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San Sebastián 2024 | Icíar Bollaín: "Con 'Soy Nevenka' quería que el espectador entendiera por qué una víctima no se va"

La directora compite por la Concha de Oro con la revisión del caso de Nevenka Fernández, primera mujer que puso cerco al acoso sexual denunciado al alcalde de Ponferrada del PP Ismael Álvarez en una película protagonizada por Urko Olazábal y Mireia Oriol

Fotograma de 'Soy Nevenka'

San Sebastián

La directora Icíar Bollaín ha ahondado en su cine en algunas de las cuestiones vitales por las que ha ido pasando nuestro país. Por ejemplo, antes de que se hablara de violencia de género en los medios de comunicación y en la política, de que se nombrara el problema y se actuara, Bollaín filmo Te doy mis ojos, una de las películas que mejor ha retratado la violencia contra las mujeres dentro de la pareja. Confesaba la directora que, por aquel entonces, tenía más preguntas que respuestas. Al esculpir la violencia de un hombre hacia su pareja en el cine, el tema se convertía en agenda pública. En aquellos años, el cine conseguía eso, como lo hizo también Amenábar con Mar adentro. El cine abría debates. Quizá ahora el cine vaya por detrás, pero eso no hace que sea menos atractivo o sugerente lo que la directora propone en Soy Nevenka, su última película que ha presentado en el Festival de San Sebastián y que compite por la Concha de Oro.

Siguiendo la misma línea, que demuestra una coherencia asombrosa, que se ha repetido en Maixabel o El olivo se encuentra esta película, escrita de nuevo con Isa Campo, tal y como hizo en el retrato de la reconciliación entre un etarra y su víctima. Soy Nevenka recrea sin aspavientos, ni florituras uno de los juicios más mediáticos de las últimas décadas. Fue el que enfrentó a Nevenka Fernández, concejal del ayuntamiento de Ponferrada, y al alcalde de ese municipio, Ismael Álvarez. "Ni queríamos, ni podíamos salirnos de los hechos que se juzgaron. Pero sí que hemos intentado contarlos desde el desde la tripa. Ofrecerle al espectador lo que ofrece la ficción, que es meterle dentro de esa tela de araña que se va generando, de esa angustia psicológica en la que va entrando ella y también de su salida del pozo", explicaba Icíar Bollaín.

Era un tótem, un prohombre para el Partido Popular, cuando las mayorías absolutas de la derecha eran una realidad. Un tipo que a finales de los noventa y principios de los dos mil controlaba todo, era dueño y señor, la política se entendía así. Todo el mundo obedecía a un tipo duro, pero campechano. Cuánto daño ha hecho la campechanía a la democracia española. Pues bien, Nevenka Fernández se convirtió en la primera mujer que puso cerco al acoso sexual. Era mucho más joven que él, trabajaba a sus órdenes, un tipo poderoso y muy querido, en un momento en el que el consentimiento sexual no existía ni como debate, ni como concepto y donde las mujeres que iban con hombres eran sospechosas de buscar algo y de merecer cualquier cosa que les pasase. Por eso, ganó la batalla judicial, pero perdió la batalla social. Ahora el cine quiere restaurar eso, poner a esta mujer en el lugar de heroína que le corresponde. "Queríamos recrear esa España, en concreto, esa Ponferrada del año 2000, esa pequeña ciudad, ese consistorio, esos concejales que ven, pero no dicen nada. Esa sociedad donde salirse del pacto era un escándalo, porque todo eso en el fondo es lo que hace la historia de Nevenka tan grande. Que fuera capaz no ya de plantarse ante el agresor, sino de hacerlo público en esa sociedad tan pequeña y en esa España donde no entendíamos el acoso como lo entendemos ahora".

Soy Nevenka cuenta la historia de esta mujer para mostrar qué pasa dentro del acoso, qué sufre una mujer, qué siente, qué piensa. Algo que el cine dirigido por mujeres está haciendo en esto último años, después de que el Me Too abrieran nuevos debates en el seno del feminismo y de la sociedad. "He descubierto a una persona de unas dimensiones descomunales", dice sobre su encuentro y el trabajo con la propia Nevenka. "Tenía mucha curiosidad, por ver quién había detrás de aquella noticia del año 2001, a la que no se retrató como víctima, sino como una trepa, como la chica guapa que actuaba buscando algo. Por otro lado, quería indagar en qué es el acoso o, más bien, en esa idea que tiene mucha gente de por qué una víctima de acoso no se va". Eso es lo que trata de hacer la trama, entender por qué Nevenka devuelve el beso aunque no quiera, se queda en el ayuntamiento para defender su trabajo o cree que puede poner límites al acosador. "El acoso no es un ataque directo, el acoso es un goteo, pero no puedes. Quería que el espectador viera que una víctima no se va, porque no puede, que tiene un bloqueo, que no puede hacerlo", insiste Bollaín.

Palabras como dignidad, vergüenza o miedo aparecen en el filme, como lo hacen en todo los relatos sobre acoso y abuso sexual. Es algo que se ha visto estos días en el juicio mediático de Gisèle Pelicot. "Una de las cosas que más ayuda a los acosadores es el silencio. Eso es terrorífico. Y no solo el silencio de las víctimas, sino el silencio de los que les rodean. Amparados en ese silencio, el comportamiento de los agresores se convierte en algo admisible y la víctima se queda todavía más sola y todavía más desprotegida. Nevenka dice que ella habló por salvarse, porque no podía vivir con eso. A ella todavía le extraña cuando la llamamos valiente, porque lo hizo, dice, por supervivencia. Pero también lo hizo por dignidad".

Uno de los desafíos era retratar a una persona real que sufrió tanto. Algo que ya logró al directora con éxito gracias a Maixabel o a su película sobre el bailarín cubano Carlos Acosta, ambas presentadas en este festival. Para interpretar a Nevenka, cuenta con la actriz catalana Mireia Oriol. "Cuando es un personaje real es difícil dar con los protagonistas, porque tienes que respetar lo que pasó y demás. Pero en este caso son personas muy complejas, a las que les pasan cosas muy extremas y porque son contradictorios. Nevenka es muy vulnerable y frágil cuando él la acosa, pero tiene mucha fuerza también. El personaje de él puede ser terriblemente falto de empatía y cruel. Pero también era un hombre simpático, un campechano, con carisma, con su don de gentes, apreciado por sus vecinos. Todo eso también había que contarlo, porque eso ocurre, los acosadores no son unidimensionales, suelen ser más complejos y eso también los hace más peligrosos, porque no lo ves venir, porque no sabes cuando va por aquí o cuando va por allá. Entonces, buscar los actores ha sido un trabajo en el que no me podía equivocar, porque entonces no tenía película y creo que no me he equivocado".

La película aborda también cuál fue el discurso de los medios de comunicación, con una escena donde recordamos cómo la televisión pública, RTVE, contó en el telediario de máxima audiencia la noticia. Alfredo Urdaci, director de informativos en tiempos del PP de Aznar, dijo que había sido "una trifulca sentimental". "Me parece impresionante la frase de Urdaci. Pero no solamente recibió ese trato es que hubo un silencio en torno a ella". Cree la directo que ahora no pasaría algo así, que Nevenka tendría más apoyo, como lo ha tenido la víctima de la Manada o Jenni Hermosa o incluso Pelicot estos días. "Yo creo que hemos avanzado un poco, pero nos queda mucho, Por lo menos sí que hay una comprensión de que alguien pueda llegar hasta un lugar y luego darse cuenta de que no quiere seguir. Es el consentimiento, pero creo que queda mucho por entender todavía. Aunque sigue existiendo esa tendencia a cargar con la víctima, por cómo iba vestida, por qué estaba en ese lugar, cuando lo que hay que preguntar es: ¿qué hacía usted señor? Es absurdo, es como si los hombres van por ahí desaforados y, de repente, no se pueden contener. Eso no es verdad", concluye Bollaín.

 
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