París dio este miércoles la bienvenida a las 169 delegaciones nacionales que competirán en los Juegos Paralímpicos hasta el próximo 8 de septiembre con la primera ceremonia inaugural de la historia celebrada fuera de un estadio y con un mensaje revolucionario por la inclusión social de las personas con discapacidad. El espectáculo tuvo lugar en el corazón de la capital francesa con un desfile de los equipos desde los Campos Elíseos -considerada como la avenida más famosa del mundo- hasta la emblemática plaza de la Concordia y con el broche final en el Jardín de las Tullerías. Esa ceremonia sin precedentes se prolongó durante casi tres horas y media, y contó con la presencia en el palco de autoridades de los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y del Comité Paralímpico Internacional (IPC, por sus siglas en inglés), Andrew Parsons. El acto de apertura se basó en la inclusión social de las personas con discapacidad bajo el lema ‘Paradoja: de la discordia a la concordia’ y contó con la participación de cerca de 500 artistas -varios de ellos con discapacidad-, que alternaron espectáculos de música y danza. Fue seguida ‘in situ’ por decenas de miles de personas y, previsiblemente, por unos 300 millones de telespectadores de todo el mundo. La plaza de la Concordia, la más grande de París y escenario de acontecimientos simbólicos de la Revolución Francesa, como la ejecución del rey Luis XVI y la princesa María Antonieta, fue rebautizada después con su nombre actual. Simboliza la transición de la ‘discordia revolucionaria’ a la concordia y la reconciliación nacional, representada por un antiguo obelisco procedente de una de las campañas de Napoleón en Egipto. La dirección artística quiso mostrar al mundo que las personas con discapacidad -que representan un 15% de la humanidad- se exponen a desafíos diarios, por lo que el objetivo era contrarrestar las opiniones preconcebidas de este sector de la población, es decir, erradicar las exclusiones en favor de la inclusión. Ese lugar se convirtió en un teatro al aire libre con un escenario en torno al obelisco y rodeado de seis tribunas, cuyos espectadores vieron desfilar a los miembros de las 169 delegaciones nacionales participantes. Théo Curin -nadador francés que compitió en los Juegos Paralímpicos de Río 2016- abrió la ceremonia tras aparecer al volante de un taxi cubierto de ‘Phryges’, el gorro frigio que representa las mascotas de París 2024. Tras la presentación de Macron y Parsons, que presenciaron el espectáculo desde la tribuna oficial, alrededor de 140 bailarines sin discapacidad representaron una ‘sociedad estricta’ resistente a los cambios y otros 16 sin discapacidad encarnaron un carácter más abierto. Ello provocó situaciones discordantes que permitían reconocer comportamientos sociales, como paradoja de una sociedad que reivindica la inclusión, pero no integra plenamente a este último sector de la población. Al final, y a los sones de una canción de Edith Piaf, ambos grupos se acercaron y se enfrentaron. Posteriormente, comenzó el desfile de las delegaciones nacionales después de que aviones de la Patrulla de Francia humearan el cielo parisino con colores franceses y se desplegaron 16 banderas gigantes. Al ritmo del DJ francés Myd, se sucedieron las llegadas de deportistas y demás acompañantes de los equipos, que recorrieron parte de los Campos Elíseos. Una quincena de ‘Phryges’ paralímpicos acompañaron en el ambiente festivo. La expedición española apareció en el 48º puesto, abanderada por la judoka Marta Arce y el tenista de mesa Álvaro Valera, que comandaron un grupo de cerca de 160 personas, entre deportistas, técnicos, médicos, fisioterapeutas y personal administrativo. Tras otra fase artística, se izó la bandera francesa al son del himno nacional de ese país (‘La Marsellesa’) y llegó el turno de los discursos. “Bienvenidos al país del amor y al país de la revolución”, indicó Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador de los Juegos de París 2024, antes de añadir: “Empezamos la más bella de todas las revoluciones: la revolución paralímpica. Los revolucionarios son ustedes, los deportistas”. Después, Macron declaró inaugurados oficialmente los Juegos Paralímpicos, lo que dio paso a un espectáculo coreografiado en el que los dos grupos anteriores se unieron combinando danza, deporte y arte en un juego ficticio que resaltó el trabajo en equipo, donde personas con y sin discapacidad inventaron nuevos deportes en los que todos podían participar y superan sus diferencias. La ceremonia concluyó con uno de los momentos más deseados: el encendido del pebetero paralímpico. La llama, que por la primera vez en la historia se encendió en Stoke Mandeville (Reino Unido), cuna del deporte paralímpico, entró en la plaza de la Concordia rodeada de más de 150 bailarines e intérpretes con antorchas encendidas, que bailaron al ritmo de ‘Bolero’, de Maurice Ravel, una de las partituras de ballet más interpretadas del mundo. Mientras, la llama paralímpica avanzó hacia el pebetero -el mismo que en los Juegos Paralímpicos-, con forma de globo de 30 metros de alto y 22 de diámetro, como homenaje al primer vuelo de hidrógeno, llevado a cabo por el físico Jacques Charles y su ayudante Ainé Roberts en el Jardín de las Tullerías en diciembre de 1783. Mientras, los hermanos Montgolfier desarrollaban su globo aerostático, que serviría de base para el primer vuelo humano, realizado en la capital francesa. Como fin de fiesta, varios artistas inundaron de color el escenario de la plaza de la Concordia, con sillas de ruedas girando como esculturas de luz a los acordes de ‘Born to be alive’ (‘Nacido para vivir’), del cantante francés Patrick Hernandez. Así, reinó la concordia.