Kamala Harris vs Donald Trump: un debate para romper la igualdad de las encuestas y convencer al votante indeciso

Cada vez que se celebra un debate entre candidatos a la presidencia de Estados Unidos, los diversos analistas y periodistas tienden a calificarlo como 'histórico'. Sea en las circunstancias que sea. Estén las encuestas ajustadas o con un claro margen para uno de los aspirantes. El 'cara a cara' que protagonizarán Kamala Harris y Donald Trump en la madrugada de este martes puede (volver a) ser histórico, aunque lo que parece claro es que será trascendental para el resultado de las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre.

Casi la totalidad de las encuestas publicadas reflejan una gran igualdad entre el republicano y la demócrata. Los portales de sondeos FiveThirtyEight o RealClearPolitics dan a Harris una ligera ventaja de alrededor de 2 puntos, mientras que la que publicó este domingo The New York Times daba vencedor a Trump también por una distancia de dos unidades porcentuales. Además, la encuesta del citado medio desvelaba que el 28% de los electores aún necesita más información sobre Harris para decidir su voto, mientras que apenas un 9% dice necesitar más datos sobre Trump.

Ante este escenario, el debate de este martes, que contará con una cobertura especial desde las 2:00 en la Cadena SER, podría decantar la balanza hacia cualquiera de los dos lados. Los sondeos señalan que un 8% de los estadounidenses aún no ha decidido su voto y este sector poblacional será clave especialmente en los siete 'Estados bisagra', que son Arizona, Pensilvania, Georgia, Wisconsin, Michigan, Nevada y Carolina del Norte.

Lo que ha sucedido en los meses previos tiene muy pocos precedentes históricos y ayuda a entender la situación actual de igualdad entre aspirantes. Por un lado, Donald Trump se encontraba todavía aprovechando el viento de cola que le había dado su victoria en el debate frente a Biden cuando, en un mitin en Pensilvania, un joven de 20 años disparó varias veces contra él, dejándole una herida en la oreja. Un intento de asesinato que fracasó por pocos centímetros y que dejó una potente imagen del expresidente con el puño en alto al grito de "Fight (luchar)", compartida en masa por sus seguidores.

Trump se vio entonces ganador de las elecciones. Con Biden todavía como candidato demócrata y con un aumento de popularidad del expresidente tras el intento de magnicidio, en el Partido Republicano se frotaban las manos pensando en la victoria 'trumpista'. Sin embargo, el golpe de efecto de los demócratas llegó siete días después.

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El candidato que habían elegido las bases del Partido Demócrata, Joe Biden, tuvo que renunciar a la carrera presidencial tras protagonizar un pobre debate en junio, en el que quedó en evidencia que no estaba capacitado para continuar como presidente. Pese a que amagó con aferrarse e ir hasta el final, el desplome de su popularidad en las encuestas terminó por empujarle hacia la puerta de salida para dar paso a Kamala Harris. Un giro de guion que disparó la esperanza entre los demócratas, batió récords en cuanto a donaciones de los afiliados y volvió a nivelar las encuestas.

Una entrevista de trabajo para ella, una prueba de reinserción para él

La forma en la que ambos candidatos afrontan el debate es muy diferente. Kamala Harris, que ha sido una de las vicepresidentas peor valoradas de la historia de EEUU, está ante el reto de convencer y volver a ilusionar al electorado, especialmente al joven. Para ello, deberá dar a conocer cuál es su programa al detalle, especialmente en materia económica o en la inmigración, así como su posición con respecto al conflicto entre Israel y Palestina, en el que Estados Unidos es un actor fundamental.

Para evitar sobresaltos o preguntas incómodas, Harris lleva varios días con una agenda reducida preparando el debate, consciente de que muchos ciudadanos lo ven como una entrevista de trabajo ante el electorado, que decidirá si considera que tiene las tablas suficientes para ser la primera presidenta de EEUU, superando a Trump en los comicios. Además, su perfil, jurista, mujer, negra y firme defensor del aborto, puede ayudarle a conseguir la victoria.

En el lado opuesto del cuadrilátero dialéctico estará Donald Trump, de sobra conocido por los estadounidenses, que se enfrenta a una suerte de test para comprobar si, tras cuatro años en la oposición, el electorado le considera reinsertado para volver a ser presidente del país. Su estilo no ha cambiado, sigue insultando a sus rivales políticos —calificó de "lunática socialista" a Harris— y ha tratado de convencer a sus votantes de que las numerosas causas judiciales a las que se enfrenta son parte de una "cacería de brujas" contra él.

La alianza entre Trump y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, es una de las principales novedades de su candidatura. El equipo del republicano es consciente de que necesita mostrar un perfil más presidencialista y la difusión que le está dando el magnate en su red social, X, va en ese sentido. Sin embargo, una imagen demasiado dura o irrespetuosa con Harris en el debate podría ahuyentar a ese elector moderado, por lo que la capacidad de contención de Trump jugará un papel importante.

Pese a que no está descartado un segundo debate, a día de hoy no está previsto que se celebre. Se calcula que más de 50 millones de personas estarán viendo el cara a cara. Por tanto, ambos candidatos buscarán que el cara a cara sea histórico para sus intereses, de forma que decante la balanza definitivamente. Una hazaña que se antoja complicada.