Javier Bardem, sobre Gaza: "Recibo el Premio Donostia con muchísima alegría, pero no tengo el cuerpo para celebraciones"
El actor recoge el Premio Donostia en el Festival de San Sebastián a una carrera llena de papeles memorables y utiliza el foco para pedir el alto al fuego en Gaza y revindicar su profesión
San Sebastián
Ver a Javier Bardem en una pantalla casi nunca decepciona, tampoco en una rueda de prensa, donde el actor demuestra que es artista comprometido. Además de elegir buenos personajes y prepararlos a fondo, el actor se transforma físicamente para interpretarlos y defenderlos, como ha demostrado en papeles como los de Mar adentro o Antes que anochezca, donde su físico se diluía en favor de dos personajes alejados de él completamente y donde su trabajo hablaba de temas como la eutanasia o la homofobia. Son además, dos papeles que le convirtieron en una estrella internacional, con los que consiguió sus dos Copas Volpi en el Festival de Venecia y nominación al Oscar. "Espero no llorar esta noche, porque las personas que me van a entregar el premio son mis hermanos y Juan Carlos Corazza y ya me emociono solo de nombrarlos. Me emociona que todavía alguien piense que yo sea merecerdor de un premio así. Uno hace lo que puede, a veces mejor, pero lo acepto con mucha generosidad", decía al recoger el premio premio honorífico de su carrera, el que le otorga el Festival de Cine de San Sebastián. En realidad, este Donostia corresponde al año pasado, pero la huelga en Hollywood de actores, actrices y guionistas impidió que lo recogiera. El compromiso político con su profesión y la sociedad ha sido otra de las constantes de esa carrera que hoy el cine español celebra. "Lo recibo con muchísima alegría pero no tengo el cuerpo para celebraciones", decía después de pedir el alto al fuego en Gaza y condenar los bombardeos y el genocidio, así como los secuestros perpetrados por Hamas.
"Lo que ha sucedido en Gaza es inadmisible, deshumanizante. Creo que el gobierno de Israel es el gobierno más radical que ha tenido la historia de Israel, que ha cometido crímenes de lesa humanidad, investigados por la Corte Penal Internacional. Que los ataques atroces y condenables de Hamas de octubre no justifican el castigo global a nivel masivo que está sufriendo la población palestina. Creo que la impunidad con la que goza el gobierno israelí con sus acciones en Gaza y Cisjordania tienen que cambiar", insistía sobre un tema conflictivo que ya hace unos años le genero críticas en el seno de Hollywood. "Lo que yo diga no va a cambiar absolutamente nada, pero creo que el derecho legitimo de la critica a cualquier gobierno o estado no tiene que ver con la acusación de antisemitismo. Somos una sociedad, un mundo y somos víctimas de lo que está sucediendo, pero víctimas y tenemos el derecho y la obligación moral y ética de denunciar aquello que no consideramos justo", decía el actor que lleva ya más de tres décadas de carrera.
Fue Bigas Luna quien le descubrió y quien supo ver en él a una futura gran estrella del cine. En realidad, lo de Las edades de Lulú fue casualidad, pues el actor solo acompañaba al casting a su hermana, Mónica Bardem, pero el realizador catalán lo eligió a él. Había aparecido en algunas series de televisión, como Segunda enseñanza, y en pequeñísimos papeles en títulos como Las edades de Lulú, o Tacones Lejanos, de Pedro Almodóvar, pero su puesta de largo fue en Jamón, Jamón. En ella encarnaba al macho ibérico, a las órdenes del director catalán y donde conoció a Penélope Cruz. Luego vino Huevos de Oro, en donde interpretaba a un nuevo rico, un constructor hortera que vestía como Dalí y cantaba canciones de amor en un karaoke. Sin duda, una de sus primeras grandes transformaciones físicas fue en Días contados de Imanol Uribe. Interpretaba a un yonki de los noventa desaliñado y con los dientes carcomidos por la droga. Un papel por el que ganó su primer gran premio, precisamente en este festival. La Concha de plata al mejor actor, un galardón que luego ratificó con un Goya al mejor actor de reparto. El primero de los seis que tiene. "Joder, hoy me he dado cuenta de que han pasado 30 años, tenía 25 años y hoy tengo 55. Es impactante el paso del tiempo. Sobre todo cuando tienes hijos, pero lo recibo igual".
En el cine español se fue convirtiendo en un actor indispensable. Trabajó con Álex de la Iglesia en Perdita Durango. Y en el extranjero también comenzaban a conocerle y a valorarle y no solamente por su apellido. Hasta que le llegó la oportunidad de trabajar en el cine americano. La película fue Antes que anochezca, de Julian Schnabel, un film que le valió su primera nominación a los Oscar, un premio que se llevó Rusell Crowe por Gladiator, pero puso su nombre en otro lugar. Interpretaba al poeta y disidente cubano Reinaldo Arenas, exiliado en Estados Unidos y condenado en Cuba por su condición de homosexual.
En la primera década del siglo XXI asistimos a alguno de sus mejores trabajos como actor. En Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa, director que se convertiría en su amigo, se dejó barba y lucía varios kilos de más. Era Santa, un personaje icónico ya de nuestro cine, un parado combativo y peliagudo. Con el director madrileño volvió a trabajar en El buen patrón, una de sus últimas películas, que de nuevo le dio un Goya, y entre medias, le pidió a León de Aranoa que dirigiera el biopic de Pablo Escobar, Loving. Y en Mar Adentro tuvo que pasar horas y horas de maquillaje para ponerse en la piel de Ramón Sampedro, un tetrapléjico gallego que pedía al gobierno español una Ley de Eutanasia ya en los años noventa.
Sin duda, el look estrella de Javier Bardem es el pelo cortado a lo tazón que lucía en No es país para viejos, la película de los hermanos Coen. Una película por la que hizo historia en el cine español convirtiéndose en el primer intérprete de nuestro país en ganar un Oscar. "A mi madre y a los cómicos de nuestro país", decía el actor sobre el escenario del Teatro Kodak de Los Ángeles señalando a su madre Pilar Bardem. Sin ella, nada de esto sería posible. "Todo viene de mi madre. Recuerdo, en un momento en que no teníamos casi nada, era una mujer separada, cuando se permitía el divorcio, con tres hijos y actriz y perseguida por una derecha terrible. No teníamos nada, pero tocaron a la puerta unas mujeres que recaudaban dinero para las mujeres saharahuis y ella les daba. Eso lo mamas, lo ves, eso se enseña desde la acción que es lo que nos representa como seres humanos. En ese sentido, no solo soy el hijo de Pilar, sino que espero morir siendo el hijo de Pilar. Es mi mayor condecoración ser el hijo de esa mujer". Bardem pertenece a una familia de artistas, una saga de actores y realizadores de renombre, desde sus bisabuelos hasta su madre. Su tío fue Juan Antonio Bardem, director de obras maestras del cine español como Muerte de un ciclista. Su primo Miguel es también director y su hermano Carlos, actor y escritor.
Ese premio le lanzó de lleno al cine internacional. Le vimos haciendo de malo en Skyfall, de nuevo con otro peinado imposible, y enfrentándose cara a cara con el mismísimo James Bond. Luego le vimos en El Consejero de Ridley Scott; en la saga de Piratas del Caribe haciendo de Capitán Salazar; en Dune de Denis Villeneuve, en Ser los Ricardo de Aaron Sorkin, que le valió una nueva nominación a los Oscar, la cuarta. Javier Bardem ha trabajado también a las órdenes de los mejores directores del mundo como Pedro Almodóvar en Carne trémula, donde interpretaba a un jugador de baloncesto en silla de ruedas, con Woody Allen y Asghar Fahardi, donde coincidió de nuevo con Penélope Cruz, su pareja actual. Con Milos Forman o Michael Mann, en un brevísimo pero potente papel en Collateral. Sin olvidar su trabajo de Biutiful, de Alejandro González Iñárritu, que le dio un premio de interpretación en el Festival de Cannes. En los últimos años, le hemos visto en películas como Lilo, mi amigo el cocodrilo o La sirenita, haciendo de Rey Tritón, ha tenido que someterse a los críticos más implacables: sus propios hijos.
La carrera de Javier Bardem es un suma y sigue. Le veremos próximamente en el cine junto a Brad Pitt en Fórmula 1 y ahora en la serie de Netflix Monstruos. Su nuevo trabajo, tal y como ha anunciado en la rueda de prensa, será con Rodrigo Sorogoyen en su nueva película, El ser querido, que rodará en el mes de febrero, junto a Victoria Luengo. "Es un reencuentro entre un padre y una hija y creo que él es un grandísimo director e Isabel una grandísima guionista. Estoy muy ilusionado de poder hacer esto en Fuerteventura", anunciaba el actor.
Además de ser actor, también se ha atrevido con la producción, utilizada para ahondar en ese compromiso político y social. Fue con Hijos de las nubes, la última colonia, una película que documenta cómo la colonización del Sáhara Occidental ha obligado a casi 200.000 personas a vivir en campos de refugiados. En octubre de 2011, Bardem y su coproductor Álvaro Longoria, director de la película, intervinieron en el comité de descolonización de la Asamblea General de las Naciones Unidas e instaron a sus representantes a poner fin a los abusos en contra de los derechos humanos en la región. También ha participado en Santuario, un documental dirigido por Longoria y su hermano Carlos Bardem, que narra la lucha medioambiental llevada a cabo en el año 2018 por Greenpeace para apoyar la creación de la mayor reserva marina de la tierra en el mar de Weddell, en la Atlántida. "Esta es una profesión muy concienciada de lo que es ser humano y las necesidades humanas de todos nosotros. No conozco a ningún actor o actriz que no sea empático". Además, confesaba que siempre ha vivido en España. "La realidad diaria social y política de España la sigo de manera continuada, es la que más me importa, porque es la mía".