Los pasos
"La gente creía en la tierra; pero no debido a un sentimiento patriótico, sino porque la pisaba, porque la oía desmenuzarse, y la sentía crepitar, cuando la hollaba en cada paso dado"
La píldora de Andújar | Los pasos
Barcelona
Los pasos estaban metidos en una cajita gris, y empezaban a andar cada vez que el dueño descolgaba el teléfono del bar. Yo me quedaba hablando con alguien que estaba lejos, y era el teléfono quien andaba. Al terminar la llamada, se tenía que pagar en función de los pasos que había dado el aparato. En ese sentido, el teléfono tenía algo de cinta de correr de los gimnasios. Antonio Machado anduvo también mucho, y de hecho murió agotado de andar, pues tuvo que irse de España caminando, como en sus poemas. Entonces, la gente creía en la tierra; pero no debido a un sentimiento patriótico, sino porque la pisaba, porque la oía desmenuzarse, y la sentía crepitar, cuando la hollaba en cada paso dado. No es que los caminantes se notaran más vivos por el rechinar del suelo bajo las plantas de sus pies. Era al contrario, el mundo está vivo porque se nutre de personas andando. La energía telúrica es el reflejo de la energía humana. Van Gogh se dio cuenta de esto cuando pintó aquel par de botas cuarteadas. Los viejos zapatos gastados. De este modo, lo que había sido biografía se transformaba en energía telúrica. Quien dice telúrica, dice subterránea. Pues nada más cercano al centro de la Tierra que esos dos zapatos que Van Gogh había retratado en su casa amarilla, de Arlés. Van Gogh anduvo con ellos hasta Bélgica, donde fue a predicarles a los obreros. Su padre había sido pastor protestante, y siempre somos el reflejo de los demás. Venían de lo más profundo de la tierra aquellos zapatos, y por eso Van Gogh decidió ir en busca de los mineros, que son los encargados de abrir esos caminos. Pues bien, siguiendo ese sendero de los zapatos viejos fue como Tom Waits iba a encontrarse con Van Gogh. Ya lo dijo Machado, no hay camino, solo hay vida.