Errores que cometemos con las plantas
En nuestro jardín hemos llegado a más de 200 variedades y repasamos los (pocos) fallos que hemos cometido con las plantas
Repaso a nuestras 200 especies de plantas y el nenúfar
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Madrid
Nuestro listado de plantas ha llegado a la interesante cifra de 200 especies y cultivares diferentes. Ahora tenemos un pequeño jardín botánico. Ese es el riesgo de meter a un jardinero en la radio. Normalmente solemos engañar diciendo que van a ser solamente un par de plantas. Luego llega una tercera, y, cuando te quieres dar cuenta, te juntas con más de doscientas especies, variedades y cultivares distintos. Y de bastantes las tenemos repetidas, así que eso hace un buen puñado de plantas en total.
Pero no todo son éxitos, así que en casa no se rindan, llevo cuidando de ellas desde que era un niño, y, desde entonces, unas cuantas se me han muerto por no darles lo que ellas necesitaban. Es así, hay que asumirlo y aprender de esos errores para que no se repitan. Una de las frases que más oigo en la terraza es la de "cómo se nota que sabes cuidarlas". Pero sigo aprendiendo de las plantas, de su cultivo, y todavía se cometen errores.
La falta de luz en la Zamioculca
El primero de nuestros errores fue con la Zamioculca (Zamioculcas zamiifolia). La trasplantamos a una maceta mayor, y la coloqué en un sitio con mucha luz, pero no muy intensa. Al contar con un buen sustrato y un buen abonado, la planta creció muchísimo, y generó unas hojas muy largas. Pero como no tenía una luz muy potente, las hojas, grandes y pesadas, comenzaron a doblarse. Así que tuve que entutorarlas y saqué la planta a la terraza, para que esas hojas nuevas tuvieran más fuerza y se sostuvieran por sí solas.
Escoger el sustrato ideal
Otro fallo que ya hemos mencionado alguna vez fue la de utilizar un sustrato con mucha turba negra. La turba negra es un sustrato orgánico que proviene de plantas descompuestas, y que genera una tierra oscura, negra, muy densa. Es un sustrato que retiene muchísima agua. Pues bien, un día preparamos aquí unos semilleros, alrededor de octubre del año pasado. El sustrato que utilicé era el que tenía en ese momento, una mezcla comercial. No era el sustrato más apropiado para hacer semilleros, pero no pensé que afectaría demasiado a las semillas. Fue un error, porque afectó, y mucho. Al tener tanta turba negra, no permitió que las semillas tuvieran una buena cantidad de oxígeno allá abajo, y muchas se pudrieron, debido a este sustrato asfixiante. Hasta tal punto, que no germinaron más que cuatro o cinco rábanos, de los más de veinte que sembramos. ¡Y puedo asegurar que es una semilla que germina muy fácil! Así que lección aprendida, y la próxima vez esperaré a tener el sustrato adecuado antes de lanzarse a sembrar.
La falta de ventilación con la aralia
En paralelo a la terraza tenemos un pasillo totalmente acristalado, casi como un invernadero. Pero no tiene ventilación. En invierno, allí es donde puse ciertas plantas que estaban todavía pequeñas o que quería proteger del exceso de frío. Así hice con la aralia (Fatsia japonica), una planta que compré en las semanas más gélidas de este invierno pasado. Como era una planta que venía de un vivero de la costa, donde la habían cultivado sin nada de frío, no quise exponerla de repente al mes de enero madrileño y castellano, para que sus hojas no se quemaran. Así que la dejé en esta suerte de invernadero. Pero las semanas fueron pasando, el frío se fue, y la aralia seguía allí. Hasta que vinieron unos días de mucho sol y de bastante calor. El pasillo acristalado se calentó, y hasta tal punto que hacía muchísimo calor en él. ¿Qué ocurrió con la aralia? Que sus hojas se quemaron superficialmente con unas manchas marrones por ese exceso de temperatura. Así que he aprendido que, en ese pasillo acristalado, sin ventilación, hay que tener un extremo cuidado cuando lleguen los días más cálidos y soleados.
La necesidad de abundante agua de la cala
Al principio la cala (Zantedeschia aethiopica) estuvo perfecta y echó unas cuantas flores, de las que hablamos en directo. Lo que pasó con la cala es que la puse en un macetón, y en él sembré mielaria (Lobularia maritima) de flor blanca. Es esta planta herbácea que gusta tantísimo a los insectos polinizadores, una especie indispensable en los huertos. Cuando llegó la primavera más avanzada, la cala se fue viniendo abajo, y le fui cortando sus hojas, amarillas y sin fuerza. Por más que la regábamos, no había nada que hacer, la cala seguía débil. ¿Qué ocurrió entonces? Pues que en ese macetón utilicé el mismo sustrato que con los semilleros, con mucha turba negra. Mientras se fue regando y el tiempo era húmedo, con lluvias, el sustrato se mantuvo hinchado y bien hidratado. Pero llegaron los calores, y algunos días ese sustrato se quedaría más seco. Así que se contrajo, redujo su volumen, y generó un espacio entre el sustrato y la maceta. De esta forma, cada vez se regaba la cala, una gran parte del agua se iba por ese espacio, y el sustrato no se hidrataba correctamente. Como toda la maceta estaba cubierta por la mielaria, no se veía ese hueco. Hasta hace un par de semanas, que machaqué bien el sustrato en superficie y rellené el espacio. Así que, ahora, toda la parte subterránea de la cala sí que se está hidratando correctamente, y esperamos que saque nuevas hojas muy pronto.
Eduardo Barba
Eduardo Barba Gómez es jardinero, investigador botánico en obras de arte, paisajista y profesor de jardinería....