Venecia 2024 | Tim Burton revive en 'Beetlejuice, Beetlejuice', un divertido regreso contra los 'influencers'
Tras algunos baches, el director demuestra que está en plena forma y reúne a un reparto divertidísimo en esta secuela donde vuelve a brillar Michael Keaton, Winona Ryder y el nuevo fichaje, Jenna Ortega
Venecia
Tim Burton ha sido y es uno de los directores más populares de Hollywood. Con un estilo inconfundible y parodiado, conquistó a una generación y dio sentido a las vidas de cualquier bicho raro que sentía que no encajaba en la sociedad. Eduardo Manostijeras, Pesadilla antes de Navidad... Los raros eran los protagonistas y encima tenían encanto. En realidad, sería injusto reducir su carrera a eso, sobre todo porque nos ha dado títulos como Ed Wood, Big Fish o Mars Attack! y hasta dos Batman. Lo cierto es que tras un par de baches, la mayoría de la mano de Disney, Tim Burton no había estrenado nada interesante, y él mismo reconocía en la rueda de prensa haberse decepcionado con la industria de Hollywood. “Los últimos años me desilusioné con la industria. Pensaba que no iba a poder volver a hacer nada más. Durante muchos años he estado algo perdido, y esta película me ha vuelto a dar energía, he conectado con las cosas que me gusta hacer, me he rodeado con la gente que me gusta trabajar y no sé si tendré éxito, pero he disfrutado y eso es lo que cuenta", reconocía en la rueda de prensa del certamen.
Hay que ser justos, sin el éxito la serie que le encargó Netflix, Miércoles, sobre el personaje de La familia Adams, no hubiera podido hacer esta segunda. Allí conoció a Jenna Ortega, que demuestra que es una actriz solvente con un futuro por delante. Los números y las visitas de esa serie, sumado al gusto por los remakes y las secuelas de las majors, han podido influir para que Warner colabere en este nuevo despertar de Tim Burton, que se ha reecontrado con su universo, sin cercenarlo. A lo grande ha inaugurado el Festival de Cine de Venecia, rodeado de todo el reparto de Beetlejuice, Beetlejuice, secuela de uno de sus grandes éxitos y personajes más icónicos.
Todo parecía presagiar un desastre, pues ¿qué podía aportar a aquella película ochentera y original donde el exorcista no acababa con los fantasmas, sino con los vivos? Pues lo cierto es que bastante. El director mantiene la esencia de la original, el tono ochentero y artesanal y a algunos personajes, añade nuevos temas, acordes con el momento actual y los cuela de manera irónica y divertida. De aquella familia de ricos y especuladores que habían ocupado la casa de una pareja recién fallecida, en un pueblo todavía sin gentrificar de Conneticut, solo quedan las mujeres. La adolescente raruna, gótica y cabreada, a la que interpretaba Wynona Ryder, es ahora una especie de estrella de la televisión que trata casos paranormales, como La Nave del Misterio, pero en bien. Tiene una hija adolescente, que tampoco se lleva bien con su madre, y se ha reconciliado con su madrastra, la estupenda Catherine O'Hara, que ahora es una artista moderna obsesionada con la fama y la televisión, como su hijastra.
Es bonito cómo reconfigura a esa familia extraña, tres mujeres, de tres generaciones, que se cuidan a pesar de que no se entiendan mucho, como en cualquier familia, y que además se enfrentan a la muerte, la del patriarca, lo que las lleva de nuevo a ese lugar de Conneticut y a su vieja casa que, de nuevo, intentan vender. Y ahí es donde aparece Beetlejuice. Brillante otra vez Michael Keaton que da al personaje el carisma que necesita este villano torpe, guarro, machirulo y muy cuñado. Enamorado de Wynona Ryder, ahora ve la oportunidad perfecta para recuperarla. Burton nos lleva del mundo de los vivos al de los muertos, en un santiamén, vuelve a sus decorados excesivos, kitch y originales, a los trucos artesanales para sacarle los ojos a su personaje, explotarle la tripa a otro o mostrar todo un catálogo de muertos en el más allá, donde la música es mucho mejor que en la vida real.
Las andanzas de estos personajes las utiliza el director para introducir sus comentarios sobre el mundo, como hiciera en la primera. Por ejemplo, sobre los influencers, a los que deforma como si hubiera inventado el espejo cóncavo de Valle-Inclán, sobre Disney y su domesticación del cine -del que fue víctima el propio director-, sobre Netflix y los empresarios del cine, esos con los que últimamente no se ha entendido demasiado bien, sobre lo políticamente correcto, sobre los tabús en torno a la muerte o cómo los hombres maltratadores existen en todas las generaciones y en todos los universos, en el de los vivos y el de los muertos. Burton añade cuatro nuevos fichajes. El primero es el de Jenna Ortega, como hija de la que fuera adolescente rebelde y gótica, que odia todo lo relacionado con los fantasmas y cuyo personaje no es de origen latino. También suma a un chupóptero que interpreta Justin Theroux, y a una novia cadáver y vengativa con el cuerpo y el rostro de Mónica Bellucci, cuya trama es la que está más deslabazada. Por último tenemos a un divertido Willem Dafoe como una especie de policía del más allá, que fue actor antes de morir y que actúa a todas horas.
El director añade dos novedades más, dos flashbacks. Por un lado, uno a base de stop motion para contar la muerte del pater familias en un accidente yendo a avistar pájaros. Por otro, una escena en blanco y negro y en italiano para presentarnos al personaje de Bellucci y su relación con Beetlejuice. Un homenaje al cine de terror de cineastas como Mario Bava y Dario Argento, de quienes el director es fan desde hace años. Creativa, divertida, original y todo un chorro de aire fresco a pesar de ser una secuela.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...