Juan Diego Botto: "Hay gente sin la nacionalidad que trabaja más por este país que los especuladores de la vivienda"
El actor nos presenta 14.4, una obra escrita junto a Sergio Peris-Mencheta y Ahmed Younoussi. Nos cuenta la historia de un niño que consigue cruzar de Tánger a España escondido en los bajos de un camión
Forman una pareja fascinante y tienen una mirada muy particular sobre nuestra memoria. A Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta los hemos visto trabajar juntos en varias ocasiones. Hace diez años en Un trozo invisible de este mundo, una pieza sobre el exilio y la inmigración. Lo último ha sido Una noche sin luna, la gran triunfadora de los Premios Max 2022. Ahora regresan juntos con 14.4, una obra escrita por los dos junto a Ahmed Younoussi, que la interpreta y que es el protagonista de la historia, es su historia. 14,4 kilómetros es lo que separa el Faro de Punta Alcázar en Tarifa del Faro de Punta Ceres entre Tánger y Ceuta. Ahmed es hoy un chico de 33 años, actor, padre y español, aunque nació en Marruecos. 14.4 nos cuenta su infancia en Tánger con una familia que le maltrataba. Y el salto que da a España, cruzando el Estrecho escondido en los bajos de un camión, con tan solo 9 años. Esta coproducción de Barco Pirata y Teatro Español se estrena este próximo 27 de junio en Naves del Español.
¿Cómo os conocéis y cuándo surge el proyecto?
Este proyecto es, sin lugar a dudas, un empeño de Sergio. Sergio coincidió hace muchos años en un cortometraje con Ahmed. Él iba como asesor, porque era un cortometraje sobre niños que habían cruzado el Estrecho siendo menores de edad. Y terminó siendo el protagonista del corto. Sergio quedó fascinado con su historia, con la historia de su vida, con la propia personalidad de Ahmed y le dijo: algún día haremos una obra de teatro con la historia de tu vida. A mí me lo presentó. Yo se lo comenté a mi madre, que había un chaval en estas circunstancias que quería ser actor. Fue a la escuela de mi madre. Estuvo becado los cuatro años de la carrera y Sergio cada poco me iba diciendo tenemos que escribir la historia, tienes que escribir la historia. Y bueno, finalmente dijimos tiene que ser ahora, tiene que ser ya. Así que nada, me senté con Ahmed, estuvimos charlando sobre su vida, tratando de tener el mayor número de detalles posibles. Y escribí el primer borrador sobre sobre la historia de la vida de Ahmed.
Ahmed es español, pero "si nació en Marruecos, muy español no sería", se dice en la obra. En realidad Ahmed es tan español como Alaska, como el rey emérito, como Amenábar...
O como yo, sí, sí. Bueno, esta voluntad de decidir, más allá de lo legal, quién es de aquí y de allí, quién aporta lo suficiente. Bueno, hay gente que no tiene incluso la nacionalidad, pero que trabaja más por este país que algunos especuladores de la vivienda, por ejemplo. Ahmed sí tiene la nacionalidad española y la tiene desde hace mucho y es un tipo que ha trabajado duro toda su vida. Lo único que hace es trabajar duro. Hay otros países que tienen una mirada distinta con respecto a su migración, como por ejemplo puede ser Estados Unidos, o la solía tener. Donde siempre solía existir la tradición de alabar a los migrantes de primera generación como esa gente que va a trabajar más duro que nadie por por garantizar un futuro a sus hijos, por darles las oportunidades que ellos no tuvieron, ¿no? Normalmente en Estados Unidos se dice que las cosas se estropean en la tercera generación, que ya se acostumbran a vivir bien. Pero hay una mirada indudable con respecto a lo que es ser un menor no acompañado, a lo que es ser un niño que viene. Tener que abandonar tu país es difícil para cualquier adulto, es obviamente triplemente difícil para un menor de edad. Por eso me ha costado a mí siempre entender ese encono, esa rabia particular con los niños, con los menores migrantes que vienen solos, que han venido sin nada. Me ha costado mucho entender esto y evidentemente los casos que pueda ver de delincuencia tienen que ver con la pobreza, no tienen que ver con la nacionalidad.
"Hay mucha gente que si el método no es violento, no le parece eficaz". ¿Cómo combatir ese odio, estos discursos y este sistema tan violento?
Nosotros lo que hemos intentado es contar la historia de lo que mucha gente llama mena y él es uno. Él es un chaval, un niño de la calle en Tánger, que huyó de unos padres que le pegaban, vivió en la calle muchos años y en un momento dado consiguió llegar a España. Y contamos su historia. Contamos su infancia. Tratamos de hacerlo con mucho sentido del humor, con mucha ironía, para que la gente tenga la oportunidad de conocer a uno, de escuchar la historia de uno de ellos, tantas veces mencionados menores de edad no acompañados. Para que puedan conocer de primera mano una historia real y juzgar por sí mismos. Creo que de entrada lo que hay que hacer es negar la mayor con estos discursos de odio. No hay un problema de inmigración. El problema de la inmigración es que 5000 personas se mueran en el Estrecho en lo que llevamos de año. Ese es el problema de la inmigración, que haya gente que venga a trabajar aquí no me parece un problema, no tenemos una sobrecarga de habitantes. Hay lugares muy despoblados, necesitamos muchos trabajos, hay muchos trabajos que son durísimos y que hacen personas migrantes. Estoy pensando en el campo, estoy pensando en los cuidados, estoy pensando en la atención de los niños, estoy pensando en la atención de los ancianos, de las personas dependientes. Son trabajos muy duros que fundamentalmente los hacen personas que vienen de fuera. Esta criminalización de la migración en un país, España, que ha sido tan exportadora de personas, tanta gente que se ha ido a Alemania a buscar trabajo en el siglo pasado. Bueno, es evidente que la extrema derecha cabalga sobre el odio a los migrantes, pero creo que desde el arte podemos asomarnos y hacer una reflexión, de decir bueno, estás hablando de este ser humano en concreto, estás hablando de esta persona, ¿qué te parece la vida de esta persona? Vamos a mostrarte cómo siente, cómo piensa, qué ha sufrido, qué ha vivido y que te puedas formar una opinión habiendo conocido en concreto esta historia.
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"El Estrecho es un cementerio como lo es el mar Mediterráneo. El Estrecho también es un gran negocio y lo de menos son las personas". En la obra denunciáis también la corrupción que hay con este negocio de la migración, del propio Frontex, negocios oscuros con países como Libia que no respetan los derechos humanos. Ofrecéis datos que son reales y muy crudos, como esas minas de coltán en el Congo. Una realidad indigerible, pero el humor atraviesa también la obra. ¿Cómo es tu mirada sobre el Estrecho?
Sí, bueno, creo que es seña de identidad de los trabajos que hemos hecho Sergio y yo y de todo lo que escribo en teatro. Siempre desde la ironía, desde el sentido del humor, tratar de abordar cuestiones que son complejas. También en 14.4 intentamos darle mucho sentido del humor. De hecho, la primera vez que me junté con Ahmed, lo primero que me dijo es yo lo que no quiero es dar pena. O sea, yo no quiero dar pena, no quiero que mi vida dé pena y ya me pareció un punto de partida maravilloso. Y que lo define como persona. O sea, no hagáis de esto el pobrecito niño, ¿no? Y yo he intentado ser fiel a esa premisa todo el rato, construir un texto que se alejara de vamos a hablar de los pobres niños, con condescendencia y desde una mirada occidental. No, creo que tratamos de reírnos mucho, reírnos juntos de su realidad, de cómo veía las cosas, de cómo trató de sobrevivir, de cómo trató de salir adelante, incluso de estas barbaridades que citamos, como un genocidio en África en los siglos XIX y XX. No te digo que nos reíamos de eso, pero las ponemos en contexto.
Javier Gutiérrez y Secun de la Rosa nos decían que echan en falta un teatro y un cine más pegados a la actualidad política, a la realidad y que se enfanguen. En cambio, tenemos a otros actores, actrices o dramaturgos como Victoria Abril o Ernesto Caballero, que han dicho que en España no hay la libertad que había en los años 80. Que hoy no se podría rodar Átame o que hay una especie de lobby izquierdista en la cultura, con un discurso que lo monopoliza todo y que si eres de derechas o difieres, te censuran. ¿Cuál es la situación del teatro hoy?
Hay un sketch que se repite una y otra vez, de la actriz que hace de Phoebe en Friends [Lisa Kudrow], que dice que las voces conservadoras están siendo silenciadas. Y aparece una y otra vez en todas las entrevistas, en todos los periódicos, en todos los programas de televisión. Es la novela, el ensayo más comprado del año, Las voces conservadoras están siendo silenciadas. Que en un programa de máxima audiencia, posiblemente en el programa de máxima audiencia de televisión, digan una y otra vez, una y otra vez, que las voces conservadoras están siendo silenciadas, no deja de resultar una ironía maravillosa. Pero el hecho cierto es que en esta Feria del Libro ha habido, que yo sepa, dos autores que han tenido que ir con guardaespaldas porque gente de extrema derecha amenazó con ir a pegarles. Esa es la realidad. Son autores de izquierdas que reciben amenazas de nazis, que tuvieron que tener protección de guardaespaldas y de policía para poder firmar sus libros. Esa es la realidad. No me consta que haya habido autores conservadores que hayan recibido amenazas de gente de izquierdas ni necesitado policía para tener que firmar sus libros. No me consta que haya humoristas conservadores que hayan visto cómo subía alguien a pegarles en el escenario mientras estaban representando. Creo que que la realidad es que los medios, de forma mayoritaria, son medios conservadores, y que su discurso no tiene ninguna dificultad para llegar a todos los rincones de España. Ahora mismo cualquiera puede expresarse en ese sentido. Lo que sí era más complicado en los años 80, para una pareja homosexual, era caminar por la calle cogiéndose de la mano. Eso era complicado, ¿eh? Dos mujeres que querían besarse en público era impensable en los años 80. Si hablamos de violencia de género, ha habido enormes conquistas en los últimos años, somos conscientes de que hay cosas que son violencia contra las mujeres y que no son tolerables, que ya como sociedad no las toleramos. Para las mujeres, la libertad de poder denunciar a sus maltratadores era mucho menor entonces que ahora. Desde luego, sin lugar a dudas, hay mucha más libertad hoy que podía haber en los años 80. Otra cosa es que esas voces conservadoras ahora reciban una crítica o existan medios donde se les puede criticar, se les puede decir o incluso boicotear, porque existen redes sociales u otros medios donde uno puede percibir y recibir una crítica que antes no recibía. Pero indudablemente, cuando tú te expresas desde programas de máxima audiencia y nadie te coarta, es evidente que tienes toda la libertad de expresión. Me resulta más preocupante que haya cómicos o que haya escritores que decidan no escribir ciertas cosas por miedo a que les vayan a pegar.
¿Qué tal con Almodóvar?
Muy bien.
¿Has rodado con Julianne Moore y con Tilda Swinton?
Yo solo con Tilda. Bien. Muy bien, muy bien, ha sido una experiencia muy bonita. Creo que todos los actores en este país, en algún momento dado, hemos pensado o fantaseado en trabajar con Almodóvar. Es, sin lugar a dudas, el director más internacional que tenemos. Es la figura más reconocida fuera de nuestro país de lejos. Y uno de los pocos que tiene un universo tan singular, tan propio. Es muy difícil encontrar directores que tengan un lenguaje propio. Tú ves tres fotogramas de una película de Almodóvar y automáticamente sabes que es una película de Almodóvar. Esa seña de identidad es difícil de conseguir. Ser dirigido por él ha sido muy divertido. Yo me lo he pasado muy bien, ha sido muy bonito trabajar con Tilda, muy contento de haber tenido esta experiencia.