Justin Webster produce la serie sobre 'Lucrecia', el primer crimen de odio: "En España había grupos neonazis muy fuertes"
'Lucrecia, crimen de odio', serie documental que dirigen David Cabrera y Garbiñe Armentia, indaga en el primer crimen racista de España a manos de grupos neonazis que campaban a sus anchas en la España socialista del 92
Madrid
Muerte, asesinatos, violaciones son algunos de los contenidos que centran los true crime, un género que cada vez está más presente en las series, en los podcast y en la literatura. "Basado en hechos reales" son cuatro palabras que, para muchos, ya son una especie de sello de calidad, una marca de seducción. ¿Por qué nos atraen estas historias oscuras? Quizá por la atracción hacia lo desconocido, hacia lo que puede ser una amenaza en la propia sociedad o, tal vez, solo haya morbo. El éxito de El cuerpo en llamas o de El caso asunta, ambas ficciones estrenadas en Netflix que recrean sucesos truculentos y mediáticos recientes en nuestro país muestra por qué las plataformas quieren, cada vez más, acercarse a estos hechos, muchas veces sin el rigor o el respeto que los casos necesitan. "Es un tema complejo y admiro mucho de los de las cosas que se han hecho, pero es la etiqueta true Crime no me gusta. Realmente hablamos de documental narrativo, algo que empezó con The Staircase, luego con The Jinx, que tienen temáticas de crimen, y eso, la temática, ha sido lo que se ha usado para documentar, pero luego tenemos el caso Wild Wild Country... quizá por eso yo prefiero Character Driven Narrative y eso es lo que la las las documentalistas han aprendido a hacer y lo que las plataformas les gusta. Aunque las plataformas y casi todo mundo todavía piensen en en en temáticas más que en en en narrativas".
Justin Webster es un periodista, cineasta y documentalista que ha indagado en asesinatos recientes ocurridos en España pero que mostraban una dimensión social. Para el británico ahí está la clave. "Es muy importante mirar estas historias precisamente ahora". En Muerte en León abría todo un análisis a por qué se produce el odio en pequeñas sociedades, como era la política leonesa e incluía nuevas pruebas alrededor del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, el 12 de marzo de 2014.
Eso mismo pretende hacer en Lucrecia, un crimen de odio, una serie que pone en el centro el primer asesinato racista de la democracia española. Dirigido por David Cabrera y Garbiñe Armentia, esta serie documental cuenta el clima y el contexto para que en 1992 un grupo de neonazis irrumpiera en una discoteca abandonada, Four Roses, y matara a una inmigrante dominicana que llevaba tan solo un mes en España. Lucrecia era negra, migrante, trabajadora del hogar. Su cuerpo fue tiroteado en las afueras de una discoteca en Madrid. "Buscábamos historias y los directores encontraron esta y a mí me pareció inmediatamente que es como Los Cinco de Central Park, crimen racial en los Estados Unidos en 1989 o como el crimen Steven Lawrence en Inglaterra en 1993. Hay una historia con un asesinato, pero con un subtexto enorme. Y obviamente el racismo es parte de ello", insiste Webster.
Dos semanas después los autores fueron detenidos: un guardia civil de 25 años, Luis Merino, y tres menores de 16, todos ellos relacionados con grupos ultraderechistas. Antes de emprender la cacería dijeron a sus amigos que iban a "dar una lección a los negros", frases similares a las que escribían en sus octavillas y revistas, editadas incluso en universidades públicas como la Complutense. En las ruinas de esa antigua discoteca vivían unos treinta inmigrantes en condiciones penosas, sin luz ni agua, entre ellos Lucrecia, que había venido a España en busca de una alternativa a la pobreza y un futuro para su hija Kenia, que entonces tenía seis años y a la que había tenido que dejar en República Dominicana. Hoy su hija participa en los movimientos antirracistas y en este documental. "Es un documental que sigue hablando de hoy. Para mí lo que está pasando en el mundo es como una lucha entre democracia y mafia. Obviamente en España pesa ese pasado de franquismo y nazismo, y hay que decirlo, en España había grupos neonazis muy fuertes con un pasado y durante el franquismo había conexiones con el nazismo, con una forma de entender la identidad muy violenta".
Tras la imagen de país moderno y democrático que España ha proyectado al mundo con las Olimpiadas de Barcelona y la Expo’92 celebrada en Sevilla, crece un movimiento inquietante que conecta directamente con la actualidad: los grupos extremistas, el racismo y la violencia. "Está bastante bien retratado ese aspecto racista. Ahora sería imposible escuchar esos comentarios, aunque muchos de esos sentimientos racistas continúan en la calle". Aunque en realidad, ese fenómeno racista y nazi siempre estuvo ahí, nadie quiso erradicarlo en la transición, y ni siquiera el PSOE, en el gobierno en ese año 92, tuvo una posición contundente contra los ultras y el racismo, como muestras las declaraciones de Narcís Serra y Solchaga. Quizá así se entiendan las declaraciones de Felipe González a día de hoy sobre Meloni. "Recuerdo hablar con Rubalcaba cuando hacíamos el documental sobre el fin de ETA sobre la inmigración. Era el momento en que cada país europeo debía acoger a una cifra de migrantes y nadie quería hacerlo. Los políticos tienen mucho miedo de la inmigración es el tema más caliente y más arriesgado. Es muy difícil que hablan con franqueza sobre esto. Lo que sí es interesante en la serie es el momento emotivo de cómo reaccionó la sociedad española en ese momento, lo que nos lleva a preguntarnos si sería así ahora. Las cosas han cambiado, pero el tema es el mismo".
Tres décadas después de aquel asesinato que conmocionó a la sociedad española, como muestra el documental, la película es un relato emocionante que retrata también la vida de aquellas mujeres, las primeras migrantes en llegar a nuestro país, que trabajan en las casas de clase alta del barrio de Aravaca en Madrid, a veces explotadas y maltratadas, porque no solo el racismo las atravesaba, también el clasismo. "Hay mucho clasismo, ellas venían buscando trabajo y encontraron de todo en ese trabajo. Y también había dueños de las casas y empleadores buenos, por supuesto. Pero sí se ve este choque de tantas mujeres negras en el medio de Aravaca en aquel entonces era muy chocante para todos".
Los creadores se las apañan para contar con material de archivo inédito y con testimonios en primera persona de aquel crimen, así como de periodistas que investigaron aquel suceso. Es el caso de Alfonso Ojea, redactor de la SER. Una de las dificultades era contar la vida de Lucrecia sin apenas imágenes de ella. Solo hay una foto de esta mujer. La solución fue proyectar a Lucrecia en decenas de mujeres que estaban en los mismos lugares y en su misma época. A través de esas imágenes, de forma emocionante, Lucrecia cobra vida en el relato. DECLAS:
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...