Carlos Martínez, el doctor de las cumbres: "¿La muerte? Mi mayor miedo es no estar a la altura de las circunstancias"
El director deportivo del Desafío Santalucía Seniors 2024 habla con la SER desde Perú
Perú
Carlos Martínez es médico de emergencias especialista en deportes de alta montaña y director deportivo del Desafío Santalucía Seniors 2024. Detrás de su demostrada trayectoria se esconden centenares de experiencias que le han hecho ser la persona que es actualmente. Como denominador común de sus vivencias está la montaña, lugar que le ha cambiado la vida y que ha sido testigo tanto de sus mejores como de sus peores momentos. La Cadena SER mantiene con Martínez una charla en la que repasa su carrera, así como su labor en este Desafío Santalucía Seniors 2024.
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Con una sonrisa de oreja a oreja, como luce en cada encuentro, nos recibe Carlos Martínez sentado en el sofá del hotel El Tumi, situado en la ciudad peruana de Huaraz. Ese es el punto nacimiento de un Desafío Santalucía Seniors que promueve la longevidad positiva gracias al deporte y donde cinco participantes mayores de 65 años pretenden demostrar al mundo lo que son capaces de hacer. Él afirma que se ha metido de lleno en esta experiencia porque le gusta el mensaje que quiere lanzar este proyecto a pesar de la "lucha interna" que ha mantenido con él mismo al separarse por primera vez de su hijo pequeño nacido hace dos años y medio.
La entrevista a Carlos Martínez
¿Crees que profesionales como tú recibís el reconocimiento que os merecéis? ¿Y dentro del mundo del alpinismo?
"Estoy contento con el reconocimiento que obtengo. De hecho, creo que el estar aquí es un premio y un reconocimiento a mi trayectoria, pero el médico es una figura que a los alpinistas no les gusta ver. Primero porque si lo ven es porque algo ha ido mal y segundo porque si un médico te ayuda, el alpinista es egocéntrico y quita mérito a que el médico te ayude, a que el médico te acompañe y que incluso vaya a la cumbre en alguna ocasión".
¿Cómo es trabajar con personas de la tercera edad que no son profesionales en este reto?
"El mayor reto ya está conseguido, que es que ellos hayan llegado aquí pensando que pueden hacerlo. Llevamos dos meses entrenando. Cada dos semanas hicimos una videollamada y al principio veía dudas, así que hubo que dar un tirón de orejas a más de uno y decir oye, hay reservas que están deseando ir. No soy así, no soy una persona tan brusca, pero creo que la ocasión lo merecía y la respuesta fue increíble".
La concentración en los Pirineos la calificaste como un punto de inflexión, ¿por qué?
"Porque hasta ese momento eran cinco personas independientes entrenando y a partir de ahí eran una cuadrilla de amigos entrenados y motivados, unidos por un reto común. Para mí fue un punto de inflexión, primero para ver que era posible y segundo para que ellos se lo creyeran".
¿Cómo se maneja en una expedición de este tipo la salud mental?
"Toda mi vida hice de psicólogo, en todas las expediciones, eh. Antes os he dicho que el alpinista no reconoce la labor del médico. Sí, y aunque esto que voy a decir no queda bonito, de tú a tú, en petit comité, el alpinista te lo reconoce. Hay alpinistas a los que no conozco de nada y que han venido a buscarme a mi tienda para decirme "necesito hablar".
¿Y con ellos en concreto?
"Hacerles ver que es posible, que sí que puede. No soy partidario del si quieres puedes, porque no todo el mundo puede. No soy partidario del 'No pain, no gain', esto de si no sufres no es merecido. La pena es que no, eso es peligroso. Pero cuando la persona reúne las condiciones hay que hacerle ver las posibilidades".
Después de todo lo que has vivido en la montaña, ¿cuál es el primer pensamiento que te viene a la cabeza cuando piensas en la palabra muerte?
"Pues mira, la muerte la tengo muy normalizada, supongo que por mi trabajo y por mi presencia en el Himalaya. Yo he estado en el Himalaya en 11 ocasiones y en 9 de ellas ha muerto alguien. Sin considerarme budista, me gusta esa filosofía y ellos tienen la muerte muy aceptada como parte del proceso por la vida, la muerte, la reencarnación".
¿Cómo se vive ese momento en plena montaña cuando certificas una muerte?
"Es un momento duro porque uno no va a la montaña a morir. Y tú te ves reflejado en el alpinista que fallece porque está haciendo lo mismo que haces tú. A mí esa frase de "murió haciendo lo que le gustaba" es una frase que no me gusta porque nadie quiere morir haciendo lo que le gusta. La realidad es que todo el mundo quiere volver contando su hazaña".
Si normalizas la muerte, ¿cuál es tu mayor miedo en la montaña?
"Pues mira, está claro que el mayor miedo es morirse, por mucho que naturalice la muerte como la vida. Amo mi vida porque me encanta la vida que tengo y no quiero morirme. Pero también te diría que el mayor miedo que tengo es no estar a la altura de las circunstancias".
¿Qué es para ti no estar a la altura de las circunstancias?
"No haberlo hecho todo, darlo todo. Soy un alpinista fuerte y yo necesito sentirme fuerte para estar a la altura. Me fui a vivir a Sierra Nevada por estar viviendo en cota 2.000 para tener aclimatación permanente. Llegué a pasar ocho meses seguidos por encima de 4.000 metros viviendo en tiendas de campaña. Estar de verdad dándolo todo y que esto sea tu vida y sea lo que quieres".
¿Alguna vez has sentido que no estabas dándolo todo?
"Alguna vez he sentido falta de motivación y eso me hace sentirme mal. Me hace entrenar más duro y ser más cabezota".
Lo negativo vende más, pero ¿cuál es la sensación que se te queda después de salvar una vida?
"Me siento genial. El momento del rescate, cuando esa persona se siente rescatada, se siente en tus manos y se ve que de verdad va a sobrevivir. Gente que ha visto que iba a morir. He ido a visitar a alpinistas, a Italia, España, Francia, Albania. Los he rescatado en algún momento y me han invitado a su domicilio, a dar charlas, a conocer a su familia... Me quedo con cómo te mira la gente en señal de gratitud por lo que has hecho".
¿Un momento que haya sido particularmente desafiante?
"Sí, una situación. Un alpinista húngaro se pierde y por los datos que recabé después, se había hecho un edema cerebral. Él estaba vivo, pero perdido, con un poco de ceguera de las nieves, que es una de las patologías que puede haber en la montaña. Un amigo suyo llamaba por la radio pidiendo que fueran a rescatarle, pero no sabía dónde estaba. Lo que ocurre es que tengo a otras tres personas que sé dónde están y que tengo que rescatar y no puedo buscar a alguien que no sé dónde está. Eso fue durísimo, porque lo que le estaba diciendo es que íbamos a dejar morir a su amigo. Ese ha sido uno de los momentos más duros de mi vida como médico de expediciones".
¿Ha pasado por tu cabeza alguna vez el pensamiento de que ahí no estuviste a la altura?
"Esa experiencia fue dura y me marcó. He recreado mucho ese momento en mi cabeza y he tenido pesadillas, pero no considero que sea no haya estado a la altura".
¿Cuál es tu inspiración para seguir en retos como este Desafío Santalucía?
"Supongo que es la motivación por la que quiero seguir siendo alpinista. La montaña te da una perspectiva de la vida que yo no la encuentro en ningún otro sitio, te hace ver la vida de una manera totalmente distinta fuera del estado del bienestar. A mí, la montaña, estoy seguro de que me ha hecho mejor persona".
Ricky Dias
Ourense, 1997. Licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Llegó a la redacción...