Salir pitando
"No es lo mismo pitar para que te hagan caso, como ocurría con el profe de gimnasia, que pitar solo por el gusto de pitar. Las vanguardias artísticas llamaron a esto el arte por el arte. Un artista es alguien que no traiciona a los niños."
La píldora de Andújar | Salir pitando
Barcelona
De niño, me hice moderno en clase de gimnasia. Entonces, Vox no existía, pero eran los que mandaban. Existir es de pobres. Igual que hoy, antes había en España muchas procesiones. Sin embargo, con el profe de gimnasia, en vez de genuflexiones hacíamos flexiones. Ser moderno es soltar lastre, abdicar de los prefijos. Una flexión resulta mucho mejor que una genuflexión. Construye un país más flexible. Los prefijos son a las palabras lo que el contrato fijo discontinuo a los trabajos. Donde hay un prefijo, no hay nada fijo. Por ejemplo, uno tiene la determinación de hacer algo; pero, como no lo tiene fijo, va dejándolo hasta que la cosa sucede por sí misma, y entonces la determinación se convierte en predeterminación. Con los prefijos, la culpa siempre es de los demás. Lo que en el profe de matemáticas era una tiza entre los dedos, en el profesor de gimnasia era el silbato en la boca. Nosotros decíamos pito en vez de silbato. Cuando nos compraban un Pitagol, que era un Chupa-Chups soplable, nos convertíamos en árbitros sin equipos. Los niños de antes soplaban mucho. Luego vinieron los prefijos, y todos los que soplábamos hemos acabado resoplando. Me pasé toda mi infancia soplando como un desesperado. Era porque hacían los globos de un plástico muy duro y había que soplar con mucha fuerza para inflarlos. Un domingo por la noche, dieron una película de Louis Armstrong, y me sentí totalmente identificado con su cara sudorosa. No es lo mismo pitar para que te hagan caso, como ocurría con el profe de gimnasia, que pitar solo por el gusto de pitar. Las vanguardias artísticas llamaron a esto el arte por el arte. Un artista es alguien que no traiciona a los niños. Y que detesta los prefijos. ¡Buen verano, y no salgan pitando!