Perdónanos, Milei

Madrid

Lo cantábamos de niños en misa: “No estés eternamente enojado, Milei. Perdona a tu pueblo, Milei. Perdónanos, Milei.” Si hay que darte una medalla, se te da. Si hay que consagrar el templo de Debod al recuerdo de Conan, tu perro muerto y luego clonado, se consagra. Si tenemos que apuntarnos a un taller de sexo tántrico o estudiar a los filósofos de la antigüedad o declararnos siervos de Elon Musk, lo hacemos, y basta. Cualquier cosa con tal de obtener tu perdón. ¿Qué te hemos hecho, Milei, para que nos odies tanto? ¡Ni que hubiéramos montado una guerra como la de las Malvinas!

Yo, como Pedro Sánchez, soy cobarde y tiendo a esconderme en las polleras de las mujeres. Tú, en cambio, eres su héroe, el héroe de las mujeres, que es como se llama una de las mejores novelas de tu paisano Bioy Casares. Las mujeres caen rendidas a tus pies, y te agasajan y te recubren de medallas, condecoraciones y toisones de oro.

Qué buena pareja hacéis Díaz Ayuso y tú. Tenéis, además, muchas cosas en común: a los dos os gusta provocar y haceros después los agredidos. Con un carácter tan parecido, seguro que seríais felices y comeríais perdices. Haría bien Isabel en dejar a ese novio que tiene, tan engorroso, e irse contigo a gobernar el mundo.

¡Esa sí que sería una unión de dinastías, y no la que intentó Giménez Caballero cuando quiso casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera!