La primera impresión cuenta, y mucho. De lo que suceda en los primeros segundos, una persona puede enamorarse de otra. En ciclismo, por ejemplo, es más fácil recordar quién ha ganado la primera etapa que la segunda. Que Alexander Kristoff se impusiera en Rognan es el primer paso para que esta Arctic Race sea un éxito. Si de algo entienden en Rognan es de cables. Nexans es líder mundial de la industria de cable y en esta pequeña localidad se encuentran las fábricas donde se elaboran los elementos de fibra óptica. Un gran negocio que aporta un valor incalculable a la zona. Rognan pertenece al municipio de Saltdal, donde la densidad de población es de 2,3 habitantes por kilómetro cuadrado. Cuentan con orgullo los locales que allí se puede dejar abierta la puerta de casa con riesgo nulo de que pueda haber alguna desgracia. El encanto de Noruega, multiplicado en esta zona situada por encima del Círculo Polar Ártico. Pero como todo pequeño reducto, Rognan tiene su historia increíble. Como que, a pesar de su tamaño, ha visto nacer a un campeón olímpico de lucha... compitiendo con Estados Unidos. Bernhuff Hansen se fue a vivir a Brooklyn un año antes de los Juegos de 1904 de San Luis. Los norteamericanos le nacionalizaron y cuando acabaron los Juegos se volvió a Noruega, donde se casó con su novia de toda la vida... pero sin el orgullo nacional de ver la bandera nórdica junto a su nombre. Voviendo a la carrera, lo intentó Mikel Retegi, uno de los siete valientes españoles que buscan la gloria en Nordland. Estuvo 90 kilómetros en fuga cuando entre Bodo y Rognan sólo hay 49. Es lo que tiene sortear fiordos para llegar de una ciudad a otra. El navarro de Barañain había sido cuarto en la nefasta etapa de la Itzulia que, camino de Legutio, mermó las opciones de Jonas Vingegaard de ganar su tercer Tour. Fue valiente, puntuó en sprints especiales y puertos puntuables e incluso intentó acelerar. Visibilidad para Kern-Pharma. La única opción de evitar el sprint era romper la carrera en Misvaer, puerto de segunda que se coronaba a 18 kilómetros del final. Thomas Bonnet (Total Energies) lo intentó de lejos, pero Jelle Johannink (TDT-Unibet) se movió pensando en el maillot de la montaña y cruzó primero. Pero el destino estaba escrito. Y llegó la volata. Uno-X tiene cartas en todos los terrenos. Que Magnus Cort no sea cabeza de cartel en la Arctic Race sólo se explica por el fondo de armario de su equipo. Suficiente para rematar con Kristoff. Un tipo que con 37 años sigue las ha visto de todos los colores: cuatro etapas en el Tour y dos monumentos (Milán-San Remo y Flandes). Y que da lustre a la Arctic Race. El digno heredero de Thor Hushovd.