Entrevista | Soledad Puértolas: "Hay que reivindicar la democracia y la libertad porque siguen significando mucho"
La escritora y académica de la lengua acaba de publicar 'La novela olvidada en la casa del ingeniero' con Anagrama, una historia dentro de otra historia, que ha convertido en una perfecta muñeca matrioshka con varios narradores que van componiendo un relato que comienza al más puro estilo policíaco y que nos habla de familia, de destino, de roles que asumimos y de historias que se repiten
Entrevista | Soledad Puértolas: "Hay que reivindicar la democracia y la libertad porque siguen significando mucho"
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Dice Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) que un escritor necesita descansar, quizá más cambiar de ritmo porque escribir nunca deja de escribir. A punto de irse de vacaciones a Galicia donde pasará todo el verano conversamos con la autora de su último trabajo 'La novela olvidada en la casa del ingeniero' que publica con Anagrama, una historia que surge de un manuscrito perdido y que sin quererlo ha convertido en un laberinto narrativo que funciona a la perfección.
¿De dónde surge construir la novela de esta forma?
Es una casualidad, no ha sido producto de un juego metaliterario que yo me hubiera propuesto. Simplemente me encontré con una novela que yo había escrito hace 30 ó 40 años y que no la hubiera revisado en mi vida ni visto porque no estaba ni impresa. La encontró mi marido en un disquete en el desván de la casa de Pozuelo donde vivo, que tiene un desván al cual van a parar los ordenadores viejos. Y ahí estaba este disquete que no estaba ni impreso ni nada y me dijo mi marido aquí hay una novela, te acuerdas. Le dije que sí aunque yo no tenía mayor interés pero me dijo que me la iba a imprimir para ver si funcionaba el ordenador. Cuando ya estaba impresa tardé mucho tiempo en leer la novela. Si no llega a ser por eso, esta novela no sale. Cuando me la encontré estaba escribiendo una novela cuyo narrador era un escritor de novelas juveniles que era Mauricio Ballard y pensé que qué mejor que dársela a él para que opinara. Y se la di a él. Y él decidió que sí, que le gustaba mucho, había algo muy juvenil, muy fresco. Y luego claro Mauricio ha metido mano en la novela porque le gustó tanto que la hizo suya.
Sitúas en el centro de la novela el hallazgo de ese manuscrito pero también hay una herencia, una muerte inoportuna, o no tanto... Comienzas al más puro estilo policíaco, pero luego todo termina en un relato personal de amor, sobre la complejidad de los afectos y las relaciones en familia. ¿Cómo consigues que funcionen todas las piezas de este laberinto narrativo?
Pues no lo sé pero han encajado. La primer la novela es la de la herencia y la está contando una chica que tiene ambición literaria y que quiere expresarse con lo que es, seguir adelante. Me encontré con que era muy valiente en lo que estaba diciendo, quizá planteando las cosas con mucho desparpajo, con mucha pena, con mucha osadía en cierto modo. Y luego como Mauricio es el que está leyendo la novela y ha metido también cosas, pues ha encajado. A Mauricio le encantó esta narradora. Y yo creo que hay también una conexión entre los dos narradores, entre Mauricio y esta chica que no sabemos cómo se llama, que él la llama Laura aunque la que cuenta la historia, es una tal Leonor. A mí me parecía muy cómico todo pero es que las cosas iba saliendo así.
Mauricio es escritor de literatura juvenil que hace suyo el manuscrito y que va salpicando, como él dice, interrumpiendo toda la novela con sus propias reflexiones sobre la literatura. Se plantea qué es ser novelista, habla de la importancia de la trama. ¿Por qué teorizas sobre estos conceptos y cuánto hay de ti en esas definiciones?
Mauricio es escritor de novelas juveniles pero también quiere escribir una novela para adultos, y se encuentra con esta novela que es de un aliento juvenil pero hablando de cosas ya de adultos y se siente muy involucrado y se pregunta qué tipo de novela hay aquí. Él es partidario de la trama como escritor de novelas juveniles, siempre le ha interesado atrapar al lector en la trama así que es inevitable que esta novela le suscite interés por decir algunas cosas. A él no le gusta mucho teorizar, él no quiere ser el típico que juega con la literatura porque él está muy metido en el argumento de la novela. Él se ha encontrado como con un espejo de una novelista ignota que ha dejado su novela allí y eso es una materia muy suya y siente la necesidad de teorizar. Claro que hay mucho de mí ahí porque yo estoy con él pero también estoy con ella, voy de aquí para allá, como autora final y como testigo de lo que va pasando.
Mauricio también se pregunta sobre el método de escribir una novela. Con tantísimas obras escritas, ¿has confeccionado tu propio método, cuando te sientas a escribir sabes por dónde vas a ir o dejas que la historia te lleve por donde ella quiera?
No, no hay método. Hay una anécdota que le cuenta un amigo suyo que es la niña que le ponen a hacer una suma en la pizarra y la hace pero le han puesto varias y le preguntan por qué no has hecho las demás y ella dice es que las demás se hacen de la misma manera. ¿Y qué pasa con la novela? Cada una va a tener su propio método. Si escribieras todas de la misma manera, estarías escribiendo siempre la misma novela, no?. Ésta es una novela insospechada para mí porque quién me iba a decir a mí que de un manuscrito que había desechado y que había arrinconado y que no tenía ni curiosidad por leerlo me ha surgido algo que nunca pensé, que era hacer dos novelas a la vez pero respetando siempre que lo que más me ha interesado es que la historia me llegue, me interese porque si me interesa a mí, le interesará a alguien más y quiero compartirlo.
A los narradores les acompaña una galería de personajes que forman parte de una familia aislada formada por mujeres que no saben nada de la vida pero que parecen felices. ¿Qué mujeres han inspirado a estas protagonistas?
Hay una galería efectivamente de mujeres que me encantan. La propia tía Leonor, que es la que mete a Leonor, que luego lo cuenta Laura, la narradora en todo este tema de la herencia. Es la típica mujer casada, te estoy hablando de recuerdos de mi infancia de los años 50, 60 y 70, que sabe que su marido tiene otra familia, que hace lo que le da la gana. Ella tiene muchísimo carácter y está pendiente de una herencia por parte de su marido, ha puesto toda su ilusión en que muera la propietaria de esa herencia y ella ser recompensada por lo que ha aguantado a su marido. Esta mujer está inspirada en personas que conozco, en personas de mi propio entorno familiar. También la madre, desde luego, el tío también, tienen mucho que ver con personajes de mi historia familiar.
Es una novela que nos habla de la familia, de los roles que asumimos, también de las historias que se repiten y del destino y de la fatalidad que muchas veces recaen sobre una misma persona. ¿Tenemos en nuestra mano algo para poder cambiarlo o estamos abocados a lo irremediable?
No, para nada, no estamos abocados a lo irremediable, el destino lo escoges tú como yo he escogido esta novela, he escogido enfrentarme a ella. No abocados, en absoluto. Sería terrible pensarlo. La tragedia de la vida es cuando te aboca irremediablemente, que a veces pasa. Pero eso es una perversión de la vida. Lo que hay que intentar es que la vida no te toque, que no hay que luchar contra la idea de destino, desde luego. Y yo creo que es como un deber individual y colectivo también.
La narradora de la historia principal de la novela termina concluyendo que no está buscando explicaciones, sino que realmente lo que hace es huir. ¿La literatura es una forma de huida o de búsqueda?
Es que es un poco lo mismo. Para mí la huida se convierte en búsqueda. El punto de partida es la huida y luego te das cuenta que esa huida es una forma de búsqueda. Quizás sea un momento solo pero si no partes de una idea de que quieres irte de un lado, no vas a otro pero ese otro luego te capacita para estar donde estás, que es donde estás, de ahí no puedes huir. Toda huida en literatura se convierte en búsqueda.
La novela tiene de fondo los años del tardofranquismo, un momento en el que había esperanza por el cambio. ¿Cómo ves con la perspectiva del tiempo esos años?
Aquellos gritos que lanzábamos los estudiantes de democracia y libertad, con aquella fuerza de las manifestaciones y aquel miedo, yo he sido siempre muy miedosa y me daban un miedo terrible, pero me sentía obligada por el entorno de mis amigos estudiantes de ir a esas manifestaciones en la glorieta de Quevedo, próxima a mi casa, aunque me daba un miedo espantoso pero aquellos gritos de democracia y libertad qué significaban y qué significan ahora, esto es lo que me pregunto, qué entendemos por democracia, qué entendemos por libertad. Creo que estamos en un momento muy difícil, con muy poca meditación, con muy poca reflexión. La era digital ha fomentado todo esto y yo creo que lo que puede hacer el escritor es dar una señal de aviso y decir a ver qué ha pasado, qué significan estas consignas, en qué sociedad vivimos, ésta es la sociedad con la que hemos soñado. No por la que hemos peleado, que resulta un poco heroico. Y tampoco es real. Yo no me considero una luchadora heroica ni mucho menos. Me tocó lo que me tocó y reaccioné. Pero no podemos darnos por vencidos, tenemos que reivindicar aquellos lemas que siguen significando mucho.