Las cometas

Barcelona

Las cometas eran mucho mejor que Led Zeppelin. Eran como estar en el cielo, tocarlo con aquella mano grande de seda en forma de rombo volante. ¿Quién necesita una escalera hacia el cielo pudiendo llegar de un salto? Pero la imagen del salto es demasiado violenta para mostrar la suavidad con que volaban las cometas. Entonces, quien daba muchos saltos era Kung Fu, y muy grandes, pero llevaba pegada a las plantas de los pies la tierra del exilio. Qué raras son las palabras. Nunca hay más tierra de por medio que cuando se destierra a alguien. Kung Fu vivía exiliado en la búsqueda de una persona. Antiguamente, las series trataban de que alguien tenía que buscar a otro, a un hermano, o al asesino de un ser querido, lo que fuera... Luego, surgió la autoayuda, y todo el mundo empezó a buscarse a sí mismo. Había que andar menos, pero se tenía que buscar más. O con más fe. Las escaleras al cielo de Led Zeppelin estaban plasmadas en sus arpegios, al principio de la canción. Entonces, Jimmy Page tenía el pelo rubio y largo, y se le ponía cara de cuadro prerrafaelita. Parecía que estaba tocando el arpa en vez de una guitarra eléctrica. Siempre les pasa lo mismo. Los ingleses se hicieron hippies para volver al bosque del rey Arturo, y a los conjuros de Merlín, el mago. Basta con ver las pintas que llevaba Rick Wakeman. Como todo a lo que pertenezco, vi antes las cometas por televisión que en la vida real. No soy más que el puñado de cosas que he visto por televisión. No sé si esto es un boomer. Una vez leí que las cometas las inventaron los chinos, y desde entonces no dejaba de comparar su cola con la trenza con que los caracterizaban tópicamente. Otra cosa de boomer es que, cuando pienso en el rey Arturo, me acuerdo de los Monty Python. Y de la coreografía del ciervo.