De Conrad a 'La mancha', lecturas imprescindibles para el verano
Agosto para muchos es el mes de los reencuentros familiares, de la vuelta al pueblo para pasar unos días de vacaciones. A veces ese regreso es traumático, como le pasa a Enrique Aparicio, que nos presenta 'La mancha', su primera y magnífica novela. Celebramos el centenario de Joseph Conrad, nos vamos al Festival de Mérida y recordamos a la cantante Cecilia
De Conrad a 'La mancha', lecturas imprescindibles para el verano
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Unos vuelven a casa por Navidad, otros muchos regresan al pueblo para pasar sus vacaciones estivales. Sea invierno o verano, los reencuentros siempre los pintan felices, pero todos sabemos que no es (siempre) así. Volver a los orígenes es muchas veces hacerlo a una infancia gris, como le pasaba a Diego Pinillos, guionista y escritor con el que hace un año viajábamos a su infancia en Segovia en Felices como bestias, una novela entre un futuro incierto por la crisis y un pasado negro por la homofobia que sufrió de niño.
Algo parecido le ha pasado a Enrique Aparicio, periodista cultural y que también publica su primera novela. La mancha, con Plaza & Janés, es la historia de Valentín, un joven que se ve obligado a regresar a la casa de sus padres, a su pequeño pueblo manchego, ante la falta de oportunidades laborales tras la crisis económica y financiera. Un regreso traumático al lugar del que se sintió expulsado, forzado a huir.
La Mancha, con mayúscula, es un territorio muy particular que ha moldeado la identidad del autor, una identidad hoy politizada. La Mancha es rural, pobre, ha dado de comer y de beber al resto de España, que muchas veces mira a los manchegos como paletos. Aparicio rescata los diferentes acentos en el libro y es maravilloso. La mancha, con minúscula y como se titula el libro, es el agujero negro que el protagonista lleva dentro. El peso de una infancia en soledad y ocultando siempre su sexualidad. Un ejercicio físico y mental agotador, que deja heridas muy difíciles de cicatrizar.
Esta deliciosa historia es un camino desde la venganza a la reconciliación con uno mismo, con sus familiares y allegados, con las raíces. Uno de los libros que sin duda recomendaremos cuando termine 2024, estamos de acuerdo con Ana Belén.
Este 3 de agosto se ha cumplido el primer centenario de la muerte de Joseph Conrad, uno de los más grandes novelistas de la literatura inglesa, renovador del género y fino analista de la vulnerabilidad e inestabilidad moral del ser humano. A los 17 años se enroló como marinero, una experiencia que cambió su vida y marcó su escritura, denunciando la colonización. El corazón de las tinieblas, Lord Jim o Nostromo son algunas de sus obras más conocidas y que recomendamos leer o releer. Joseph Conrad ha sido además adaptado al cine en numerosas ocasiones, películas e historias que repasamos con la jefa de Cultura de la Cadena SER y directora de El Cine en la SER, Pepa Blanes.
Seguimos en el Teatro Romano de Mérida. Esta semana es el turno de Blanca Li, que regresa al festival con Dido y Eneas, ópera primordial de la historia de la música inglesa, una de las cimas de su autor, Henry Purcell. La directora de escena y coreógrafa se ha unido a William Christie, director del conjunto orquestal Les Arts Florissants para esta adaptación contemporánea que bebe del libro IV de La Eneida, que el poeta latino Virgilio escribió en el siglo I antes de Cristo.
Blanca Li regresa al Festival de Mérida, después de haber debutado con El sueño del Minotauro en 2002. Dido y Eneas, nos explica, encaja perfectamente en este festival, porque es otra vez una vuelta a la mitología, a los héroes y en un espacio que encaja perfectamente con el que se describe en la ópera de Purcell. La coreógrafa ha hecho un espectáculo con muy pocos elementos de decorado, porque se ha centrado en el cuerpo, dice. "En Dido y Eneas se cuenta una historia de amor y de pasión, pero que pasa por todas las fases inimaginables. Desde el principio de una relación hasta el suicidio y todos los estados emocionales posibles. Es muy impactante en esta obra de una belleza musical increíble. Pasas desde las mariposas en el estómago, a la seducción, el consentimiento, la consumación del amor, el miedo de lo que pasa después, la angustia, el abandono, el suicidio, el desamor. Es muy fuerte y para contar esto con la danza, lo estuve pensando, decidí trabajar a partir del diafragma, porque todo lo que sentimos, lo hacemos desde el diafragma, hay algo ahí en el diafragma, que es la parte donde están todas las emociones", explica.
Li y William Christie ya presentaron un Dido y Aeneas hace un año en los Teatros del Canal. "Es el gran director barroco que hay ahora mismo y su orquesta Les Arts Florissants es de las más importantes que tenemos en el mundo barroco", subraya Li. Le pidieron crear la puesta en escena de la ópera y la gira terminó hace un año en el Liceu. Dice Blanca que se enamoró tanto de la música, que quiso seguir y hacer un ballet de la ópera. "Un ballet con diez bailarines y elementos totalmente nuevos, la de Mérida es una nueva creación, aunque inspirada en la ópera del año pasado", añade.
Hemos hablado con Blanca Li hace unas semanas, cuando estrenó en los Teatros del Canal La liberazione de Ruggiero dall'isola d'Alcina de Francesca Caccini, la primera ópera compuesta por una mujer, que conozcamos. "Una mujer no ve las cosas desde el mismo punto de vista que un hombre, y sobre todo en esas épocas, porque sus vidas eran muy diferentes. Es obvio que es muy importante tener los dos puntos de vista del mismo mundo, ver cómo una mujer cuenta una historia y cómo la cuenta un hombre de una misma época. Todavía hoy es muy importante que en el cine, en la danza o en las artes plásticas las mujeres estemos ahí, porque nuestra manera de contar las necesidades que tenemos, de transmitir emociones y nuestras historias son diferentes. Somos la mitad de la humanidad, es importante que estemos ahí", defiende la directora de Madrid En Danza. Con Blanca Li hemos hablado de la situación de la danza y de la ópera en nuestro país y de sus inquietudes, que pasan por el cambio climático o la Inteligencia Artificial, ahora que acaba de entrar en vigor el Reglamento de Inteligencia Artificial de la Unión Europea, pionero en el mundo.
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Como cada verano, hacemos un recorrido por los principales museos de nuestro país. Hoy nos detenemos en el MUSAC, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Nuestro compañero Óscar González, de Radio León, ha visitado dos exposiciones. Una la de María Luisa Fernández y otra, la que les acercamos hoy, dedicada a las pinturas de Prudencio Irazábal (Puentelarrá, Álava, 1954). Nos cuenta Óscar que nada más entrar a la muestra, el visitante se encuentra con un espacio diáfano, que prácticamente lo obliga a detenerse de manera inconsciente. Es la primera impresión de las 29 piezas que componen la muestra de Prudencio Irazábal . El hormigón de la estructura, la luz y la altura del espacio se mezclan con el color de las piezas de este artista alavés, afincado desde hace años en Nueva York.
La exposición, Contradistancia, reúne un conjunto de pinturas realizadas por Irazabal desde mediados de los años noventa. No es una retrospectiva, porque "es imposible realmente resumir 30 años de trabajo, todo ese abanico, en una exposición", afirma el comisario de la muestra. Hasta el 13 de octubre en el MUSAC de León.
Nos vamos recordando a Cecilia, la cantante que murió el 2 de agosto de 1976, con apenas 27 años, en un accidente de tráfico. Tres años antes, en 1973, Cecilia sacó su segundo disco, tras el gran éxito de su primer trabajo, que incluía sus famosas canciones Nada de nada o Dama, dama. Pero Cecilia 2 nunca terminó de gustar a la cantante, que tuvo muchos problemas con la discográfica. A pesar de que fue un trabajo más personal, más maduro y elaborado, no convenció ni a crítica ni a público y acabó teniendo muy malas ventas. Se lo cuenta a Raquel García el escritor Eduardo Bravo, autor del ensayo publicado por Lengua de Trapo que recupera el proceso de creación de aquel trabajo, de aquella Cecilia auténtica, para algunos demasiado rupturista y revolucionaria, y que abordaba temas de calado como la memoria de la Guerra Civil, el suicidio o la emancipación de la mujer.
Cecilia se desencanta y empieza a dejar de tener ilusión por aquel disco, que tampoco quiso promocionar la discográfica y que terminó cayendo en el olvido. CBS llegó incluso a plantearse no volver a grabar a Cecilia y para continuar le exigieron un hit. Fue cuando llegó Un ramito de violetas.
Advierte Eduardo Bravo, el autor del ensayo, que "nosotros ahora vemos a Cecilia desde la distancia, con más perspectiva, pero en aquella época era considerada una cantante innovadora, vanguardista y demasiado moderna en ocasiones, hay gente que le parecía que lo que cantaba no era normal. En la época teníamos a cantantes como Massiel o Ana Belén, cantautoras como María Ostiz, pero que está a años luz de aquella Cecilia", afirma.