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Catherine Lacey, escritora: "Odio decirlo, pero a veces pienso que EEUU debería dividirse en dos"

La autora americana firma una monumental novela, Biografía de X, donde nos introduce un perfil falso sobre una pintora e intelectual americana en un país dividido entre un norte progresista y un sur conservador

La escritora Catherine Lacey / CEDI

La escritora Catherine Lacey

El escritor Max Aub se inventó una biografía, la del pintor cubista Josep Torres Campanals. No contento con ello, decidió crear hasta los cuadros que este presunto pintor podría haber pintado y celebrar una exposición con ellos. No ha llegado tan lejos la estadounidense Catherine Lacey, quien ahora mismo acaba de mudarse a México, el mismo país en el que fallecía en el exilio el escritor español. Lacey no conoce a Max Aub, pero se apunta su nombre en su libreta para buscar el texto. Está aprendiendo español y sonríe cada vez que entiende alguna pregunta. En Biografía de X, (Alfaguara) su cuarta novela, ha enamorado a la crítica americana. En ella cuenta una biografía de una falsa pintora y artista americana. En ella incluye fotografías y pinturas, como hacía Aub. "Algunas las hice yo, pero la mayoría las fui buscando durante años. Son fotos de extraños que las compraba en mercadillos. También hay de mis padres y, por supuesto, dos pinturas falsas que hice yo misma", explica en una entrevista en la Cadena SER.

Heredera de Joan Didion, de Emanuel Carrère, la escritora trasciende los géneros. Nos lleva por un Estados Unidos dividido en dos, un norte progresista y un sur que ha vivido bajo una especie de teocracia o gobierno conservador y corrupto, al estilo del Gilead de El cuento de la criada, la novela de Margaret Atwood. Una metáfora perfecta de ese retroceso en derechos que están padeciendo muchos estados sureños del país. "Odio decirlo, pero a veces pienso que EE. UU. debería dividirse en dos”, recalca la autora. Precisamente de ese sur huyó ella para instalarse en Nueva York. Y del sur huye también la protagonista de este libro, una artista lesbiana fallecida sobre la que su viuda escribe una biografía para contar la verdad de su pareja, pero descubre que su pasado no era el que había contado al mundo. "Me gustan mucho las biografías reales y eso es lo que quería hacer, escribir una sobre alguien real. Pero, por muchas razones no podía. Entonces pensé que igual una manera de acercarme al género era escribiendo una novela".

¿Qué es lo que le interesaba del género de la biografía?

Cuando era más joven lo que quería era escribir perfiles, entrevistas, porque me gustan las interacciones entre dos personas. Por ejemplo, me gusta pasar tiempo a solas con una amiga, más que cuando hay un grupo grande de gente. Hay algo de eso en la biografía. Solo pasas tiempo con una persona y con una vida. Eso es lo que más me conmueve, esa intimidad de leer una historia sobre muchos aspectos de una sola persona. Es un proceso interesante, acercarse a la vida de alguien y conocer la historia de su país. Sin embargo, ahora pienso que escribir una biografía real es casi más difícil.

¿Cuáles le han inspirado para esta novela?

Me ayudó y me inspiró mucho una biografía de Cy Twombly, que está citada en el libro. Lo sorprendente de ella es que no querían que se publicara, pues todavía vivía su esposa y en el libro se contaba su homosexualidad y su relación con su mejor amigo, que era en realidad su amante. Casi al mismo tiempo leí la biografía de Kathy Acker escrita por Chris Kraus, que es personal, descarnada y extraña. Por supuesto, leí muchos diarios, especialmente los de Susan Sontag, que son realmente asombrosos. Siempre se atosiga con preguntas como si está siendo suficientemente crítica, si está trabajando lo suficiente. Los diarios son como leer pedacitos de personas. De modo que aparecen también en el libro. Serían estas tres mis grandes referencias para este libro.

A través de la construcción de esta biografía, encontramos la historia de una pareja de mujeres, ¿por qué ahondar en una relación tan complicada?

Es verdad, es una relación muy disfuncional. A veces, las relaciones, especialmente las que vemos en películas o libros, son demasiado intensas y apasionadas. Luego están en este tipo de relaciones locas y tóxicas. Ese amor es muy disfuncional y no muy saludable, pero da juego para crear buenos libros. Produce tensión en la historia. Creo que desde la perspectiva de la viuda, X era esa vida que no había conseguido. Lo dejó todo para estar con esa persona, lo que creo que pasa muy a menudo. Yo he sido esa persona antes, perdiéndome por completo en esa devoción, porque desde dentro parece embriagado, pero con los años te preguntas por qué lo hiciste.

No es habitual en la ficción que una pareja de lesbianas viva su relación libremente, sin atormentarse por ser una pareja queer a la que le cuesta existir en determinados ambientes, ¿Buscaba dar un salto en este sentido?

Originalmente había pensado hacer la biografía de un hombre, porque era más fácil imaginarme a un hombre aprovechándose una relación como esta, a un hombre en el papel un genio literario con alguien a su lado dispuesta a atender sus necesidades. Pero luego tuve claro que no quería escribir sobre un tipo así. Quería que fuera una relación lésbica, pero no quería ambientar la novela en el siglo XX. Por eso cambié toda la historia y me imaginé esa división entre el Norte y el Sur de Estados Unidos, mostrando una situación política diferente en cada parte. La idea es que pudiera contar la historia de una pareja de lesbianas que no tuviera que luchar para existir y que sus problemas fueran los del resto de parejas. Suele pasar que cuando escribes sobre un colectivo históricamente marginado, hay una especie de presión por convertirlas en personajes ejemplares. Eso no me resultaba tan interesante, ni tan real.

Mencionaba la división del norte y el sur en Estados Unidos, como estados independientes, uno conservador, otro progresista, ¿es así como se imagina la realidad de su país ante estas elecciones?

Empecé a escribir esta historia justo después de las las primeras elecciones de Trump. Soy del sur, viví en Misisipi, Luisiana y Tennessee y, luego me fui a los 22 años a Nueva York. En realidad he vivido en el norte la mitad de mi vida. Entiendo esa división. La gente del sur no viaja al norte, es una zona menos poblada pero sigue siendo muy poderosa en términos políticos y electorales. Es curioso, porque se piensa poco en el sur. Recuerdo los años de Obama, todo el mundo creía que Estados Unidos era ya un lugar perfecto, que se había acabado todo lo malo. Fue emocionante, casi como si viéramos cumplido el sueño americano. Había una actitud, en la que yo misma caí, de no ver todo ese conservadurismo, que en parte se concentra en el sur, y que acabó votando a Trump. Hoy Internet nos permite ver esa realidad y darnos cuenta de que es un lugar muy dividido. A mi no me da miedo eso, de hecho creo que me gustaría que nos separáramos. Odio decirlo, pero siempre he pensado que esa diferencia es real. Yo misma viví un choque cultural muy fuerte al mudarme a Nueva York. Es una cultura diferente. Venía de Nueva Orleans, y ahí sí tuve un sentimiento de pertenencia, porque es una ciudad que tiene su parte conservadora y católica, pero a la que los bichos raros del sur vamos. Por eso pienso que igual nos iría mejor si no tuviéramos que actuar como una unidad.

Es un libro que habla de si conocemos realmente a los demás, ¿es posible conocer a una pareja?

Gracias a dios, no. No me gustaría sentir que conozco completamente a mi pareja. Siento que sería infeliz, ni siquiera siento que me conozca a mí misma. Eso sí, hay un límite, quiero decir, que eso no puede significar que te vayan a traicionar. Pero eso de controlar todo creo que es una idea muy patriarcal sobre lo que es el matrimonio.

En esta novela nos adentramos en una reflexión sobre la identidad, sobre quiénes somos realmente, si aquello que opinan de nosotros los demás, si somos el relato que nos hemos hecho de nosotros mismos, si somos nuestro pasado…

Probablemente seamos todo a la vez. La identidad cambia según el contexto. Por eso me interesan mucho los actores. Me pregunto, muchas veces, si cuando se meten en un papel es algo terapéutico o hasta qué punto están reescribiendo sus propios recuerdos. Tuve una idea, creo que fue justo antes de la pandemia, tenía el pelo muy largo por entonces y pensé en cortármelo y empezar a usar películas. Ir cambiando todos los días de peluca y hacerme un maquillaje muy loco, de esos que te cambia la forma de la cara, vestir de manera diferente e ir a otra parte, a un vecindario totalmente diferente donde no conozco a nadie y convertirme en una clienta habitual de una cafetería al azahar y dar otro nombre e identidad. Pero la pandemia detuvo esta fantasía.

Al leer Biografía de X, es inevitable que surja la pregunta de quién tiene derecho a hacer la biografía de alguien, ¿qué piensa usted?

No le diría a nadie sobre qué escribir o sobre qué no escribir. Legalmente, si eres una persona pública, cualquiera podría escribir tu biografía, y si no lo eres, nadie la querrá escribir. Escribí este libro, de 2017 hasta 2020, y cuando terminé el borrador me sentí muy orgullosa de mí misma, y sentí que realmente funcionaba como una biografía. Se lo di a mi agente, y me dijo que era muy aburrido, que la gente lee biografías porque conoce a la persona, la gente quiere leer una biografía de David Bowie, pero no de X. Me pidió que buscara la manera de hacer la historia más convincente. Volví a leerlo y comprendí que tenía razón. Tiré a la basura todo el borrador, porque la forma en que lo estaba contando no era interesante. Es ahí cuando la viuda cobró más protagonismo. Y yo misma jugué ese juego, me dije, bueno es como si alguien hubiera escrito una mala biografía y ahora hubiera que escribir la buena. Convertí eso en un juego, porque si no, después de tres años con el borrador me hubiera deprimido muchísimo y más porque en ese momento de reescritura llegó la pandemia.

Su personaje es ficticio, esa pintora, esa artista no existió, pero en su novela hay muchas personas reales, artistas e intelectuales, políticos, activistas como Emma Goldman que sí existieron, ¿por qué mezclar ambos mundos, la ficción y la realidad?

La razón por la que el libro tiene tantas capas es porque fue el proceso mio. No tenía un plan trazado y menos sobre el género. Al principio pensé que sería sencillo, escribir la biografía de alguien que ha muerto e imaginar su vida. Pero con el tiempo, encontré esa forma de entrar y de ir metiendo capas. Cuando lees una biografía hay algo que ocurre que me gusta mucho, que vas conociendo cosas de personas que no sabías. También en las biografías de gente real hay personajes de los que apenas conocías su existencia y son para ti personajes de ficción. Eso quería que sucedería aquí, donde algunos personajes están completamente inventados, pero hay otros que conoces, como Lou Reed o Susan Sontag. Esperaba que eso ayudara al lector a aceptar la presunción, de que esto es falso y real al mismo tiempo.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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