Ciencia y tecnología

Los científicos encuentran nuevos fármacos en lugares inesperados como un caracol tóxico o nuestro propio intestino

Con una de esas sustancias identificadas se puede combatir la diabetes

El doctor Ho Yan Yeung (izquierda) y el doctor Thomas Koch (derecha) examinan un lote de caracoles cónicos recién recolectados. / Laboratorio Safavi

Científicos de la Universidad de Utah han encontrado en un caracol marino una nueva molécula que imita el funcionamiento de una hormona humana (llamada somatostatina) que regula los niveles de azúcar en la sangre. Y, por esta razón, esta sustancia de origen animal podría crear mejores medicamentos para combatir la diabetes, una enfermedad que afecta a 240 millones de personas en todo el mundo.

Sin embargo, antes los investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, tienen que bloquear una de sus características, porque se trata de una toxina que usa uno de los animales más venenosos del planeta para paralizar a sus víctimas, según los resultados de este descubrimiento que publica la revista Nature.

Mejor medicamento

La toxina similar a la somatostatina que detectaron estos investigadores “podría ser la clave para mejorar los medicamentos para las personas con diabetes y trastornos hormonales”, según los responsables de esta investigación.

La somatostatina actúa como un pedal de freno para muchos procesos del cuerpo humano, impidiendo que los niveles de azúcar en sangre aumenten de forma peligrosa.

Los investigadores descubrieron que la toxina del caracol cónico, llamada “consomatina”, funciona de forma similar, pero la consomatina es más estable y específica que la hormona humana, lo que la convierte en un modelo prometedor para el diseño de fármacos.

De hecho, la toxina del caracol cono tiene un efecto más preciso que los fármacos sintéticos más específicos diseñados hasta ahora para regular los niveles hormonales, como los que regulan la hormona del crecimiento.

La consomatina es más específica que los fármacos sintéticos de primera línea y, además, dura mucho más en el organismo que la hormona humana, gracias a la inclusión de un aminoácido inusual que dificulta su descomposición. Esta es una característica útil para los investigadores farmacéuticos que buscan formas de elaborar fármacos que tengan beneficios duraderos.

Fármacos en venenos

Encontrar mejores fármacos analizando venenos letales puede parecer poco prometedor, per Helana Safavi, profesora de la Universidad de Utah y autora principal del estudio, explica que la letalidad de las toxinas suele verse favorecida por la precisión en la acción sobre moléculas específicas en el cuerpo de la víctima.

Y esa misma precisión puede ser extraordinariamente útil en el tratamiento de enfermedades.

“Los animales venenosos tienen, a través de la evolución, componentes del veneno ajustados para alcanzar un objetivo particular en la presa y perturbarlo - explica Safavi-. “Si tomas un componente individual de la mezcla de veneno y observas cómo altera la fisiología normal, esa vía a menudo es realmente relevante en la enfermedad. Es un poco un atajo”.

La consomatina comparte un linaje evolutivo con la somatostatina, pero a lo largo de millones de años de evolución, el caracol cono convirtió su propia hormona en un arma.

Antibióticos en el intestino

El intestino humano promedio contiene aproximadamente 100 billones de microbios, muchos de los cuales compiten constantemente por recursos limitados. “Es un entorno muy hostil”, asegura César de la Fuente, investigador de la Universidad de Pensilvania.

Todas estas bacterias coexisten, pero también luchan entre sí. Y en esa lucha, el laboratorio de De la Fuente ve potencial para nuevos antibióticos, que algún día podrían contribuir a la propia reserva defensiva de la humanidad contra las bacterias resistentes a los fármacos. Después de todo, si las bacterias del intestino humano tienen que desarrollar nuevas herramientas en la lucha entre sí para sobrevivir, ¿por qué no utilizar sus propias armas contra ellas?

En concreto, en una investigación publicada en la revista Cell, este equipo de Pensilvania y otro de la Universidad de Stanford han analizado los microbiomas intestinales de casi 2.000 personas y descubrieron docenas de posibles nuevos antibióticos.

En los últimos años, el laboratorio de De la Fuente ha sido noticia por encontrar candidatos a antibióticos en todas partes, como la información genética de criaturas extintas como los neandertales y los mamuts lanudos.

Javier Gregori

Javier Gregori

Periodista especializado en ciencia y medio ambiente. Desde 1989 trabaja en los Servicios Informativos...

 
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