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Dondiego de día, la planta que muere cuando llega el frío

Las plantas trepadoras protagonizan 'Meterse en un jardín'

Consejos para elegir plantas trepadoras

Consejos para elegir plantas trepadoras

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El dondiego de día que trepa la columna y barandillas de la escalera de la terraza de la SER y da flores cada mañana del verano morirá cuando llegue el frío. Es el precio que a veces pagamos en jardinería por utilizar plantas que se comportan como anuales en nuestra tierra o que directamente son anuales. Es decir, son plantas que van a terminar su vida cuando llegue el calor abrasador del verano o cuando llegue el frío del invierno. En el caso del dondiego de día (Ipomoea purpurea), morirá cuando lleguen esos fríos.

En zonas cálidas de España, vegeta y vive un poco más de tiempo, aunque es una planta con un ciclo de vida corto. Nosotros, si queremos que el año que viene vuelva a cubrir esa columna, la semillaremos en febrero o marzo, en el interior de la radio, en una macetita —para que no pase frío—, para sacarla y plantarla de nuevo en el macetón cuando pasen las noches frías. Recordamos que este año la sembramos entre la última semana de mayo y la primera de junio, así que lo hicimos muy tarde. Aun así, fíjate cómo se han puesto de hermosas y de grandes. Si la sembramos al comienzo de la primavera, tendrán tres o cuatro meses más para crecer que las de este año, y eso significará que serán más grandes aún y que tendrán más flores.

Para no tener que sembrarlas todos los años y tener alguna planta perenne, otra opción que estoy barajando para cubrir esa columna del dondiego es la de poner una planta trepadora que pueda vivir muchos años, para no tener este quebranto de la muerte por el frío. Es verdad que ahora las dos columnas de hierro de la terraza están preciosas, cubiertas con el dondiego y con la akebia (recordamos a los oyentes que akebia se escribe con k de Kilimanjaro), así que quizás esta es la mejor opción, alguna planta más duradera.

Jazmín estrella

En las zonas de España con inviernos fríos, no tenemos tantas posibilidades de plantas trepadoras como en las zonas más cálidas de las costas o de las islas. En las islas Canarias, en Baleares, en las costas de la península... hay un abanico más amplio de especies que se pueden cultivar, porque tienen inviernos más suaves. Una gran cantidad de plantas trepadoras son tropicales o subtropicales, así que el frío madrileño no les gusta, como tampoco la baja humedad ambiental que tenemos en el verano. Esto se puede hacer extensible a muchas regiones españolas. Así que nuestras posibilidades son menores.

Una que se suele utilizar muchísimo es el jazmín estrella (Trachelospermum jasminoides), que también recibe los nombres de falso jazmín o de jazmín chino. Es un clásico indiscutible, porque tiene unas hojas perennes, de color verde oscuro muy brillante y florece en el entorno de mayo con una auténtica cascada de flores blancas extremadamente perfumadas. Después de esta primera floración no hay una segunda, ya no vuelve a florecer, hasta el año siguiente. Este jazmín estrella podría ser una opción buena, ya que haría un contraste muy bonito con el verde más fresco de las hojas de la akebia (Akebia quinata) que ya tenemos. Para quien todavía no conozca la akebia, buscad en casa alguna foto en internet o en algún libro, porque es una maravilla de planta.

Me gusta mucho el jazmín (Jasminum spp.), pero ya tenemos uno que el año que viene se pondrá más grande que este, si se adapta al frío que le vendrá. De momento, el invierno pasado sobrevivió. Lo plantamos en octubre, y resistió como un campeón. Es verdad que no fue un invierno muy duro, pero el jazmín ya ha entendido que esto no es Sanlúcar de Barrameda. Así que el jazmín no lo repetimos.

Hiedra

Me gustan mucho las hiedras. Pero la hiedra utiliza para trepar unas raíces aéreas que salen directamente del tallo, y que se enganchan a superficies sólidas y porosas, como el tronco de un árbol, una roca, una pared algo rugosa. Si la pusiéramos en una columna como las nuestras, de hierro y pintada de blanco con pintura lisa, la hiedra no podría trepar por ella, no tendría la posibilidad de agarrarse a la columna. Sí que sería una opción muy buena para la pared, y, de hecho, estoy pensando en una hiedra para que tapice la pared de detrás de la escalera metálica, una hiedra que se llama ‘Goldheart’, corazón de oro, y que también recibe el nombre de ‘Oro di Bogliasco’, por la ciudad de Liguria, en Italia.

Pero nosotros necesitamos una planta trepadora cuyo tallo gire y se enrolle sobre la columna, para tener éxito y que la cubra. También se podría elegir una que tenga zarcillos, esos muellecitos que sacan otras plantas trepadoras, como la parra (Vitis vinifera), por ejemplo. Podemos ayudar a la planta para que esto lo consiga más rápido, como hicimos en la terraza: en cada columna pusimos varias cuerdas, para que los tallos del dondiego y de la akebia lo tuvieran más fácil para trepar.

Buganvilla

Es una planta muy espectacular y con una floración muy prolongada. En los sitios cálidos de nuestro país, no para de florecer todo el año prácticamente. Es muy habitual que la gente que va de vacaciones a las costas y ve la buganvilla (Bougainvillea spp.), luego quiera cultivarla en casa. Esto suele ocurrir con personas que viven en lugares donde la buganvilla no es una planta habitual de cultivar, porque tendrá temperaturas algo frías en el invierno. En la gran mayoría de la zona centro de España, la buganvilla sufre con las heladas, por lo que, de cultivarla, hay que protegerla mucho.

Esto se consigue plantándola contra una pared que mira al sur o al oeste, donde ese muro arropará a la planta de los vientos más fríos del norte. También se le puede plantar un arbusto justo delante, para que haga de manta y pare las heladas. En el caso de tener éxito con ella en estas circunstancias, florecerá desde mediados de primavera hasta que llega el otoño. Lo que me suelo encontrar es que la buganvilla se planta muchas veces en una maceta pequeña, y solo conseguimos tener media docena de ramas cortas, con pocas hojas, y coronadas por un pequeño penacho de sus brácteas coloreadas. Para tener una buganvilla más lustrosa, hay que elegir un buen contenedor, de al menos cuarenta centímetros de diámetro, para que la planta esté más fuerte y sus raíces se puedan desarrollar convenientemente. Pero, Àngels, la buganvilla no va a ser la planta trepadora elegida para nuestra terraza, que recibe mucho aire frío en el invierno, fresquito, a estrenar casi desde la sierra madrileña. Aquí la buganvilla no estaría tan protegida.

Glicina

Otra trepadora que me gusta mucho es la glicinia (Wisteria spp.), una planta que echa unos racimos hermosísimos de pequeñas flores blancas o lilas, con el centro amarillo. Es una locura cuando florece, porque la planta es caduca y forma la floración sobre los tallos desnudos. Es decir, toda la planta florece al inicio de la primavera, y se convierte en una catarata de racimos de estas flores, que, además, tienen un perfume muy dulce y agradable.

Esta planta, al contrario que la buganvilla, necesita de inviernos fríos para estar sana, así que es mejor no plantarla en sitios muy cálidos, donde la planta no reposa en el invierno. Pero no la contemplo para nuestra columna, porque es extremadamente vigorosa, y saca una gran cantidad de tallos muy finos, tallos que buscan enredarse en cualquier sitio. Son como antenas, como decía una alumna mía, y hay que recortarlos muy a menudo; como la plantaríamos en la escalera, no quiero que estos tallitos molesten a quienes bajan y suben por ella. Tampoco es un gran problema, se arregla con un mínimo mantenimiento, pero prefiero evitarlo. Además, solamente tiene una gran floración —eso sí, increíble, espectacular—, para después sacar de vez en cuando algún racimo más al final de primavera y en momentos puntuales.

Celestina

Otra trepadora que me fascina es la celestina (Plumbago auriculata). Es famosa por su larga floración en azul, preciosa, con un increíble azul celeste, de ahí su nombre de celestina. También hay gente que la llama jazmín azul, aunque su flor no huele. Es una flor que le gusta a la esfinge colibrí, nuestra amiga voladora, esa mariposa que nos sorprendió con su visita en un programa de la pasada temporada. Normalmente, de esta planta vemos variedades que tienen las flores de un azul más oscuro y profundo. Esta planta podría ser una buena opción porque una vez instalada en la columna y haya trepado hasta arriba, deja caer sus ramas como si fueran una cascada, así que pasaríamos por debajo de ella y de sus flores. Tiene una temporada de floración muy larga, toda la primavera y todo el verano, incluso parte del otoño hasta que llega el frío. Así que esta podría ser una opción que me gusta mucho.

La plantaría al inicio de la primavera del año que viene. Ya sabéis que los jardineros siempre tenemos el reloj adelantado y pensamos en las siguientes estaciones como el que piensa en qué va a comer luego, ese mismo día. Esta celestina es una planta sudafricana, y, aunque aguanta fríos por debajo de cinco grados centígrados e incluso más, prefiero esperar a que llegue la primavera del año que viene.

Eduardo Barba

Eduardo Barba

Eduardo Barba Gómez es jardinero, investigador botánico en obras de arte, paisajista y profesor de jardinería....

 
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