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Sociedad

El pueblo indígena que lucha por sobrevivir en Suecia: una comisión investiga los delitos de odio a los que llevan años sometidos

El país pone en marcha una comisión para investigar las violaciones de derechos humanos cometidas contra los samis a lo largo de la historia

La Comisión de la Verdad del pueblo sami

Madrid

Estos días hemos hablado mucho de turismo, de cómo viajar de una manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente y con las gentes que habitan los lugares que visitamos. De todos los destinos posibles, hoy escogemos uno que merece especial atención. La prueba es que, ya antes de nombrarlo, nos enfrentamos al primer dilema: ¿lo hacemos por el nombre que usamos normalmente o por el que lo hacen sus habitantes? Nos referimos a Laponia, esa región geográfica de la Europa del Norte en la que vive el pueblo sami, y a la que ellos mismos prefieren referirse como Sápmi.

El término "lapón" tiene connotaciones históricamente negativas, y a menudo se usa como un insulto. Este territorio, situado en el norte del Círculo Polar Ártico, recorre varios países: Noruega, Suecia, Finlandia y la península rusa de Kola. Es difícil saber cuántas personas son sami porque en estos países no se registra este tipo de datos, pero se estima que pueden ser entre 50.000 y 100.000. De estos, unos 20.000 vivirían en Sueci,a país que constituyó una Comisión de la Verdad para investigar los abusos que ha infligido el Estado sueco históricamente al pueblo sami. La petición de constituir esa Comisión viene de lejos, pero el Gobierno sueco se resistía a crearla. Finalmente, la aprobó en noviembre de 2021 y hace unos meses empezó a funcionar.

"Suecia ha sido un país precursor en cuanto a derechos humanos, pero en los últimos años ha dejado de serlo, y eso es muy difícil de aceptar por parte de los suecos, porque nos cuesta ver que haya habido violaciones de derechos del pueblo sami"

—  Charlotta Göller, gerente de programa y asesora en derecho internacional de la Fundación Sueca por los Derechos Humanos

De momento, los miembros de la Comisión están entrevistando a decenas de samis. A partir de sus testimonios, elaborarán unas conclusiones que deberán presentar a finales del año que viene. Una de las integrantes de la Comisión, la abogada Marie Hagsgård nos confirma que llevan más de 270 entrevistas. Ella, en concreto, ya ha hecho 21, y explica que la mayoría de las personas entrevistadas dicen que se han sentido ignoradas, que apenas nadie se ha interesado por su realidad ni por los abusos que han sufrido históricamente. A los sami se les ha tratado como suele tratarse a los pueblos indígenas, desde un supremacismo más o menos sutil.

Una novela que cambió todo

El tema se puso sobre la mesa en Suecia gracias, entre otros factores, a una novela, Robo, de Ann-Helén Laestadius, que cuenta la historia de una joven sami pastora de renos que rompe todo tipo de esquemas y que se enfrenta al odio que sufren los samis por parte de algunos de sus vecinos. Por ejemplo, matando a los renos con una crueldad extrema. La población sami que sigue dedicándose al pastoreo de renos es una minoría, pero esta actividad y, sobre todo, estos animales, son fundamentales para mantener su cultura y su lengua. Mantienen un vínculo especial con ellos. Hay samis que están reclamando que este tipo de crímenes se considere un delito de odio, porque hasta ahora solo se registra como robo. La autora contaba que "es difícil explicar la ignorancia del pueblo sueco respecto a este tema, y ha sido difícil publicar el libro. A pesar de todo, la acogida ha sido buena, y ha servido para poner el tema sobre la mesa".

Charlotta Göller, gerente de programa y asesora en derecho internacional de la Fundación Sueca por los Derechos Humanos, ha contado en La Ventana que "Suecia ha sido un país precursor en cuanto a derechos humanos, pero en los últimos años ha dejado de serlo, y eso es muy difícil de aceptar por parte de los suecos, porque nos cuesta ver que haya habido violaciones de derechos del pueblo sami". "Sin embargo, en los últimos años ha habido un avance en el activismo sami, y el reconocimiento de la iglesia de su parte de las violaciones ha contribuido a impulsar al estado a actuar", explica Göller.

"El problema es el derecho a la tierra, no podemos hablar de pueblos indígenas sin hablar de su derecho a la tierra, porque en eso se basan sus sociedades. Sin tierra y territorio, no existen, es su supervivencia, y a los estados les cuesta reconocerlo"

—   Lola García-Alix, asesora y coordinadora del equipo de gobernanza global del grupo internacional de trabajo sobre asuntos indígenas (IWGIA).

Cada vez que hablamos de pueblos indígenas solemos mirar al continente americano, y, sin embargo, es algo que tenemos mucho más cerca. "No solo ha tardado Suecia, también Dinamarca ha tardado en asumir responsabilidades con los inuitas en Groenlandia", explica Lola García-Alix, asesora y coordinadora del equipo de gobernanza global del grupo internacional de trabajo sobre asuntos indígenas (IWGIA). "Es algo que va en su identidad, son sociedades que no son capaces de asumir que eso haya podido ocurrir en sus países, tienen muchísimo orgullo a la hora de presentarse como estandartes de los derechos humanos, y les cuesta reconocer estos abusos a los pueblos indígenas", cuenta esta experta.

El Convenio 169 como primer paso a nivel internacional

De cara a reconocer los derechos de los pueblos indígenas, la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales impulsó el Convenio 169, que ha sido ratificado por 25 países entre los que no se encuentra Suecia. "El problema es el derecho a la tierra, no podemos hablar de pueblos indígenas sin hablar de su derecho a la tierra, porque en eso se basan sus sociedades.

Sin tierra y territorio, no existen, es su supervivencia, y a los estados les cuesta reconocerlo", explica Lola García-Alix. Marie Hagsgård es miembro de la Comisión de la Verdad Sueca, y explicaba la dificultad del pueblo sueco en asumir estos temas, pues "la gente del norte, dueños de bosques y terratenientes, vieron que estarían limitados en su forma de explotar la tierra si aceptaban proteger el derecho de los sami a utilizar la tierra y el agua para la caza de renos".

En definitiva, fue la falta de unanimidad la que impidió que Suecia firmara este convenio. Lo que queda pendiente ahora es saber cómo se desarrollará la Comisión de la Verdad sueca, y especialmente, ver cómo evoluciona la relación del pueblo sami con el resto de Suecia a partir de esta iniciativa.