Gente rara o algo así
"Me puse a cavilar sobre la posibilidad de mezclar las virtudes de ambos y sacar un candidato presentable. Un primer problema consistía en encontrarle algo bueno a Trump. Como parecía un poco menos difunto que su rival, me quedé con eso"
La píldora de Enric González | Gente rara o algo así
Barcelona
En una vieja película de Woody Allen, cuyo título se tradujo, creo, como “Recuerdos de una estrella”, el protagonista tiene dos novias. Una es guapísima, pero atormentada y algo malvada. Se trata de una chica muy difícil. La otra no es tan guapa y es algo sosa, pero es buena y fiable. El personaje de Allen duda entre ambas. Entonces imagina un experimento científico que le permitirá intercambiar los cerebros y crear un ser perfecto, y otro muy imperfecto.
El intercambio se realiza con éxito. Ahora una es guapísima y buena, y la otra, no tan guapa y muy retorcida. Como era de esperar, Woody Allen se enamora de inmediato de esa, la menos guapa y con peor carácter.
Este fenómeno se da con bastante frecuencia en los hombres, en las mujeres y en cualquier otra combinación posible. Nuestros sentimientos son muy raros.
Pensaba en aquella película mientras veía, la otra noche, el debate entre Joe Biden y Donald Trump. Me puse a cavilar sobre la posibilidad de mezclar las virtudes de ambos y sacar un candidato presentable. Un primer problema consistía en encontrarle algo bueno a Trump. Como parecía un poco menos difunto que su rival, me quedé con eso. Tras la fusión de los dos cerebros obtuve un aspirante competente, casi decente como persona y medianamente vivo. Me cuesta definir al otro: un mentiroso psicópata, faltón y grosero, con una lucidez tan escasa que no le permitía distinguir entre su mano derecha y su mano izquierda y necesitado de ayuda para bajar un escalón.
No tengo la menor duda sobre a quién votarían más a gusto los electores estadounidenses: al mentiroso psicópata senil y semiparalizado.
Las cosas son así en un mundo dominado por sentimientos, mayormente de ira y frustración, que no somos capaces de controlar ni de explicarnos. Vivimos tiempos muy raros porque somos muy raros.
Me llamo Enric González. Les deseo un día feliz y lleno de orgullo.