"Caería fulminado": Maruja Torres pone un ejemplo para mostrar lo "ideal" que sería que Sánchez y Feijóo llegaran a acuerdos

Madrid

Nunca como hoy he lamentado más que entre nuestro Gobierno y su locuaz oposición exista un distanciamiento, qué digo, un abismo que les impide llegar a acuerdos que a muchos nos tranquilizarían.

Tomemos Venezuela, por ejemplo. Si entre Pedro y Alberto existiera una relación más amorosa, más de nombrarse de pila mutuamente al hilo del teléfono o por WhatsApp con emoticones cuquis, ahora mismo el feroz presidente Sánchez podría encargarle a su opción frontal una misión. La de irse a Caracas con su propio discurso y su disonante muchachada de ambos sexos (la Díaz Ayuso podría acompañarle, cantando sola), para realizar, por fin, el sueño de sus vidas. Devolver la democracia a un régimen chavista.

¿De verdad creéis que Maduro, que ya el día de su toma de posesión dijo que Chaves se le aparecía en forma de pajarito, iba a resistir sin perder el juicio tal embestida?

Es que ya los veo. 'Mira, Alberto, -le diría Pedro- te vas a Venezuela, vuelves tarumba al caballero, le exiges las actas, luego no se las exiges, lo sacas a bailar, después lo dejas plantado, le prometes esto y lo otro, y, sobre todo, lo miras fijamente como si el pajarito fueras tú'.

Maduro caería fulminado cual aguacate y la delegación disolvente regresaría a España a restablecer también la democracia aquí. Salvo que Sánchez le propusiera pasarse antes por Abu Dabi para solucionar el asuntillo del fondo emérito; por ejemplo, cortando la refrigeración y bloqueando las salidas cuando estén todos reunidos.

No sería solo una oposición ideal. Sería una magnífica forma de aprovechar materiales incoherentes.