"Se está medicalizando el impacto en la salud de una deficiente organización del trabajo"
Un estudio concluye que el consumo de psicofármacos entre personas asalariadas en España se debe, fundamentalmente, a motivos relacionados con el trabajo: una plantilla insuficiente, la dificultad para desconectar y los problemas de conciliación son las razones más aducidas, sobre todo, en el caso de las mujeres
CÁDIZ
"Sabemos que hay una epidemia de malestar psíquico, pero sabemos también que esta epidemia tiene su origen en problemas sociales que exceden las cuatro paredes de este Ministerio". Esta declaración de la ministra de Sanidad, Mónica García, durante la presentación del Comisionado para la Salud Mental - que trabaja en una guía, precisamente, para "racionalizar" el uso de psicofármacos -, ha tenido su eco hoy en la Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología.
Un estudio sobre el consumo de estos medicamentos (ansiolíticos, antidepresivos) entre la población asalariada española que ha llevado a cabo el grupo de investigación en riesgos psicosociales, organización del trabajo y salud (POWAH) de la Universitat Autónoma de Barcelona pone el foco en los motivos que llevan a los trabajadores y trabajadoras españoles a tomar esas sustancias, y la conclusión es clara: fundamentalmente la culpa la tiene el trabajo. "En el momento en el que le preguntamos al trabajador o trabajadora si este consumo lo atribuye a motivos relacionados con el trabajo, nos hemos encontrado en que la mayoría del consumo efectivamente se atribuye a motivos relacionados con el trabajo. Nos parece un resultado muy potente y sobre el cual indagar, por eso también estamos investigando los factores psicosociales que se asocian a a este consumo, como las exigencias cuantitativas, el elevado ritmo de trabajo, el apoyo social de superiores y una serie de de factores psicosociales que se originan en las prácticas de gestión laboral dañinas", explica Laura Esteve, una de las firmantes del estudio que se ha presentado hoy, de forma preliminar, en este congreso que se celebra en Cádiz.
Ir a la causa de estos problemas antes de medicalizarlos
España está entre los primeros países del mundo en el consumo de psicofármacos, y su uso no ha dejado de aumentar en los últimos años, sobre todo, después de la pandemia. "Realmente hay un consumo súper elevado de estos fármacos que muchas veces se recetan muy alegremente, por así decirlo. Y en el momento en que vemos que en la población trabajadora específicamente pues estas personas que los consumen los atribuyen mayoritariamente a factores laborales, pues igual podemos ir a la causa de lo que está provocando este consumo", destaca Esteve. En su opinión, "mejorando la organización del trabajo podemos mejorar el impacto en la salud de estas exposiciones nocivas".
Los problemas de conciliación se traducen en problemas de salud mental
Entre los riesgos psicosociales por los que el grupo de investigación ha preguntado a casi dos mil trabajadores y trabajadoras de España, los que más se asocian, según este estudio, al consumo de psicofármacos están las altas exigencias cuantitativas, el ritmo de trabajo demasiado rápido, la inseguridad sobre el trabajo, pero destaca, sobre todo entre las mujeres, la dificultad para conciliar. "Siempre en todos los resultados, en todos los estudios que que realizamos, siempre sale el el conflicto trabajo-vida con una mayor exposición entre mujeres, aunque en hombres también. Y es uno de los riesgos psicosociales que más se relaciona con problemas de salud mental", comenta Esteve.
Una plantilla insuficiente, una plantilla que toma ansiolíticos
¿Pero qué son exactamente los riesgos psicosociales? Esteve los define como el paso intermedio entre las prácticas de gestión laboral y los problemas de salud mental. "Esas prácticas son el origen de la exposición a riesgos psicosociales, y los riesgos son los que producen el efecto en la salud mental. Entonces, si queremos ir al origen en cuanto a prevención, tendríamos que ir a las prácticas de gestión laboral". Ese es el siguiente paso que se plantea este grupo de investigación, que ya ha identificado, eso sí, algunas dinámicas laborales que destacan entre las respuestas de los participantes en el estudio: las plantillas insuficientes o la dificultad para desconectar.