Cesc Casadesús se despide: "El Festival Grec es marca España y apuesta por las mujeres"
Empieza el festival de verano de Barcelona, la 48ª edición y la última que dirige Cesc Casadesús. Más de 80 espectáculos y actividades artísticas en el Grec, el gran festival que abre la temporada teatral de verano
Francesc Casadesús se despide: "El Festival Grec es marca España y apuesta por las mujeres"
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El Festival Grec celebra del 26 de junio al 4 de agosto su 48ª edición, que inaugura hoy Sílvia Pérez Cruz y que cerrará el espectáculo 'Qui som' de Baró d'Evel. El Grec es una celebración del talento local, nacional e internacional, reservando el Teatre Grec a la escena catalana. 81 espectáculos y más de 50 actividades paralelas, una programación en la que figura un espectáculo musical de homenaje a la compañía Dagoll Dagom; el proyecto 'Sonoma' de La Veronal, con Maria Arnal de protagonista; 'Canciones de amor y piratas', dirigida por Lluís Homar; 'El misàntrop', dirigido por David Selvas; y conciertos de Pau Vallvé, El Pot Petit y Antònia Font.
Esta es la última edición del festival de verano de Barcelona que dirige Francesc Casadesús, al frente del Grec desde 2017. Ocho años que culminan con un viaje hacia el interior, muy personal, destacaba en la rueda de prensa. Un viaje que le permite celebrar las amistades artísticas y las alianzas tejidas a lo largo de estos años y que han hecho crecer a los artistas, al festival y, con él, a la ciudad.
¿Qué balance haces de estos ocho años?
Han sido ocho años intensos, apasionantes, maravillosos, con altibajos. Evidentemente no ha sido fácil todo, pero estoy muy contento. Realmente creo que he podido desarrollar un proyecto, cerrarlo y me parece que bueno, por mi parte he aprendido muchísimo, tanto del teatro a nivel internacional, como de los apoyos que hemos ido dando a artistas españoles que han crecido con el festival. Por lo tanto, muy satisfecho.
¿La pandemia ha sido lo más complicado a lo que te has enfrentado? ¿Qué ha sido lo más satisfactorio o qué has aprendido?
Bueno, es un festival muy grande, con mucha diversidad, muchos intereses, muchos espacios. A mí lo que más me ha gustado de esta época es tener una visión general sobre lo que es el panorama de las artes escénicas en todas las disciplinas, porque en el festival trabajamos teatro, danza, música, circo. Me ha parecido muy interesante el poder cruzar disciplinas, que es algo que te permite un festival y en mi caso también descubrir espacios. Creo que lo bonito ha sido llevar el festival a sitios distintos, espacios singulares como los museos, ocupar la ciudad con artes escénicas. Eso ha sido para mí lo más bonito y apasionante. Y seguir viendo cómo el público iba cada vez más acercándose a la creación contemporánea. Esa sería la parte positiva. La negativa prefiero olvidarla, evidentemente la pandemia ha sido un obstáculo, pero me quedo con lo bueno.
La 48ª edición tiene varios ejes. En primer lugar, una celebración del talento local. Qué importante apostar por lo local, pequeñas compañías, salas de teatro donde muchas han empezado. ¿Qué radiografía haces del sector?
Para mí lo local significa Estado español, es la primera apreciación, porque para mí es buscar el talento venga de donde venga. Pero sí que me parece importante aquel que tenga un pie en Barcelona de alguna forma, venga de donde venga. Por lo tanto, creo que el festival lo que puede hacer es acompañar a estos artistas y quizás tomar un poco más de riesgo de lo que sería la programación en temporada. Esas programaciones que duran varias semanas te permiten arriesgar menos. Un festival es un banco de pruebas también para que los artistas vayan un poco más lejos de lo que hacen habitualmente. Por lo tanto, esa es la misión e ir creciendo. Hay artistas que han empezado en una sala pequeña, hemos llegado a la mediana y ahora llegamos al Gran Teatro Grec. Ese acompañamiento es bonito, un festival te permite hacerlo y de alguna también ha ido creciendo esa conexión con el público. Cuando puedes acompañar a un artista en varias ediciones, el público lo va siguiendo.
Lo inaugura Sílvia Pérez Cruz, muy buena pinta La Veronal con Maria Arnal y Baró d'Evel, ¿qué destacarías de la programación?
Bueno, esos son algunos de los artistas que he sentido más cerca por relación personal, por amistad, que empezaron conmigo, como Baró d'Evel ya en mi etapa anterior, en el Mercat de les Flors, cuando salían de la escuela en una carpa pequeñita. Y ahora vamos al Teatro Grec para cerrar el festival. Podríamos citar Cris Blanco con Pequeño cúmulo de abismos, Azkona & Toloza o El Conde de Torrefiel. Hay muchos más que nos han acompañado durante este tiempo. Para mí lo que es significativo es que esos artistas ahora conectan con el público, pero también tienen ya un pie internacional. Creo que de alguna forma están haciendo marca país. Muchos se presentan en Avignon y eso es importante, no solo nos quedamos en la programación de tu festival, sino que esos artistas van más allá, crecen y tienen un pie más allá del Estado. Para mí es un resultado bonito.
Exportamos teatro, pero ¿vemos poco teatro internacional en España? Más allá del Grec, del Temporada Alta, de los Teatros del Canal o del Festival de Otoño, ¿nos falta más teatro internacional?
Sí, bueno, hay dos aspectos. Por supuesto, uno económico. Los costes de las giras, de traer una compañía internacional, son elevados y cada vez los precios de viajes y hoteles son más complicados. Tenemos que organizarnos mejor, racionalizar las giras, compartir viajes, ponernos de acuerdo, además de por una cuestión de sostenibilidad, medioambiente, lo que sea. Esto lo veo cada vez más. Se intenta coordinar las giras con los pocos que nos dedicamos a esto en el Estado. Por un lado está la cuestión económica y, por otro lado, nos falta un poco más de curiosidad del público aquí y en los medios de comunicación. Nos tenéis que ayudar, porque al final, cuando traes una compañía de fuera, te falta contexto. Falta saber quién es. Quién es este director, qué es lo que propone... me parece que es importante toda la cuestión educativa y de apoyo de los medios de comunicación para activar la curiosidad del público.
A propósito de lo que comentabas de la parte económica, lo que cuesta montar una creación o traer una compañía internacional, hay también quien no entiende, no sabe o se queja del precio de las entradas. Advertían hace unos meses Jesús Cimarro y Josep Maria Pou que las entradas de teatro, con lo que cuesta montarlo, es muy barato en España, en realidad.
Bueno, yo creo que la queja del precio de las entradas va relacionada con lo que se llama en gestión la elasticidad de cuánto estás dispuesto a pagar por un espectáculo. No hay ningún espectáculo que sea rentable y quizás no te planteas ese precio por un artista internacional. Bruce Springsteen o cualquier artista. No te planteas el precio de las entradas. En cambio, en el teatro sí. Y el teatro está fuertemente apoyado y no creo que de alguna forma ahora mismo ese sea un obstáculo por la cantidad de posibilidades que tienes, de precios y descuentos. Creo que quien se queja del precio de las entradas es que no le interesa lo suficiente. Por lo tanto tendríamos que trabajar ese interés, esa curiosidad, ese deseo de estar al día de lo que está pasando, a nivel de teatro internacional, porque eso, al final, primero te abre a otras formas de ver el mundo y, segundo, creo que también nos ayuda a crecer, nos ayuda a situarnos en el mapa, tiene que entrar oxígeno, tiene que entrar aire para que nuestros creadores también hagan propuestas interesantes y tengan ese lugar en el mundo que se merecen.
Este año el Grec cuenta con una mirada muy femenina con muchas directoras.
Sí, durante las diferentes ediciones del Festival Grec he ido haciendo un recorrido por el mundo, buscando directores, directoras internacionales e intentado completar un poco ese mapa de quién es quién, quién hace qué. Y es verdad que desde hace años hay una preocupación, que es buscar a directoras mujeres que han tenido ese techo de cristal que les impedía acceder a producciones de formatos más grandes. Este año estoy muy contento de haberlo conseguido. He puesto el acento en la programación y en las directoras mujeres. Es algo que hace unos años era imposible por mucho que lo intentaras. Y es una preocupación que ha llegado a todos los festivales y a todos los teatros del mundo. Poco a poco estamos consiguiendo que sí, que haya mujeres que tengan las condiciones de producción, que les permitan propuestas de formatos ambiciosos y grandes. Este año, por ejemplo, en nuestra sala más grande de programación, el Teatro Grec, con una excepción, el resto son mujeres directoras. Creo que es algo insólito y estoy orgulloso de haberlo conseguido este año.
Es un gusto ver todos los veranos Angélica Liddell, que vuelve también al Grec, la vimos recientemente en un montaje de seis horas, pero presentáis The second woman, un espectáculo de 24 horas, de las directoras Nat Randal y Anna Breckon y durante las cuales se repite 100 veces la escena de la ruptura de una pareja. ¿Qué locura es esta?
Son dos directoras australianas. Es un espectáculo que se estrenó en Sidney, en Australia, que se ha hecho hasta ahora en el mundo anglosajón, se hizo en Nueva York, se hizo en Londres con un éxito espectacular y me parecía fantástico, como aventura de los teatreros. La experiencia, efectivamente, dura 24 horas. Tenemos a una protagonista maravillosa, yo quería hacerlo y me llamó María Hervás, que quería hacerlo ella y fue una coincidencia estupenda. El argumento es relativamente sencillo, porque es una escena de una pareja que rompe su relación y esa escena se repite y más o menos dura unos diez minutos. Se va repitiendo con 100 hombres. La actriz no los conoce. Es un casting que de alguna forma representa diferentes miradas a lo que es la masculinidad hoy. Y la escena repite más o menos el esquema, con partes de improvisación, a ver quién sale ahora y a ver cómo lo resuelve María, a ver cómo se resuelve la escena. Por lo que sé de Londres, la media de distancia del pulso era de cuatro horas, pero puedes estar 24 si quieres, con tus pausas para ir al baño, para comer, lo que sea. Pero. Pero lo que sé es que es adictivo. Totalmente.
Es una de las temáticas que se va imponiendo en los festivales, esa revisión de la masculinidad, esa mirada femenina protagonizada por mujeres o dirigida por mujeres, esa revisión también de los clásicos desde una mirada femenina. El ecologismo y el cambio climático es otra de las grandes preocupaciones que recoge el teatro, ¿qué temáticas e inquietudes vamos a ver en el Grec?
El teatro o la programación de un festival debería recoger las preocupaciones de nuestra sociedad. Cuando tú programas, escoges, al final escoges. Intentas que la programación responda a esas preguntas que están en el aire, evidente la cuestión feminista, ecológica. La cuestión de la guerra, de nuestra sociedad. El amor, la ruptura, son temas que están en nuestro día a día y creo que el teatro quizás no da respuestas, pero amplía las preguntas y es como un espejo para que tú puedas reflexionar durante ese tiempo que no tenemos en el día a día, donde estamos todos enganchados a lo que pasa al segundo siguiente. Esa pausa del teatro, ese momento sin móviles, te permite pensar en alguna solución o si lo estamos haciendo lo bien que deberíamos.
¿Y cómo convencer a las generaciones más jóvenes de que vayan al teatro, cuando están inmersos precisamente en pantallas y multidistracciones?
Con 24 horas de teatro [se ríe]. Este espectáculo es una experiencia, no es solamente ir a ver una obra. Es la experiencia colectiva de venga, va, ahora a ver quién sale. Es una experiencia, vamos a poner música, vamos a hacer que ese rato de espera sea también un momento donde se crea una sensación de comunidad, de pertenecer a algo. Entonces, creo que también a partir de esta creación de experiencias hay algo que puede atraer a un público joven que más allá de de un tostón de seis horas de texto, que también está muy bien, pero que de alguna forma creo que vamos jugando con formas distintas de entender lo que son las artes escénicas. O por ejemplo, en los museos o instalaciones, lo que es la creación escénica hoy en día está muy abierta y se permiten muchas posibilidades que yo creo que sí que pueden ser interesantes para un público joven menos acostumbrado a estar sentado en una butaca.
Has mencionado la música. También hay varios conciertos y actuaciones en el Grec. Nos decía Alberto Conejero, el último director del Festival de Otoño, que él ha ido edición tras edición apostando más por la música, porque es un lenguaje muy universal, muy inclusivo también para atraer a las nuevas generaciones. Porque competís con los grandes festivales y macro conciertos de música, que lo están petando desde que salimos de la pandemia.
Sí, sí. La programación de música ha cambiado mucho en los últimos años. Evidentemente, hablando de Madrid, Barcelona y verano. En Barcelona hay muchísimos festivales con una oferta muy buena, pero son festivales de cartel. Si te fijas en su publicidad, son nombres y nombres con tamaños de letra distintos. En nuestro caso apostamos por cruces. Por ejemplo, hablabas antes de María Arnal con La Veronal o Kae Tempest y CLARAGUILAR, apostamos por cruces, por proyectos singulares, por proyectos únicos, por ese espacio intermedio entre las artes escénicas y la música. Buscamos ir más allá del concierto del artista y buscar esa interacción que se da de forma natural, porque los creadores hoy en día no tienen esos filtros y barreras. Pero creo que a las artes escénicas le puede aportar también algo nuevo, algo distinto. Hay muchos músicos que hacen obras para teatro. En este caso tratamos a los músicos al mismo nivel que los directores escénicos o provocamos interacciones y cruces, que creo que es algo singular y propio de un festival.
Leticia Martín nueva directora, ¿cómo estáis trabajando en la transición? ¿Algún consejo que darle?
Sí, sí, estamos trabajando. Es para mí un privilegio. Para mí era muy importante que todo el trabajo no se lanzara a la papelera. Cuando construyes un festival, lo que quieres es que ese festival siga más allá, que vaya más lejos o vaya en otra dirección. Hemos tenido varias reuniones, ella está trabajando todavía, tiene su trabajo actual en el Liceu, la ópera de Barcelona, y la empieza en septiembre. Lo que le digo es que haga su festival, que no copie, no mire, no se deje influenciar, que coja lo bueno y tome sus decisiones. Creo que está bien que haga un festival distinto. Ella puede aportar muchísimo desde su conocimiento, por ejemplo, de la música, de la ópera. Es otra generación, además. O sea que para mí es como debería ser. Que los directores se acompañen, se ayuden y sobre todo le estoy diciendo cuidado, cuidado, cuidado. Ahí están las minas y lo demás, se tú misma.