'Maurice', una maravillosa novela sobre la homosexualidad
E. M. Forster firma una de sus obras más importantes, publicada póstumamente en 1971
'Maurice', una maravillosa novela sobre la homosexualidad
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Edward Morgan Forster nació en Londres en 1879 y murió en Coventry en 1970. Fue novelista, ensayista y libretista. Con solo seis novelas es uno de los autores claves de la literatura inglesa. Estuvo propuesto en 16 ocasiones al Premio Nobel de Literatura. Es el autor de 'Donde los ángeles no se aventuran', 'El más largo viaje', 'Howards End', 'Pasaje a la india', y 'Una habitación con vistas'. 'Maurice' fue en escrita en 1914 pero publicada póstumamente en 1971, por expreso deseo del autor. Es una novela maravillosa, llena de vida, de emoción, de sufrimiento, de deseo y de compromiso. Un canto a la libertad y a la dignidad.
El éxito de 'Howards End', publicada en 1910, tuvo un efecto perturbador en la vida de Forster. Le llenó de supersticiosos augurios, entre ellos el miedo a convertirse en un escritor estéril. En setiembre de 1913 fue a visitar a Edward Carpenter, el profeta de la vida sencilla y de la homosexualidad orgullosa, y experimentó una revelación. George Merrill, le tocó la cadera, y la sensación, tal como él la describe, fue una suerte de ramalazo que subió directamente recorriendo su espalda hasta su mente. Al instante, toda una nueva novela tomó forma. Durante años, 'Maurice', o algo parecido a 'Maurice', había estado pidiendo salir a la luz. Había llegado el momento en que debía aceptar en su imaginación, ya que no en su vida real, la idea de que el amor homosexual era bueno.
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'Maurice' fue escrita entre 1913 y 1914 y publicada en 1971, después de la muerte de su autor. La obra está dedicada a «tiempos mejores», o sea, a una época más dichosa que pudiera contemplar sin hostilidad las claves íntimas que laten en sus páginas. Forster necesitaba afirmar, sin posibilidad de retroceso, que este tipo de amor podía ser ennoblecedor y no degradante, y que si había alguna «perversión» en él, tal perversión era atribuible a una sociedad que negaba sañudamente una parte esencial de la herencia humana. Pero no se planteó en absoluto el publicarla. En realidad, su idea original era que la estaba escribiendo sólo para sí mismo.
Forster empezó muy pronto a enseñar la novela a algunos amigos. A lo largo de los años, como reacción a las reacciones de los distintos amigos, su opinión de la novela varió. Hubo veces en que estaba seguro de que había hecho «algo totalmente nuevo, aun para los griegos». Otras, tenía dudas, sobre todo respecto a la última parte de la novela. Volvió a trabajar más en esta difícil parte última, en 1919, y de nuevo en 1932, y la revisó una vez más, bastante exhaustivamente, en 1959-1960. Hizo cuidadosos preparativos para su publicación póstuma, pero su comentario final (sobre la cubierta del original de 1960) era «Publicable... ¿pero merece la pena?». Pocos lectores de esta novela conmovedora y magistral tendrán dudas sobre la respuesta.