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Opinión

Aimar Bretos, muy crítico con la absolución de un hombre por amenazas homófobas: "Por si alguien daba ya por conquistadas las reivindicaciones"

Por si alguien se planteaba siquiera si en 2024 había llegado ya el momento de dar por conquistadas las reivindicaciones y entregar las plumas

Madrid

La Audiencia de Barcelona ha absuelto al hombre que acosó con insultos homófobos asquerosos a un chaval que, durante el orgullo de Barcelona de hace cinco años, entró a un McDonald muy cerca de la manifestación y tuvo la mala suerte de toparse con semejante sujeto despreciable.

"Tápate que das vergüenza ajena y hay niños"; "ahora, cuando salgas, te voy a dar tal hostia que la mariconería se te va a quitar"; "vamos fuera que voy a hacerte hetero a hostias".

La fiscalía acusaba a este tipejo de un delito contra los derechos fundamentales y libertades públicas, en su modalidad de lesión de la dignidad de las personas por motivos de discriminación relativa a la orientación sexual.

Pero el tribunal dice que no hay nada. Le compra completamente la versión del acusado, según la cual, a él lo que le molestaba era cómo iba vestida la víctima, no que fuera gay. Es la coartada perfecta para evitar la condena por delito de odio y el tribunal se la compra. Increíble pero verdad. Le compra que no había homofobia, sino que le molestaba la forma de vestir de la víctima porque estaba cerca su hija. O sea, que el agresor le grita de forma muy agresiva "te voy a dar tal hostia que la mariconería se te va a quitar" y "vamos fuera que voy a hacerte hetero a hostias", y la audiencia le compra que no había homofobia.

Aimar Bretos, muy crítico con la absolución de un hombre por amenazas homófobas: "Por si alguien daba ya por conquistadas las reivindicaciones"

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Pero es que es más: dice la sentencia, "el episodio se limitó a un incidente en un local que ni siquiera estaba muy concurrido y nadie se sumó a la actuación del acusado ni este incitó a nadie para que atacara". Oye, es un alivio, como nadie se sumó, como el agresor no pidió refuerzos para seguir acosando a la víctima, pues pelillos a la mar.

Dice la sentencia, eso sí: "Las expresiones del acusado son intolerables y debemos rechazarlas sin paliativos". Como si la sentencia fuera un comentario de texto o una misa, dice el tribunal: "intolerable", pero delito de odio no hay.

En "te voy a hacer hetero a hostias o te voy a dar tal hostia que la mariconería se te va a quitar". Ahí la audiencia no ve delito. Dice que si eso amenazas, pero que como nadie acusó por amenazas, pues que no lo condenan. Absuelto de todo. Y aquí no ha pasado nada.

Estaba leyendo la sentencia antes, y me acordaba de los cínicos que estos días se preguntaba en redes sociales, con motivo del orgullo: "¿me puede decir alguien qué derecho les falta a las personas LGTB?".

Pues mire, el derecho a entrar en cualquier sitio, a pedir una hamburguesa o lo que sea, sin que se te acerque un cromañón a insultarte e intimidarte, sin tener que mirar alrededor y hacer permanentemente una evaluación de riesgos antes de actuar -libremente, visiblemente- como cada uno es y como a cada uno le da la gana.

Las partes tienen diez días para recurrir. La Fiscalía debe hacerlo, porque esta sentencia es infame. Pero al mismo tiempo es un detallazo del tribunal haberla publicado dos días antes de la manifestación estatal del Orgullo LGTBI en Madrid. Por si alguien se planteaba siquiera si en 2024 había llegado ya el momento de dar por conquistadas las reivindicaciones y entregar las plumas.

 
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