Desde pequeñas trampas hasta arte callejero: las iniciativas vecinales que exigen límites al turismo de masas
La población local adopta alternativas a las protestas en la calle para instar a las administraciones a que garanticen la triple sostenibilidad turística: económica, social y medioambiental
Desde pequeñas trampas hasta arte callejero: las iniciativas vecinales que exigen límites al turismo de masas
Desde el 20 de abril, cuando las siete capitales de las Islas Canarias alzaron la voz contra el turismo desbocado y sus consecuencias, ha habido un efecto llamada en numerosos puntos del país. El archipiélago balear, Barcelona, Málaga o Madrid se han unido a un movimiento que busca la triple sostenibilidad del sector turístico: económica, social y medioambiental.
Desde entonces, se ha asentado en el foco político y mediático el debate abierto sobre la gestión eficaz de esta actividad productiva, cuyo impacto en su versión masificada está dejando alquileres inasumibles, no solo para particulares, sino también para los pequeños negocios. Igualmente, tiene su repercusión en la convivencia sana con la población local. En este escenario, surgen iniciativas vecinales reivindicativas. Un ejemplo es la desempeñada por hasta 60 vecinos de O Hío (Pontevedra). Salieron en marcha pacífica en la mañana del pasado 25 de agosto para cruzar una y otra vez los pasos de peatones que atraviesan la población y que antecede a las playas de Cangas Do Morrazo.
Merchi Villar, presidenta de una de las asociaciones de vecinos involucradas en esta acción, denuncia el comportamiento incívico al volante de los visitantes: “Aquí no tenemos aceras, algunos vehículos aparcan en la carretera principal obstaculizando el tránsito de los viandantes o de quienes entran o salen de sus casas. Otros coches están estacionados sobre líneas amarillas, en los caminos que van hacia las playas, que son muy estrechos, en entradas de caminos que conducen a zonas cultivadas o fincas privadas, etc”. Argumenta que es una situación de inseguridad y peligro y compromete “el paso de servicios de emergencias”.
Trampas y arte callejero como protesta
El hartazgo por el turismo masivo y sus daños colaterales para los locales es compartido en Barcelona. Desde el 24 de agosto, se celebran las fiestas de Sants con récord absoluto de visitantes. Los vecinos temen que la viralidad de este evento, que con las redes sociales queda demasiado expuesto, acabe por dinamitar su esencia y no se prime el disfrute del vecindario. Pese a ello, se intenta se le intenta favorecer, ya que en algunos puestos de bebidas se han colgado carteles en los que se cobran 4 euros por una beer (cerveza en inglés) y 1,5 euros por suc d’ordi (zumo de cebada en catalán).
Pequeñas trampas a los turistas como en las calas de Mallorca. En Manacor, en agosto del año pasado, se colgaron carteles que advertían de la presencia de medusas y del cierre de playas. Una iniciativa de una plataforma ciudadana que buscaba una distribución más equitativa de los visitantes. Este verano han vuelto a aparecer carteles en los que se anunciaba el cierre de playas por el descanso de los vecinos y se han celebrado varios actos de protesta como en Palma, el más reciente.
En Valencia, la asociación San Antonio Zaidía pone el acento en los estragos de la proliferación de los pisos turísticos y su impacto en los precios para la vivienda y el comercio local: “Nos vamos a quedar sin horno para poder comprar el pan”. Así lo señala Amparo Vidal, portavoz del colectivo, que organiza actividades culturales, charlas y reuniones para crear conciencia entre el vecindario de este barrio cercano al centro de la capital valencia. De hecho, en este distrito, ha aparecido recientemente una versión de la obra de Picasso El Guernica, realizada por el artista callejero Eyou24 y que, además de mostrar con el mural un mensaje antibélico, es una reivindicación del entorno para los vecinos.