Otra oportunidad perdida para permanecer callado

Madrid

La sobreactuación del PP contra cualquier iniciativa del gobierno de Pedro Sánchez puede tener consecuencias que se le vuelvan en contra como un bumerán. Su impulso en el Congreso de una proposición no de ley para reconocer al líder opositor Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela y su aprobación posterior, ayer, gracias a los votos del PNV, entre otros, ha provocado una reacción en Caracas que pone en peligro los intereses comerciales españoles en este país.

Ningún país europeo ha reconocido a González Urrutia. Todos los países europeos piden la publicación de las actas de las últimas elecciones para poder hacerlo, para tomar una decisión, y España no ha sido una excepción, ha mantenido la posición común con nuestros vecinos. Pero el PP, cuyas únicas propuestas políticas parecen ser llevar la contraria siempre a lo que proponga el Gobierno, pretende que España vaya por libre, y en este caso ayudado por los nacionalistas vascos, que más allá de sus lazos históricos con Venezuela le quieren mandar un recado al Gobierno sobre la importancia de su apoyo después de que el presidente les menospreciara, a ellos y a todos los socios de investidura, cuando dijo aquello de que puede gobernar sin el Parlamento.

Así pues, el PP vuelve a poner por delante su estrategia política con el único objetivo de desgastar al presidente del Gobierno. Y la pone frente a la responsabilidad que le corresponde como principal partido de la oposición y con aspiraciones a gobernar. Su estrategia, vacía de contenido, como vemos también en el tema de la financiación autonómica que puede acabar perjudicando a las comunidades autónomas en las que gobiernan -bueno a los ciudadanos que viven en ellas-, se convierte en una especie de bomba de racimo con consecuencias que exceden del terreno exclusivamente táctico, de táctica política.

Decir que no a todo lo que proponga el Gobierno, mantenerse firme en la confrontación sin posibilidad de ningún entendimiento, se puede volver en contra del propio Partido Popular, porque sus decisiones tienen consecuencias que salpican a los ciudadanos. Rebajar el tono sería una buena idea y tuits como el último de Esteban González Pons no contribuyen a ello, amenazando a los dirigentes venezolanos con el Tribunal Penal Internacional. En fin, otra oportunidad perdida para permanecer callado.