Refriega miserable

Madrid

La crispación entre el PP y Vox, hasta ahora socios amigables, obedece a un motivo miserable: la oposición radical de VOX a aceptar que se redistribuyan por toda España niños inmigrantes llegados a Canarias, que tiene saturados los dispositivos de acogida, frente al intento de pactar un compromiso desleído por parte del PP.

Fíjense: eso sucede justo cuando el mundo del fútbol está dando una lección mayúscula sobre los beneficios que nos trae la inmigración a todos los países europeos. Cada niño que los ultras dejan aparcado en la cuneta es un potencial campeón como Lamine, que solo tiene 16 años.

VOX sigue emperrado en tratar a los negros procedentes de África como esclavos indeseables: pretende enviar las cañoneras contra sus cayucos. El PP acepta solo un reparto entre autonomías que sea voluntario para ellas. Ya está previsto y se ha comprobado que no funciona. Además, el nuevo pacto migratorio europeo obliga a los 27 países a encargarse, todos ellos, de la acogida o de su financiación. Se ve que la solidaridad que postula el PP es menos generosa que la existente pactada incluso con los Gobiernos europeos mas golfos.

El regateo es miserable también porque de momento se trata solo de 347 niños frente a los 62.447 jóvenes ucranianos que ya hemos acogido. Cierto que Europa les protege más. Pero eso no explica que esos pretendidos 'hipercatólicos' de Vox, con dirigentes significados del Opus Dei traten a estos correctamente y a los de color como carne de cañón. Se llama racismo.