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Sociedad

Las plantas carnívoras para hacer frente a los insectos del verano

Un repaso a las principales características de la Venus atrapamoscas

Madrid

La semana pasada estuvimos hablando de unos cuantos bichos que visitan nuestra terraza de la radio: mariposas, abejorros, abejas, mariquitas o la sorprendente esfinge colibrí. Pero, por otro lado, tenemos una buena colección de plantas carnívoras.

Venus atrapamoscas

Hace unas semanas llegaron a la radio un montón de Venus atrapamoscas (Dionaea muscipula). Nosotros ya teníamos aquí un par, que vinieron en mayo del año pasado, pero ahora tenemos cuatro o cinco más. Así que, para facilitar su mantenimiento, lo que voy a hacer es reunirlas todas juntas en una maceta baja, de pocos centímetros de profundidad, pero ancha, para que vivan como en su lugar de origen, unas al lado de las otras. Tendrán que repartirse sus presas...

¿Van a matar a todos nuestros bichos en la terraza?

No, solo una mínima parte caerá presa de estas Venus atrapamoscas. He de reconocer que me da pena cuando las veo cazar algún insecto beneficioso para el jardín, pero, a la par, es increíble ver su adaptación para cazar animales. Los insectos se ven atraídos por el color rojizo del interior de sus “bocas” y por la emisión de unas sustancias volátiles que imitan el aroma de frutas y flores. Una vez que atrae a un insecto u otro animal, como arañas o alguna babosa despistada que pasaba por allí, ha de ocurrir que el mecanismo se active de la manera correcta. Para ello, cada lado de la “boca” de la Venus atrapamoscas tiene tres pelitos o cilios que actúan de detonante de la trampa. El animal que caiga o pase por el interior de la trampa ha de tocar dos de esos tres pelitos en menos de veinte segundos. Así, si solo toca uno de ellos o tarda más de esos veinte segundos entre el toque de uno y otro, la trampa no se cierra. Cuando la trampa se cierra, lo hace de forma MUY rápida, instantáneamente, sin dar posibilidad al animal de escapar. Cuanto más forcejee, más fuerte se cerrará esa trampa.

Plantas carnívoras y cubremacetas

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¿Cómo digiere los insectos?

Cuando la trampa se cierra, se sella de una forma tan eficiente que libera por dentro un líquido con enzimas, producido por unas glándulas digestivas. Durante la siguiente semana, o algo más, estas enzimas ayudan a la digestión de las partes blandas del animal y algunas duras también, dejando solamente su exoesqueleto, la parte externa. Una vez que ha digerido todo, la trampa se abrirá y estará preparada para cazar a otro incauto animalillo. Cada trampa puede atrapar y digerir una cantidad pequeña de bichos, de tres a cinco. Después, solo realizará la fotosíntesis, no cazará nunca más, hasta que esa hoja modificada termine muriendo y deje paso a otras hojas nuevas transformadas en trampas.

¿Cuál es el origen de esta planta carnívora?

Es de zonas encharcadas de las costas de Carolina del Norte y del Sur, en Estados Unidos. En España también tenemos plantas carnívoras, como la drosera (Drosera rotundifolia), que crece en lugares muy húmedos, al igual que la pinguícola o grasilla (Pinguicola vulgaris). Una cosa importante es que, con estas plantas carnívoras, no podemos utilizar el sustrato que destinaríamos al resto de plantas del jardín. Para estas plantas que se alimentan de animales tenemos que usar un sustrato específico para ellas, con muy poca salinidad y un pH muy ácido, con un parámetro de entre 3 y 4. Para que nos hagamos una idea, sería el pH de un zumo de naranja, es decir, bastante ácido. A continuación, como hicimos con nuestras otras plantas carnívoras, lo que haremos será colocarlas bajo el sol, y con un platito bajo la maceta, siempre lleno de agua, para que las raíces de estas plantas estén siempre húmedas. De esta manera, imitamos las condiciones de cultivo donde suelen crecer. Como vive en terrenos pobres en sales minerales, por ese encharcamiento continuo, se las ha ingeniado para completar su dieta con bichillos, algo fantástico. De ellos obtienen el nitrógeno y el fósforo que le permite desarrollarse.

Los cubremacetas

Son todos esos recipientes que parecen macetas, pero que no lo son, porque no tienen ningún agujero para el drenaje del agua. Suelen ser muy estéticos, de colores vivos o sobrios, como este, que es blanco, o este otro, de color grisáceo. Están hechos para colocar dentro la maceta con la planta, y que, cuando reguemos, no se salga el agua y pueda afectar a los muebles, a los libros o a la tele. Y es que se utilizan principalmente en las plantas de interior. El problema que surge con los cubremacetas es cuando se deja que el agua se quede estancada dentro de ellos. En ese momento es cuando los cubremacetas son responsables de la muerte de muchas plantas: la gente riega la planta y, como no se ve, se olvida de que dentro se puede quedar una gran cantidad de agua acumulada. Esa agua lleva a las raíces a la falta de oxígeno y a la posterior pudrición, por lo que es vital para la planta que, cuando reguemos, no se eche tanta agua como para que se quede ahí retenida. Y, si ocurre, es tan sencillo como vaciar el cubremacetas. Es un problema que me he encontrado multitud de veces en las personas que tienen plantas en casa, por lo que hay que andar con cuidado.

¿Podríamos utilizar un cubremacetas para cultivar una planta en él, directamente?

Te diría que, a rasgos generales, es mejor que no. Pero nosotros, por ejemplo, lo estamos haciendo con un par de nuestras plantas: las orquídeas. En nuestro caso, lo que hacemos es tener mucho cuidado para no echar una gran cantidad de agua, y evitar encharcar las raíces de las orquídeas. Como mucho, dejamos un dedo de agua en la parte baja, pero de ahí no pasa a mayores. Lo mejor y más recomendable es encontrar el cubremacetas que se adapte a nuestra maceta, y usarlo con esa doble función de decoración y de salvaguarda de nuestros muebles, al evitar que el agua sobrante lo moje todo al regar.

Cola de caballo

En un macetón tenemos una planta a la que no le importaría estar todo el día encharcada, porque adora tener sus raíces siempre húmedas. Es el equiseto, o, como más se la puede reconocer, la cola de caballo (Equisetum hyemale). Se trata de una planta cercana al mundo de los helechos, de los cuales nosotros tenemos aquí en la terraza y en los pasillos algunos ejemplos: el helecho espada (Nephrolepis exaltata) que crece al pie del ficus de hoja grande o el helecho de bronce (Dryopteris erythrosora), que lo hemos metido aquí para que veamos cómo se está poniendo de grandote. La cola de caballo es de lo más peculiar: tiene estos tallos estrechos, como cañas huecas, con la superficie llena de estrías, y dividido en nudos muy estéticos, con unos anillos de color negruzco que contrastan sobremanera con el verde vivo de los tallos. Si tuviéramos un estanque (no descartes que hagamos uno en un futuro…), podríamos plantarla justo en el borde de este, porque es uno de sus hábitat preferidos para crecer, al borde de corrientes de agua suave o de pantanos. Así que esta sería otra de esas plantas perfectas para quienes se pasen con el agua —al igual que el falso papiro (Cyperus alternifolius), que también disfruta de humedad continua en sus raíces. Al igual que los helechos, esta cola de caballo se reproduce por esporas, no por semillas como otras plantas que tenemos por aquí en la terraza o en los pasillos de la radio. Nuestra planta todavía está pequeñita, no lleva más que un par de meses con nosotros, pero, si todo va bien, debería producir tallos por doquier, y mucho más altos, de alrededor de un metro de altura. Cuando la plantamos en plena tierra hay que controlarla, porque, una vez que se establece, sus tallos se extienden por todos lados. Nosotros no tendremos ese problema, porque está en este macetoncillo.

Soleirolia

La parte baja de la maceta del equiseto o cola de caballo la he cubierto con una soleirolia (Soleirolia soleirolii). Es una planta fascinante, porque sus tallos son rastreros, diminutos, y crecen cubriendo TODA la superficie por donde crecen. De esos tallos minúsculos surgen sus hojitas liliputienses, más pequeñas que una lenteja pardina. El efecto que crea es este que ves ya bien claro: un tapiz ligeramente almohadillado que no deja ver ni un milímetro de sustrato. Todavía no ha cubierto toda la base de la maceta, pero no tardará en hacerlo. Cuando la planté, solo ocupaba la cuarta parte de lo que ves ahora, y ahora ya no le queda mucha maceta que colonizar. Esta soleirolia es una cultivar que tiene un color más claro todavía que la especie tipo. Se trata de Soleirolia soleirolii ‘Aurea’, y sus hojas adquieren un tono verdoso amarillento muy estético. Por cierto, la soleirolia es de la familia de las ortigas, aunque no pican como sus parientes.

 
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