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Cuando la educación infantil no es lugar para hombres

Desde centros que rechazan currículums de hombres hasta otros que les imponen normas diferentes: directores y docentes hablan en este reportaje sobre la reticencia a contratar profesores en la educación infantil por temor a la pederastia

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Madrid

"Con mucho reparo, tuve que contratar a un hombre" dice Pilar Ballesteros, directora de una escuela infantil, sobre la ocasión en la que tuvo que incorporar a un profesor a su plantilla por urgencia e imposibilidad de encontrar a otra persona. Su postura es hoy otra, pero, durante años, apartó sistemáticamente las candidaturas de maestros que querían trabajar en su escuela: "Los currículums que llegaban, yo los rechazaba". De no haber sido por la inminencia con la que tuvo que contratar a aquel chico —hijo de una conocida y, por tanto, de mayor confianza— y la buena acogida que tuvo, no habría cambiado su visión. Hoy, ha dejado atrás ese criterio, pero explica abiertamente que el rechazo y temor de las familias eran el motivo por el que lo hacía.

Como expone Eduardo Rojo, catedrático retirado de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Autónoma de Barcelona, tanto la normativa española como la europea prohíben tajantemente la discriminación por razón género en el ámbito laboral. Sólo casos muy particulares —como el modelaje, en algunas ocasiones— la permiten, siempre y cuando exista una justificación adecuada de la necesidad de ejercer tal delimitación para el ejercicio del puesto de trabajo: "Desde luego, yo no la veo en el caso de los maestros o maestras", explica el jurista. Sin embargo, abundan en Internet las ofertas que leen "se busca maestra" o "se busca profesora", algo que Rojo determina que no se encuentra dentro de la legalidad y que conduce a una discriminación incluso previa a que el solicitante sea rechazado: la discriminación ya existe en el momento en el que un hombre omite la oferta por pensar que sólo está dirigida a mujeres, explica el experto.

"El principal problema a la hora de no contratar hombres es la pederastia"

Juan Hortal ha trabajado en la educación infantil desde la década de los ochenta en diferentes puestos, desde auxiliar hasta director de una escuela. Observa que el rechazo a los hombres en el sector es mayor en la última década que cuando inició su carrera; él lleva, de hecho, siete años en paro y atribuye a esta situación parte de culpa. No obstante, la discriminación no sólo la ha observado durante la búsqueda de empleo: también en activo, ya contratado, cuenta que fueron varios los centros que le quisieron imponer normas diferentes a las de sus compañeras. "Me animaron a no cambiar a los alumnos cuando se hacían sus necesidades", explica —diferenciación en la normativa aplicable al trabajador en función de su género que, según Rojo, no está permitida—. "Jurídicamente, debe ser otra razón de peso la que lleve a una diferencia", explica el catedrático. Hortal tiene claro cuál es: "El principal problema a la hora de no contratar hombres es la pederastia".

Juan Carlos Copero y Sofía García, ambos recién graduados en Educación Infantil, analizan la situación desde la perspectiva de quien inicia su carrera laboral: en el caso de Sofía, con mayor facilidad que sus compañeros hombres. "Como mujer que lucha por la igualdad, tanto para hombres como para mujeres, resulta un poco frustrante ver que no contratan a mi compañero por el hecho de ser un hombre, no porque tenga menor preparación que yo", afirma ella —quien también apunta que esta cuestión perpetúa el rol de cuidadoras frecuentemente asociado con las mujeres—.

Las razones: la prevención y el rechazo de las familias

La perspectiva de Joana Gomariz y José Arroyo, que, como era el caso de Pilar Ballesteros, dirigen escuelas infantiles evitando la contratación de hombres, da la razón a Juan Hortal: el temor a la pederastia hace que se muestren reticentes a incluir a maestros en su plantilla. Ambos reconocen que esa discriminación existe en su sector y la lamentan, pero admiten preferir la contratación de mujeres, un sesgo en la plantilla que se ve favorecido por el hecho de que la mayoría de currículums que reciben son de perfiles femeninos.

En el caso de Joana, el rechazo de las familias y la potencial pérdida de alumnos es la que le lleva a preferir a mujeres, mientras que José habla, más bien, de una prevención por su parte: "Por uno mismo, uno puede poner la mano en el fuego, pero, por los demás, cabe siempre esa duda". Para los dos directivos, la predominancia de hombres culpables de los casos de pederastia en escuelas infantiles que salen a la luz hace que consideren que contratar a un maestro pone en riesgo la permanencia de sus alumnos. "Seguiremos avanzando y llegará un momento en el que seguro que esto ya no será importante", dice Gomariz al pensar en la evolución de este problema; sin embargo, no ve este cambio como parte del futuro más inmediato: "Esas incertidumbres, esas desconfianzas, esa sensación de 'uy, pero no me quedo tranquilo', están ahí", concluye.

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