una paradoja. Quizá por eso los que llevan seis años obstaculizando la renovación del Consejo General del Poder Judicial pueden llenar sus periódicos con acusaciones sobre el peligro de las interferencias judiciales de los adversarios. Noticias de cartón y manta sucia. Resulta muy difícil entendernos. Nos queda la esperanza de que la bondad de cada uno de nuestros corazones no se llene en la vida diaria de abrazos sin techo.