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San Sebastián 2024 | 'Emmanuelle', un fallido thriller erótico inaugura el festival

La francesa Audrey Diwan actualiza y convierte en feminista el mito erótico de 'Emmanuelle' en un thriller que no logra convencer en esta apertura del Festival de San Sebastián

Fotograma de 'Emmanuelle' con Noémie Merlant

San Sebastián

Por varios motivos había mucha expectación por ver Emmanulle, la película inaugural de esta edición número 72 del Festival de Cine de San Sebastián. Primero, por ver lo nuevo de Audrey Diwan, su directora, después de ganar el León de Oro con El acontecimiento, película feminista sobre el aborto que adaptaba la novela de Annie Ernaux. Segundo, por entender cómo encajaba esta historia erótica en el mundo post me too en el que nos hallamos, donde el consentimiento sigue siendo un debate enconado en la sociedad y en el feminismo, como iremos desgranando a lo largo de este festival, que cuenta con dos obras que hablan de ello, como Soy Nevenka, de Icíar Bollaín, y la serie Querer, de Alauda Ruíz de Azúa.

La directora francesa aborda la cuestión del deseo y de la mujer que ha dejado de ser objeto sexual para convertirse en un ser deseante, con iniciativa y con ganas de recuperar la libertad y el placer que, históricamente la sociedad y el cine le han negado. En ese sentido, Emmanuelle es una novedad, que actualiza el que fuera uno de los thrillers eróticos más icónicos del cine europeo y aquel por el que los españoles cruzaban la frontera para ver en los cines franceses en pleno franquismo. La directora reconoce que no vio la original en su momento y que su guía ha sido la novela, más allá del filme icónico que ni siquiera pudo ver entero. Fue en 1974 cuando se estrenó en Francia la adaptación de la novela de Emmanuelle Arsan, Emmanuelle estaba dirigida por Just Jaecki que mostraba abiertamente el cuerpo femenino y poseía muchas escenas de sexo. La película mostraba a Emmanuelle, la protagonista, encarnada en Sylvia Kristel, en un viaje de descubrimiento sexual desafiando las normas sociales de aquella época. Un despertar sexual, eso sí, siempre condicionado por la aprobación del marido y sujeto a la mirada masculina. La película consiguió crear dos mitos: uno, en torno a los sillones de mimbre y, otro, en torno al sexo en los aviones.

La reactualización de esta historia que ha quedado en el imaginario colectivo de los espectadores y espectadoras solo podía tener un punto de partida feminista y Diwan se atreve a ello y buscar darle la vuelta al filme de los setenta en todos los aspectos. La suya es una mirada política, no solo en un tema sexual, sino también laboral y vital. "Quería hacer una película atmosférica. Tengo la impresión de que hoy tenemos tanto el deseo como el derecho de explorar este placer femenino. Pero quería hacerlo compartiendo este placer. No solo quería contarlo, sino que todos, hombres y mujeres, puedan proyectarse en el cuerpo de esta mujer", nos decía la directora en una entrevista en la SER. La idea era partir de un cuerpo frío y, poco a poco, empezar a llenarlo de sensaciones.

Fotograma de 'Emmanuelle'

Fotograma de 'Emmanuelle' / CEDIDA

Si en los setenta conocíamos la historia de una mujer casada e inexperta que viajaba a Bangkok y se encontraba a sí misma, ahora encontramos a una Emmanuelle que viaja por trabajo. Que se cree libre y liberada. Que no tiene pareja ni problemas sexuales, ni traumas, que cree que vive la vida que quiere, la que el capitalismo y el patriarcado le han dicho que era el sueño que debía conseguir, siendo una mujer de clase obrera y que descubre que hay otra manera de follar y de vivir. "La cuestión política del filme es que cambiamos la mirada, la forma de mirar", asegura la directora. "Hemos invertido la relación y creo que el punto de partida de esta gramática cinematográfica que estamos intentando establecer comienza en ese momento. Cuando cambias tu forma de mirar para ofrecer una experiencia diferente". Pero además, una de las cosas novedades que incluye esta versión es que la liberación de la mujer no es solo sexual, sino laboral.

El personaje sufre una evolución y rompe con las ataduras de la sociedad. "Está muy conectado. El placer no es solo placer sexual, es placer en nuestra sociedad. Es una sociedad que nos dice cómo vivir, cómo trabajar. De alguna manera quería que hubiera un momento de liberación, como de quitar todos los corsés y ataduras, para poder respirar, para sentir el placer que también proviene de esta parte de lo desconocido que estás listo para explorar y no. Y no los mismos caminos que queremos seguir siempre y que otros han recorrido antes que nosotros".

En realidad, el tema de la libertad y el deseo femenino, ya estaban en su anterior película, El acontecimiento, donde más allá de abordar la dureza del aborto ilegal, era una mirada a la libertad del personaje de Annie Ernaux. Creo que los cineastas suelen tener obsesiones y las mías están quedando bastante claras. Para mí todo está en el cuerpo y siempre estoy buscando qué secretos guarda el cuerpo femenino y cómo hacer que aparezca en la imagen. Porque el gran desafío de Emmanuelle es que cuando hablamos del placer femenino, hablamos de cosas que no se pueden ver", decía la directora. Como en su anterior filme, la directora se quejaba de las dificultades para producir y sacar adelante ambas películas. "Creo que pasa que hemos aceptado que una cineasta hable del deseo femenino, pero no de una mujer que no tiene deseo. Todavía existe la idea de que el cuerpo de la mujer está apegado a la idea del placer y, si recibe placer de él, debe ante todo dar placer. Y creo que todavía era difícil invertir en un territorio que contradice un poco esta idea y que, además, se apodera de un monumento erótico de otra época. Así que hubo resistencia", confesaba Diwan.

"Creo que hay múltiples miradas femeninas. Existe una posición con la mirada masculina, yo prefiero llamarla mirada patriarcal. Y esa es una forma de objetivar con un encuadre y sexualizar a algunos personajes y estar siempre en esta dinámica de dominación y todo eso. Así que la mirada femenina, en cierto modo, propone algo diferente. Pero hay, por ejemplo, en la película de 'Emmanuelle' y mi película estamos hablando de cosas similares pero son completamente diferentes. Son dos miradas completamente diferentes e incluso la cámara, en mi caso, es muy frontal. Lo muestro todo porque el cuerpo de una mujer o la desnudez no es el problema, es la mirada de las personas que lo miran. Por eso, para mí, es muy importante participar en toda esta exploración de la mirada femenina de la manera en que podamos contar nuestras historias o historias con un nuevo ángulo, con más consentimiento y con una mirada más sana. Pero una mirada sana no significa que no sea sorprendente e interesante. Creo que es aún más apasionante", defendía la actriz protagonista Noémie Merlant.

El punto de partido es perfecto, pero la ejecución no. Diálogos engolados y escenas incapaces de lograr la sensualidad y el erotismo que lograba la original. La actriz francesa, conocida por, entre otros su trabajo en 'Retrato de una mujer en llamas', es esa ejecutiva que trabaja como una especie de inspectora que debe evaluar a los hoteles de lujo, en este caso en Hong Kong. Allí queda atrapada en un hotel donde hay trabajadoras sexuales, hombres sexis y misteriosos y una directora con la que compite todo el rato y a la que trata como enemiga. Agradecemos que no haya cosificación, que el cuerpo de la mujer se trate con orgullo y sin voyerismo gratuito, que se centre en explorar el deseo y la libertad ligada a lo económico, pero hubiéramos preferido que la película fuera mucho más.

 
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