"Me dieron una semana y media de vida": el duro relato de un exjugador de la NBA del momento clave de su carrera
Perry Jones III, cuando militaba en Oklahoma, tuvo un intenso dolor de muelas y descubrió que era mucho más grave
El deporte de élite es de lo más exigente y no espera a nadie. Son miles los que intentan llegar y solo unos tantos los que consiguen estar y mantenerse, quedándose muchos por el camino. No es solo una cuestión de talento, ni tan siquiera de trabajo o esfuerzo, sino que también hay que tener un puntito de suerte y que en el momento clave no tengas percances que puedan truncarte. La alegría de alcanzar las grandes competiciones es efímera cuando llega el momento de asentarse y ahí empieza el gran reto. Todo influye. Si no, que se lo digan a Perry Jones III, que recientemente ha contado su historia en el mundo del baloncesto.
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El ala-pívot, que actualmente juega en el Al-Ahli de Arabia Saudí, se pasó por el podcast Run Your Race, encabezado por el que fuera jugador de la NBA Theo Pinson, y habló sobre su trayectoria, desvelando una historia de lo más cruda justo en el momento de su carrera donde había tocado el cielo llegando a la liga estadounidense. Jones había firmado dos grandes años en la Universidad de Baylor y en 2012 se presentó al Draft, donde fue seleccionado en primera ronda.
Oklahoma City Thunder se hacía con sus servicios y se convertía en una de sus grandes promesas, aunque no tuvo suerte en su periplo en la NBA. Tal y como ha contado el propio jugador, vivió un hecho que le lastró, llegando a estar en juego mucho más que su carrera deportiva. Un problema de salud cortó en seco todas sus expectativas y el baloncesto llegó a estar durante semanas en un segundo plano. "En mi segundo año, me puse muy mal. Enfermé hasta el punto en el que estuve cerca de morir".
Del dentista al quirófano de forma urgente
Perry cuenta que unas semanas antes de la Summer League, competición que sirve de rodaje para los equipos de la NBA durante el verano de cara al comienzo de la liga regular, acudió al dentista porque tenía unas molestias, parecía un simple dolor de muelas agudo y al tratarlo le espetaron que volviera otro día. Todo cambió cuando, en unos entrenamientos, recibió algún golpe en la boca y tuvo que acudir de nuevo. "Dolió más de lo normal. Poco a poco podía abrir menos la boca. Días más tarde, recibí otro golpe. No podía abrir la boca, fui al dentista y después al hospital. Me hicieron unas pruebas y minutos más tarde me avisan que tienen que operarme de urgencia", relata el jugador.
Al parecer, el diagnóstico tras las pruebas realizadas fue de lo más grave, como narra Jones III, detectando "un virus propagándose en mi cerebro", llegando hasta tal punto de darle "como mínimo una semana y media de vida". "Probablemente habría tenido un derrame cerebral fatal o algo así. Lo diagnosticaron como si se estuviera extendiendo desde mis vías respiratorias hasta mi garganta y cerebro. Por eso no podía abrir la boca", asevera el jugador sobre la delicada situación que pasó en ese momento tan especial de su carrera donde había llegado al olimpo del baloncesto.
Esto fue una situación que vivió en la más absoluta intimidad, de hecho, cuenta el dolor que sintió una vez que sabía que le realizaron la intervención quirúrgica que le salvara la vida y escuchó los comentarios que estaban vertiéndose públicamente. "Me desperté, mi madre lloraba, mis amigos lloraban... Recuerdo estar sentado en la cama, mirando la televisión... 'Perry Jones no está aquí porque tiene dolor de muelas'. Empecé a llorar. Estaba en la cama del hospital luchando por mi vida". Por suerte, salió bien, aunque su trayectoria en la NBA a partir de entonces fue discreta.
Estuvo un par de años más en los Thunder, pasando por G-League y otros de esta competición hasta que dio el paso de salir a otros países, convirtiéndose en un auténtico trotamundos del baloncesto y recalando en equipos de Europa como Khimki o Bursaspor, así como en países más exóticos como Taipei o Taiwan. Ahora, previo paso por Puerto Rico y Venezuela, afronta una nueva aventura en Arabia Saudí a sus 32 años, mirando al pasado con alegría de haber podido jugar con los mejores del mundo y de haber conseguido ganar el partido más importe, el de su propia vida.