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Sociedad

Margarita Landi, la 'dama del crimen' que vivió su propio pasado tormentoso

La pipa, el velo, la pistola y el deportivo son los cuatro elementos que distinguían a la mítica periodista de sucesos Margarita Landi, los que definían su personaje público y privado, pero antes de ser la gran dama del crimen tuvo una vida complicada, dura y con muchas renuncias

El viaje de ida | Margarita Landi, la gran dama del crimen

Madrid

Antes de ser Margarita Landi, la rubia del velo y la pistola (Alianza), como titulan su biografía el periodista Javier Velasco y la investigadora Maudy Ventosa, se la conocía en casa por su nombre completo: Margarita Isabel Verdugo Díez. Landi, de origen italiano, sería su tercer apellido. El periodismo rondaba su vida. Su padre Alfredo Verdugo Landi trabajaba como linotipista en el diario El Sol, su tío Paco Verdugo Landi era periodista, dibujante y fundador de Mundo Gráfico. Y el único de los hermanos no relacionado con el periodismo, el pintor Ricardo Verdugo que vivió siempre en Málaga, la ciudad de los Landi. Pero antes de llegar al periodismo, tan cercano, sufrió en su entorno familiar y más tarde en la guerra civil y postguerra.

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Sus padres tuvieron 17 hijos, de los que solo sobrevivieron tres, dos de los mayores y Margarita de las pequeñas. Nunca tuvo en su entorno familiar niños para jugar. Su padre se enamora de la criada y se va de casa y cuando cumple ocho años muere su madre. La situación la lleva a vivir con su padre y su madrastra que la odia y la termina convirtiendo, siendo una niña, en la cenicienta de la casa. Del infierno familiar la libera su tío Paco, el periodista, que no tenía hijos y que junto a su mujer adopta como tal a Margarita. Le cambia la vida, pero por un tiempo. En los años 30 ingresa en un colegio de Monjas francesas en Madrid y cuando estalla la guerra civil, el 18 de julio, le pilla en el internado. Allí hacía estudios de enfermería y sufre mucho por el trato que reciben las monjas en los primeros meses del conflicto.

Cuando consigue salir, termina en una checa y su liberación pasa por trabajar como enfermera en el hospital de sangre que se instaló en el hotel Ritz. Cuentan en su biografía, Javier Velasco y Maudy Ventosa, que fue Margarita la que atendió al líder anarquista Buenaventura Durruti desde que cae herido en la ciudad universitaria de Madrid hasta el improvisado centro hospitalario donde murió. También, paradojas de la vida, salvó la vida, bajo los escombros a la que fue su madrastra que tan mal la trató.

Y es en ese periodo de guerra en Madrid cuando Margarita Landi conoce al que sería el amor de su vida Ángel Torres Tortajada. Un chico que había nacido en un pueblo de Cuenca, que sus padres habían emigrado al norte de Francia donde estudia y, como regalo de fin de carrera, su padre le paga un viaje a España para conocer su pueblo. Y es ahí donde le pilla la guerra, le detiene el bando republicano y como era una persona con estudios e idiomas "les vino de perlas", apunta Javier Velasco, para sus estrategias, "pero no pudo apartarse de la guerra, porque si desertaba lo iban a matar", añade Maudy Ventosa. El estar atrapados por el conflicto y el mismo bando permite que Ángel y Margarita se conozcan, se enamoren y se casen.

La mayor aventura

La mayor de las aventuras estaba por venir. A Ángel lo destinan al frente de Teruel y, pasado un tiempo, cuando todo parecía más tranquilo, es Margarita la que viaja hasta Castellón para reunirse con él. El bando nacional empieza a arrinconar al republicano, tiene miedo y deciden desertar. Lo hacen de noche atravesando la complicada sierra del Maestrazgo. Margarita disfrazada de soldado, con calzas para parecer más alta, pistola y cinturón de explosivos. Salvaron el pellejo de milagro y cambiaron de bando. Consiguen llegar a Calatayud donde vive el hermano mayor de Margarita, pero hay un problema, su boda no es válida y no pueden convivir.

No rigen las mismas leyes en el lado franquista. Tras reunir toda su documentación en una España casi destruida, se vuelven a casar en Zaragoza. Pero los franquistas no se fían de ellos, han trabajado para los republicanos y cuando terminan la guerra son purgados y en el caso de Ángel, hasta encarcelado y luego desterrado a su pueblo en Cuenca. Durante todo este proceso, muere el hijo mayor de Margarita y Ángel enferma de tuberculosis. Ella debe abandonarlo para ir a Madrid con su hijo pequeño y buscar trabajo. Fue la primera gran renuncia de su vida. Poco después su marido muere y se convierte en una joven viuda de 28 años con un niño de 4 años en el Madrid de los años 40.

Un cambio de vida

Los contactos de su tío Paco le permiten conseguir los primeros trabajos en algunas publicaciones. Empezó haciendo crucigramas y cuentos hasta que le contacta Marichu Maura que la contrata para la revista La Moda de España. Allí la lee y la descubre Eugenio Suárez, director de El Caso. Comienza la segunda parte de su vida. Cuenta Margarita Landi que era "como bajar a las cabañas desde los palacios, como D. Juan Tenorio". Eugenio le dijo que probara que seguro que le iba a gustar y que "al ser mujer le iban a dar más facilidades". Le presentó a la policía y se integró para su aprendizaje en un grupo de la Brigada de Investigación Criminal que tenía su sede en Sol, en el número 2 de la Calle Correos. Ahí empiezan sus aventuras como "subinspector Pedrito".

La llamaban así cuando la telefoneaban por las noches para que acudiera a una detención. Era la forma de disimular porque en aquellos años no había mujeres policías. Es el inicio de su carrera como estrella del Semanario El Caso. Se recorrió toda España investigando sucesos. Primero en medios de transportes muy lentos. Trenes, autobuses, taxis y hasta burros contrató en las zonas más rurales. Con el tiempo se compraría su famoso deportivo gris que le hacía llegar la primera a cualquier rincón del país.

Margarita Landi trabajaba sobre el terreno, utilizaba el velo para ir a los funerales y enterarse de todo, llevaba su pistola reglamentaria y en su bolso no faltaba una cámara pequeña que utilizaba cuando viajaba sin fotógrafo o cuando al fotógrafo no le dejaban hacer su trabajo. Ya casi a las puertas de la jubilación lleva ordenador e impresora. Cuenta su nieta Macaren Torres Doro que "el primer portátil que vio en su vida fue el de su abuela". Moderna, activa y elegante hasta el final.

En su etapa final fichó por Interviú y trabajó en varios programas de televisión. Es una estrella, muy mediática con su pose y su famosa pipa de la que fumaba desde los ocho años. Dejó frases míticas y teorías como que "todo el mundo puede matar, el ser humano puede hacer las mayores atrocidades y me interesa saber el por qué, el cómo, el cuándo, el dónde y el con qué, porque es muy variado, porque todos podemos matar (por muy buenos que seamos), con cualquier arma, con cualquier motivo y hasta sin motivo". Palabra de Margarita Landi, la gran dama del crimen. Su vida al detalle y con una forma muy original de contarlo en su biografía La rubia del velo y la pistola, editada por Alianza y escrita por Javier Velasco y Maudy Ventosa. Apasionante.

Pepe Rubio

Redactor guionista de Hoy por Hoy. Llevo a antena...