Kamiel Bonneu, en el nombre del abuelo
El ciclista belga del Flanders Baloise gana en la etapa reina del Arctic Race y le dedica la victoria a su abuelo, que falleció ayer. El danés Magnus Cort, líder con un segundo de ventaja sobre Bonneu
Sulitjelma (Noruega)
Kamiel Bonneu es un ciclista modesto. A los 25 años, su palmarés tenía únicamente dos victorias. Pero el destino le iba a deparar un tobogán emocional único en menos de 24 horas. Ayer, en pleno Círculo Polar Ártico, le comunicaron que su abuelo había fallecido. Decidió seguir en carrera y ha confirmado que el ser humano, en situaciones extremas, es capaz de dar un salto. O más. Y Bonneu lo hizo con una victoria de poderío, dejando atrás al italiano De Pretto en las rampas finales de Sulitjelma.
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La etapa había partido de Tverlandet, a 27 kilómetros del cuartel general de la Arctic Race en Bodo. Los mismos que de Madrid a Valdemoro, con la diferencia de que en lugar de rodar por la A-4, aquí sorteas fiordos, bosques de una belleza inagualable, casas contadas por el camino y eso sí, una bandera noruega en cualquier esquina.
En los alrededores de Bodo se forjaron algunas de las novelas más reputadas de Knut Hamsen. Un escritor que fue Premio Nobel de Literatura en 1920, pero cuya popularidad cayó en desgracia cuando se conoció su apoyo al régimen nazi durante la II Guerra Mundial. Aún así, sus historias escenificadas entre fiordos, costas y glaciares son de una excelente calidad y en la época fue valorado como descendiente de Dostoievski y Nietzsche. Casi nada.
El 'boom' Abrahansem
Un ciclista que se ha creado hueco en el corazón de los aficionados locales es Jonas Abrahamsen. Fue el corredor que copó el jersey a puntos de la montaña en el Tour de Francia hasta que la irrupción del ecuatoriano Richard Carapaz le dejó sin el premio final en Niza. Cuando Uno-X le fichó, le pidió engordar 20 kilos. Jonas era escalador y temía que un cambio tan radical de cuerpo le mermaría en la montaña. Sin embargo, se convirtió en un ciclista completo. "Puedo participar en un sprint, estar en una escapada o lanzar a los escaladores... sin haber perdido potencia". Palabra de un exfutbolista que se pasó al ciclismo cuando sufrió una grave lesión de rodilla en su juventud. Y ahora es, a nivel local, un ídolo de masas.
La tercera etapa de la Arctic Race suele finalizar en alto. Tras cruzar Fauske, donde finalizó la segunda etapa, la etapa se adentró dirección a Sulitjelma, donde arranca la ascensión a Jakobsbakken. Sulitjelma es un pueblo conocido por sus minas de azufre y cobre. Y también por sus escasos 500 habitantes. El orgullo que sienten cada uno de ellos cuando vienen a visitarles no se puede explicar con palabras. Orgullo y clase.
Todos sienten a la Arctic Race como la niña de sus ojos. Un alto responsable de una empresa que invierte su dinero en la carrera me pregunta si es muy diferente su carrera del Tour de Francia. Cuando le digo que visualmente es mucho más atractiva la suya, se le ponen vidriosos los ojos. Un jefazo que hace unas semanas estuvo disfrutando del Mad Cool en nuestro país. Tan lejos, tan cerca. La subida final acabó con la ilusión de los escapados, con nueva dosis de kilómetros en cabeza para el neerlandés Johannik, que ha rematado la clasificación de la montaña con tres fugas golosas a nivel de puntos.
Y, en una subida en la que tal vez Uno-X no tuvo tantas ganas de romper la carrera a bloque porque vio que no lo necesitaba, saltó la sorpresa. Leknessund lo intentó para los noruegos, pero no lleva las piernas de hace dos años. De lejos se escuchó la algarabía con su movimiento, pero no fue suficiente. Unai Iríbar hizo un buen noveno puesto para Kern-Pharma, pero la noticia estaba por delante, con Bonneu sacando fuerzas que sólo podían venir desde el cielo. Empezará el día con un segundo de ventaja sobre Magnus Cort. "Mi abuelo ha corrido hoy conmigo". Si vuelve a hacerlo mañana, la gloria será una realidad.