La convivencia solo es posible en el silencio

"Pero es que en toda esta inmundicia hay un patrón: Imane Khelif, Dutee Chand, Caster Semenya o Annet Negesa, todas ellas atletas a quienes se les ha echado encima la reacción misógina y tránsfoba, a quienes se les ha intentado apartar de la competición, tienen algo en común además de la testosterona alta, no son blancas, y ahí está el otro problema, que todo esto es un acto de racismo asqueroso, que los niveles hormonales están sujetos a características blancas, que, en realidad, nunca hemos superado “El triunfo de la voluntad”, de Leni Riefehlstahl porque nos sigue poniendo borricas la idea del atleta blanco que posa de perfil arrojando una jabalina al firmamento"

"Lo que más rabia me da es que discutiendo esto, hemos conseguido, yo la primera, caer en la trampa reaccionaria y desplazar la ventana de Overton, es decir, volver a discutir asuntos que deberían estar superados. Ahora tenemos que defender a una deportista de NO ser trans, porque no lo es, pero es que si lo fuese, no debería haber problema. Desde 2004 las mujeres trans podemos competir en los juegos y cuenta tú las medallas o los diplomas que hemos ganado, que a mí me da la risa. La conviviencia solo es posible en el silencio, en la mediocridad, ojito con pisar lo fregado a los y las terratenientes del género, la raza y la normalidad clínica. Debido a mi sobrepeso actual, a menudo los médicos insisten en que haga deporte, después de una tormenta de odio como la de esta semana, ¿a qué mujer trans, a qué mujer de aspecto no canónico, sea masculino, grande o racializado, le quedan ganas de ir a un gimnasio, un club de atletismo profesional o apuntarse al equipo de voley de la parroquia?"

Nos vamos a tener que ver en los descampados, hermanas, allí no molestamos a JK Rowling, Paloma del Río o a Martina Navratilova y hay espacio para correr, llevad gorra, protector solar y agua.