Illa o la nada

Madrid

Algunos no quieren hacerse mayores. O al menos les cuesta mucho. Algo de eso pasa en Esquerra Republicana. Apenas 24 horas después de que finalmente el PP haya aprendido a pactar, aunque sea “solamente una vez”, como decía la canción de nuestros padres, Esquerra hace como que echa por la borda, ningunea o minimiza la cantidad de pactos que ha realizado en esta legislatura con los partidos de izquierda del Gobierno: en España, sí; también en Cataluña.

Hoy el Parlament no ha investido president de la Generalitat al ganador de las elecciones autonómicas, el socialista Salvador Illa. Se ve que los de Esquerra necesitan más tiempo para marear la perdiz. O más miedo al vacío. Le han dicho que “su apoyo no está garantizado” en los dos próximos meses que quedan para celebrar una investidura. Así que si eso no sucede, se repetirán las elecciones.

Esa bravata no puede servir de amenaza a nadie cabal. El gran perdedor de la última convocatoria se llama Esquerra. Y si se convierte en culpable de votar una y otra vez, se arriesga prácticamente a desaparecer. A la nada. Como lo oyen: el personal indepe está más que harto y, por tanto, dispuesto a castigar a sus héroes.

Ocurre que los indepes necesitan a Illa gobernando. No porque les conceda nada desmesurado, no. Sino porque necesitan a los socialistas en el Gobierno español, pues de esa continuidad depende que la amnistía vaya avanzando y aplicándose. Y los socialistas necesitan gobernar España con Cataluña pacificada. Dicho al modo brutal: ¿se imaginan a un ministro de Vox defendiendo ante el Constitucional o ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea la vigencia de la amnistía? Pues es a lo que se arriesgan. Con Junqueras por largo tiempo inhabilitado. Marta Rovira de turista en Suiza y Carles Puigdemont, nunca se sabe dónde.