"Nuestro mundo será mestizo o nada": Maruja Torres reflexiona sobre la migración y deja clara su postura

Madrid

Qué extraordinaria lección de ¿cómo es eso que tanto perseguimos aquí? Ah, sí, el buen entendimiento entre contrarios. El acuerdo.

Ejemplar es, en este sentido, el deslumbramiento del primer ministro laborista británico, míster Starmer, ante la política inmigratoria de la neofascista y primera ministra italiana, signora Meloni. Tiene razón, la tía. Es verdad. Hay lugares más viables y mejor vistos que Ruanda para encerrar a los inmigrantes en campos de concentración. ¡Albania! ¡Con un nivel de vida de menos de 8.000 euros! Quién iba a deciros que la Europa al mando del asunto os iba a dar una pasta por almacenar a personas más vulnerables que vosotros.

Ejemplarmente, Starmer y Meloni nos han colmado de regocijo y devuelto la fe en la concordia. No existen diferencias profundas entre nosotros. La desigualdad, la arrogancia y el desprecio pasan alegremente por encima del abismo creado por el Brexit y del formato de las ideologías. Unidos en la inutilidad, en la indecente ineficacia para manejar el futuro sin usar el látigo, allá vamos. Escogiendo porra y alambradas en vez de aceptar serenamente que nuestro mundo será mestizo o no será nada. Y tratar de organizarlo.

Ay, vieja Europa, cambalache. Qué fácil nos fue, a partir del siglo diecinueve, ponernos de acuerdo para invadir y saquear aquellos países desde los que nos llegan los refugiados y desposeídos del presente. Qué fácil nos resulta, también, volver a calarnos, sin dudarlo, el salacot colonial del hombre blanco.

Y qué asco da. En general.

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