Buenistas mejor que malistas

Barcelona

¡Por fin! Tras cinco años podemos decir que la democracia española no vive en la semiparálisis y la superpolarización. En un acuerdo todos ganan. Y nada gana todo lo que quiere. Eso ocurre en el pacto para renovar el poder judicial alcanzado hoy, 2000 días después de caducado: están pactados todos los nombres y apellidos. Se lo apunta el ministro socialista Félix Bolaños, porque vence el boicoteo sistemático de la oposición. Y se lo apunta el vicesecretario del PP, Esteban González Pons, porque logra que la reforma legislativa del Consejo del Poder Judicial vaya inmediatamente después. Al final de la escapada, el PP tiene que adecuarse a la legalidad, y no mantener siempre, pase lo que pase, la hegemonía de la judicatura, como si fuera una monarquía absoluta.

Pero a quien le sienta mejor este pacto es a la democracia española: a todos ustedes, queridos oyentes, a sus familias, a sus amigos, a sus saludados y a sus peleados. Imaginen lo contrario, que no hubiese habido pacto, tras muchos meses de complicada y arriesgada mediación de la Comisión Europea. Seguro que lo habríamos pagado en el próximo informe sobre el Estado de derecho, que se ha aplazado unas semanas para no hurgar en los pecados de Hungría, o de Italia, o de tantos y del que ahora el prestigio del sistema español queda completamente preservado. Y eso, aunque propuesto por el PP para cubrir un hueco en el Tribunal Constitucional sea José María Macias, justo el enredador de estos años en el poder judicial, un abogado de la acreditada firma Cuatrecasas especialista en sortear impuestos y él mismo muy conocido por sus tráficos de favores, dicho sea con la más encantadora suavidad.

Como no hay una buena noticia sin dos, hoy ha sido también el día en que se ha aplicado por primera vez la amnistía. Lo ha hecho no un juez, sino un Tribunal Superior, el de Cataluña. El beneficiario es Miquel Buch, exconsejero de Interior de la Generalitat. Lo bueno es que Buch es buena gente, aunque erró hasta la ilegalidad y el delito. Y lo mejor es que entre tanta insubordinación judicial parecía que aquí había leyes, una en concreto, la de la amnistía, que nunca se iba a aplicar. Pues no es así. España es un país en que se aplican las leyes.

Y no hay dos sin tres. El pacto de Julian Assange con la administración norteamericana demuestra también que la democracia funciona y es magnánima allá. El reconoce el delilto, Washington le convalida los años de prisión británica. No irá a la cárcel.

A lo mejor ser un poco buenistas no es tan idiota como dicen los malistas.

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