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'Valenciana' o cómo Valencia se convirtió en el sainete de la corrupción y la telebasura en tiempos de Zaplana

El director valenciano Jordi Núñez presenta esta película en competición en el festival Cinema Jove con un Fernando Guallar en el trasunto del ex president de la Generalitat y con Ángela Cervantes, Conchi Espejo y Tània Fortea como protagonistas de un relato que aborda desde la Ruta del Bakalao al crimen de Alcàsser

Fotograma de Valenciana / CINEMA JOVE

Valencia

En tiempos de nostalgia, donde hay voces que reivindican la libertad de los ochenta y los noventa, conviene revivir algunos sucesos que marcaron aquellas épocas y cuyas consecuencias seguimos viviendo. Valenciana, segundo largometraje del director valenciano Jordi Núñez nos lleva a esos años noventa en una región, el País Valencià, que cambió de color político, pero también de mentalidad, de forma de vivir, un viaje de ida, de momento, sin retorno, que recrea con inteligencia este filme que se ha presentado en la sección oficial del Cinema Jove y que supone la adaptación al cine de la obra de teatro que hace unos años estrenó Jordi Casanova sobre la política y la corrupción valenciana. "Valencia es sainete", decía el director en una entrevista en la Cadena SER.

"Empezamos a rodar el lunes después de las elecciones municipales y autonómicas y de repente todo ha estado cargado de una serie de sincronías. Me acuerdo que estábamos rodando la escena, en la que se está probando un traje porque acaba de ser investido presidente y está decidiendo que hacer con la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Y, de repente, nos llegó la noticia de que VOX se quedaba cultura, un partido que no llevaba ningún tipo de programa cultural. Nos asustamos un poco, la verdad", contaba Jordi Nuñez que ha presentado el filme en su ciudad. Valenciana es la historia tres jóvenes periodistas, tres amigas que estudiaron juntas y que entran en el mundo laboral en 1992, el año de la Expo y de los Juegos Olímpicos. Pero también el momento final de la Ruta del Bakalao y el inicio de los cambios políticos en la ‘España del progreso’, así como el nacimiento de los programas de telebasura, representados aquí a través del truculento tratamiento informativo de uno de los sucesos más dramáticos de la historia reciente del país, el asesinato de las niñas de Alcàsser y de convertir Canal 9, la televisión pública en un circo. "Que sean tres periodistas y que cada una afronta la profesión desde un lugar muy distinto. Para mí era muy importante, porque es una profesión a la que se le siempre se le presupone un carácter crítico, comprometido. Pero la realidad es que es una profesión muy precarizada y donde se dan una serie de dinámicas de connivencia con el poder absolutas".

El propio director trabajó en uno de esos gabinetes de prensa de las instituciones valencianas en manos del PP. "Yo he trabajado en gabinetes de comunicación institucionales, y en uno de ellos, en la Diputación de Valencia, con becas fraudulentas. Y para mí una de las más bonitas que he hecho en mi vida ha sido denunciar, junto a mis siete compañeros de la Diputación, a la Inspección de Trabajo a través de un sindicato para que reconocieran nuestros derechos laborales", reconocía el realizador que, al igual que en la obra, usa otros nombres para referirse a personajes reales y a hechos ocurridos en esta tierra desde hace años. "Si quieres una biografía, págala tú. Aquí todo el mundo sabemos lo que ha pasado. Cada uno que ajuste cuentas consigo mismo", decía sobre el personaje protagonista, el de Ricardo Zamora, un trasunto de Eduardo Zaplana, al que interpreta con socarronería un fantástico Fernando Guallar. "Lo que nos interesaba aquí es el punto de lobo feroz disfrazado de de otra cosa, de yerno perfecto. Realmente en el personaje estaban Pablo Casado, Albert Rivera, Bertín Osborne, Francisco, estaba toda una serie de galanes", dice sobre una de las tramas.

Las tres amigas viven distintos dramas y tragedias que ha vivido, en mayor o menor medida, la sociedad valenciana. Así encontramos a un político que llega a la alcaldía de Benidorm tras un caso de transfuguismo y que se convierte, gracias a su jefa de prensa, y a una periodista de un diario muy influyente, en el molt honorable president de la Generalitat. Una referencia a María Consuelo Reina, periodista de Las provincias, y a Consuelo Císcar, que fueron las valedoras de la campaña electoral de Eduardo Zaplana. Un tipo que no dice una sola palabra de valenciano, al revés que el resto de personajes. "Quizás para alguien de fuera de Valencia puede parecer una caricatura excesiva, pero es que yo he visto muchas Encarnas en mi vida y mucho más fuertes que la que aparece en la pantalla y fue muy complicado encontrar a una actriz que fuera capaz de vertebrar eso. Porque Conchi es que es un ninot de falla y a la vez es un personaje de carne y hueso, con una herida sangrante", explica sobre el personaje al que interpreta una de las revelaciones de la película, Conchi Espejo, el de esta directora de comunicación que acaba al frente de la televisión autonómica, la de Tómbola y aquel inicio de la televisión basura.

La otra historia es la de una periodista, la actriz Tània Fortea que trabaja en la radio pública, pero su programa no da audiencia y la obligan a cubrir el juicio de las niñas de Alcàsser, uno de las mayores vergüenzas en lo que a coberturas mediáticas se refiere. "La película habla del miedo como elemento de control social", incide el director. "Me gustaba mucho cómo la obra trataba el caso Alcàsser. Mostraba que al final los mismos monstruos que pudieron hacer lo de las niñas estaban marcados por algo que está, en mayor o menor grado, en toda la sociedad y que esas niñas podían ser cualquier mujer y podían ser las hijas de todos al mismo tiempo. Quería un poco sacar esa idea y quedarme con aquello colectivo, con el carácter público de lo que conocemos. Y sin entrar a juzgar a los a los personajes".

La película tiene también una dimensión feminista, donde se vislumbra cuál era la situación de la mujer en la política, en el periodismo y en la música. La violación de una fallera, el maltrato del político a su jefa de Gabinete o el propio crimen de las niñas de Alcàsser lo corroboran. "Sigue siendo muy difícil para para una víctima de abuso, denunciar, hacer todo ese camino. A mí me inspiraba mucho el caso de Nevenka, me parece que logró desandar todo ese sistema de creencias. Son mujeres en un mundo de hombres y se ven arrastradas constantemente por un sistema que las está maltratando, ninguneando, que no las está viendo como sujetos, sino como como objetos y que no les permite crecer. Algunas claudican. Algunas se plantan. Y me interesaba no juzgar a ninguna de ellas, porque creo que en todas hay decisiones comprensibles en el momento histórico e incluso ahora también. Quería que fuera un espejo. Un espejo muy poliédrico en el que los espectadores se miren", confiesa. "Está la idea esta del cainismo que está muy presente en la derecha. Se habla de que está la izquierda, pero es en la derecha es que se da mucho más, y de manera mucho más desaforada y es mucho más violento o menos sutil".

El filme establece un paralelismo entre el contexto histórico, marcado por el paso de un momento de grandes promesas de expansión a otro de desilusión, y la fase vital que atraviesan las tres protagonistas, que acaban de dejar la primera juventud y se adentran en la vida adulta de forma muy diferente. Algo que se observa en la tercera historia, en la que la actriz Ángela Cervantes interpreta a una dj de la ruta, con la historia más dramática de todas. Eso permite al creador mezclar distintos géneros. "Como en la vida los géneros, la tragedia, el absurdo, la comedia, confluyen, están constantemente por todas partes. Esa ironía dramática es una manera de distanciar, de aligerar. Y a la vez es, es es algo completamente verosímil porque Valencia es así. Desde la anécdota del Puente de las Flores que lo llamó esta nueva alcaldesa Rita Barberá. La izquierda se echó las manos a la cabeza, pero en realidad el chiste ya lo han hecho ellos, un puente que fue un despilfarro tiene el nombre de Rita, cuya gestión tuvo mucho que ver con eso". En esa idea de la ironía y de la fábula tiene mucho que ver la estética noventera de una comunidad que reflejaba en la forma de vestir, de construir o de celebrar ese despilfarro que acabó arruinando a sus ciudadanos.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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