Es increíble la de vida que atraen las plantas. Antes, en esta terraza, no había muchos animales que la visitaran. Pero, ahora, es muy habitual verse rodeado en un momento por una cantidad significativa de fauna. También acuden algunas aves urbanas, como alguna paloma descarriada que viene a beber del platillo de alguna de las plantas carnívoras, o algún gorrión que viene a comer de las semillas de las pamplinas (Stellaria media), que dejamos crecer, más o menos. Dentro de lo que son los insectos, tenemos una representación magnífica de varias especies. Vienen abejorros y ya he visto algunas abejas. Como tenemos mucha mielaria (Lobularia maritima), acuden unas cuantas mariposas blancas de la col, para libar de su néctar y quizás poner huevos. Sus larvas comerán esta planta, siempre y cuando las avispas que vienen por aquí no se las coman antes, ya que las avispas adoran las larvas de mariposas. Otras visitantes de la mielaria son las moscas sírfidas, un grandísimo grupo de moscas cernidoras. Se llaman así porque son esas moscas de vivos colores, muchas veces amarillas y negruzcas, que se ponen a volar fijas, delante de tus propios ojos. De ellas ya hablamos algún día en nuestra sección. El insecto adulto liba el néctar de las flores y busca el polen, así que son también unas excelentes polinizadoras. Sus larvas depredan al pulgón, como harían las mariquitas, que también tenemos presentes en la terraza. Tenemos tanto la mariquita de siete puntos como la de catorce, así que tenemos un tándem perfecto con ellas y sus larvas. Y también se asoma a la terraza la crisopa, otra depredadora insaciable de pulgones, tanto el insecto adulto como las larvas. También tenemos una población estable de avispillas del género Aphidius, de las que traje hace algo más de un año un montón de pulgones parasitados con sus huevos, que estaban pegados a una hoja del árbol catalpa (Catalpa bignonioides). Ya se han establecido de forma autónoma, así que no hace falta que las volvamos a introducir. Recordamos que estas avispillas son parásitas del pulgón, a quien inoculan un huevo dentro de su cuerpo, para que la larva lo mate desde dentro. Y te pongo un ejemplo: hace tres semanas, José María Sendra, técnico de sonido de la radio, me dijo que nuestro madroño (Arbutus unedo) estaba lleno de pulgón. Estábamos delante del arbusto, y, efectivamente, tenía una población grande de pulgón. Le dije a José María que no había de qué preocuparse, porque las avispillas y otros depredadores iban a terminar rápido con ellos. A pesar de la situación un poco alarmante, con los brotes tiernos del madroño infestados de pulgón y brillantes por la melaza que ellos mismos excretan, a la semana siguiente de hablar de esto, el madroño se quedó limpio de pulgones. La fauna auxiliar, entre avispillas, mariquitas y sírfidos, habían controlado a la totalidad de pulgones. El gasto para nosotros fue cero, tan solo tuvimos que esperar, y nos libramos de echar un insecticida, que hubiera matado tanto a los pulgones como a toda la fauna beneficiosa. Precisamente, sembramos las semillas de Verbena bonariensis para alimentarla. Ahora tenemos varias plantas de verbena a tope de flor, en el macetón del jazmín y en otro donde tenemos la acelga y estaban las habas. La esfinge colibrí es un insecto encantador. Es como una mariposa con una espiritrompa muy larga y una destreza en el vuelo enorme. La espiritrompa es lo que tienen las mariposas, una estructura alargada y fina que les permite libar el néctar de las flores, y que se enrolla en forma de espiral, de ahí el nombre de espiritrompa. El vuelo de la esfinge colibrí es tan increíble, que mueve sus alas hasta 75 veces por segundo. Se mueven tan rápido que solo se aprecia una mancha grisácea, parecen colibríes. Ya ha localizado nuestras flores, y viene regularmente a libar de ellas: de las verbenas, de la salvia, de la lavanda, que está ahora también en flor… El otro día descubrimos una abeja del género Megachile. Estas abejas solitarias, que no viven en colonias, tienen un comportamiento muy curioso. Cuando localizan una planta que les gusta, porque tiene unas hojas tiernas, cortan unos círculos perfectos de sus hojas, por lo que se las llama abejas cortadoras de hojas. Utilizan esos trozos de hojas para construir la cámara individual donde colocarán un huevo. Para que la larva se alimente, rellenan esa cámara con polen. El resultado en nuestras plantas lo puedes ver en esta hoja de la akebia (Akebia quinata) que plantamos para que trepe por una de las columnas de la terraza: unos agujeros tan perfectos que parecen hechos con uno de esos taladros de papel. Nosotros no le vamos a hacer nada a la abeja, es parte del jardín y de los ciclos naturales que queremos potenciar aquí. Además, es precioso verla trabajar y hacer esos cortes tan bien hechos. Hace un par de semanas llegaron a la radio un montón de Venus atrapamoscas (Dionaea muscipula). Nosotros ya teníamos aquí un par, pero ahora tenemos cuatro o cinco más. Así que, para facilitar su mantenimiento, lo que voy a hacer es reunirlas todas juntas en una maceta baja, de pocos centímetros de profundidad, pero ancha, para que vivan juntas. Tendrán que repartirse sus presas… Una cosa importante es que, con estas plantas carnívoras, no podemos utilizar el sustrato que destinaríamos al resto de plantas del jardín. Para estas plantas que se alimentan de animales tenemos que usar un sustrato específico para ellas, con muy poca salinidad y un pH muy ácido, con un parámetro entre 3 y 4. Para que nos hagamos una idea, sería el pH de un zumo de naranja, es decir, bastante ácido. A continuación, como hicimos con nuestras otras plantas carnívoras, lo que haremos será colocarlas bajo el sol, y con un platito bajo la maceta, siempre lleno de agua, para que las raíces de estas plantas estén siempre húmedas. La Venus atrapamoscas vive en Estados Unidos, en zonas encharcadas, por lo que le procuraremos esas condiciones de cultivo. He de reconocer que me da pena cuando las veo cazar algún insecto beneficioso para el jardín, pero, a la par, es increíble ver su adaptación para cazar animales. Como vive en terrenos pobres en sales minerales, por ese encharcamiento continuo, se las ha ingeniado para completar su dieta con bichillos, algo fantástico.