San Sebastián 2024 | Pilar Palomero reivindica la bondad y la empatía en 'Los destellos', una historia luminosa sobre la memoria y el duelo
La directora de 'Las niñas' y 'La maternal' regresa a la competición del festival con una película preciosa sobre cómo acompañar en los últimos días a un ser querido con Antonio de la Torre y Patricia López Arnáiz
San Sebastián
Durante décadas, en el cine y en la literatura han predominado los grandes temas, casualmente, siempre contados por los grandes directores. Temas como la violencia, el amor, la muerte, que nos afectan a todas y a todos, y que la ficción ha retratado de manera casi heroica y grandilocuente en la mayoría de los casos. En los últimos tiempos, han surgido grandes autoras, cineastas y escritoras, que se fijan en lo íntimo, en los detalles, en aquello que siempre ha sido la elipsis de las historias. Es decir, no veíamos a los vaqueros hacer la cama, ni a los políticos conciliar. Les veíamos en la grandilocuencia de su trabajo, de su obra, siempre trascendente y no en su humanidad. Por suerte, esas historias continúan, pero se suman nuevos relatos y nuevas miradas, que conectan también con lo más íntimo y primitivo de quienes somos.
Pilar Palomero es uno de esos casos. En su tercera película aborda un tema que, dice, siempre había aparecido en sus cortometrajes, y ahora lo encara de una manera bella, sencilla e inteligente en Los destellos, película con la que compite por la Concha de Oro en esta edición del Festival de Cine de San Sebastián. Su carrera es impresionante. Con solo tres películas, ya tiene un Goya por Las niñas, su debut, y una Biznaga en Málaga. Con La maternal su actriz, Carla Quílez logró un premio interpretativo en Donosti. Ahora regresa con su película más redonda y emotiva. "Vivir de cerca la muerte de alguien te coloca de una manera distinta ante la vida y tenía muchas ganas de de poder profundizar en un largometraje", decía la directora. Los destellos parte de un relato de la escritora vasca Eider Rodríguez, Un corazón demasiado grande, que cuenta la tesitura de una mujer a la que su hija le pide que cuide en sus últimos días a su padre, por tanto, su ex pareja.
Con ese dilema, o ese marrón, la directora compone una historia sobre los cuidados, sobre la memoria y sobre el duelo, con una mirada luminosa y llena de empatía. Los tiempos han cambiado y temas como maternidad, la vejez, los cuidados o la muerte cobran otro cariz, como vemos en Los Destellos, donde de una manera sutil y nada sentimentaloide asistimos a una manera de vivir en este mundo, mirando a los demás, ayudando, siendo amables, simplemente estando. "Quería que no hubiera ningún momento de excesivo dramatismo. Me lo he repetido durante todo el rodaje, toda la preparación, aunque se hable de una, del acompañamiento en una muerte. Para mí es una película sobre la vida, sobre ser conscientes de que tenemos que estar presentes. Es una vivencia que a mí se me quedó tatuada cuando tuve que vivir un proceso similar, de repente sentí la vida más que nunca dentro de ese momento de profunda tristeza".
La película de Palomero comparte un tema común con el filme de Almodóvar, La habitación de al lado, ambas hablan de la muerte, el duelo, pero apuestas por centrarse en la vida y en la empatía por encima de todo lo demás. "Una cosa que me gustó mucho del relato fue plantearme qué haría yo en ese lugar. Me fascina mucho pensar sobre eso, cómo nos hemos construido a través de las vivencias de una persona que ahora ya no está en nuestras vidas, pero que ha dejado huellas", contaba Palomero que ha construido la película con esas huellas emocionales y físicas, dando valor a los objetos cotidianos, "Siento que llevo haciendo esta película diez años, porque son los temas que ya tocaba en mis cortometrajes", confiesa.
De la frontera en Hendaya, donde sucedía el relato original, Palomero se lleva la historia a Horta de Sant Joan en Tarragona, el pueblo donde nació su abuelo y donde de niña pasaba los veranos. Esta historia tiene mucho de personal, pues la directora también se enfrentó al duelo de su padre y necesitaba un lugar cercano y lleno de emociones. La luz cercana al Mediterráneo embellece todavía más esta historia de individuos que se entienden y se cuidan. Es interesante que todos los personajes hagan algo por los demás, sin dejar de ser ellos mismos. O que no se caiga en lo romántico o sexual, sino, simplemente, que el dilema habla de cuando alguien del pasado que aparece de nuevo en tu vida, y que ya no significa nada, pero que una vez lo significó todo. De hecho, es una bonita reflexión del filme, si podemos existir sin nuestro pasado, si nuestra identidad es la misma, y cómo se gestionan los vínculos en una sociedad cada vez más ajena a lo colectivo y más centrada en lo individual.
Los destellos está salpicada de pequeños detalles visuales, que la directora ha cuidado, los muebles antiguos, las casas que trata de remodelar y alquilar la protagonistas, los objetos que hablan de una vida y de un apego, o los paisajes. Y además destacan las grandes interpretaciones de sus protagonistas, Patricia López Arnáiz, siempre fabulosa en un trabajo en el que debía trasmitir todo el dilema, todo el enfado y toda la tristeza que esa mujer siente de repente, pero con contención. O Julián López, en un papel complejo, el de esa nueva pareja, con una masculinidad ya diferente a esa toxicidad hegemónica, que debe hacerse a un lado en un momento determinado. O la joven Marina Guerola, codeándose con López Arnáiz y con Antonio de la Torre.
El actor malagueño firma una de las interpretaciones más brillantes y emotivas de su carrera. Un hombre enfermo y herido, que acepta que su ex mujer le cuide y que llega la muerte. Protagoniza la escena más potente del filme, en el que los médicos de paliativos acuden a explicarle cómo serán sus últimas semanas y días. Una escena que nos recuerda a ese momento donde las madres de La maternal contaban sus experiencias reales a cámara. Como en aquella ocasión, en esta todo fue más o menos improvisado, no había guion y los médicos se interpretaron a sí mismo; por lo que De la Torre, con un gran cambio físico para este papel, tuvo que ir adentrándose en la escena de manera diferente a cómo ha abordado otros papeles.
Los cuidados están en el centro del relato. Los de esta mujer cuidando a su ex pareja. "Me daba miedo adentrarme en este tema, pero es que es la realidad, las mujeres somos las que cuidamos y, ojalá cambie. Me daba rabia caer en esa representación y por eso quise que otros personajes también cuidaran. Por ejemplo, el personaje de Nacho, la nueva pareja de la protagonista. Alguien que es capaz de, por amor, dar un paso atrás", explicaba la directora sobre el personaje de Julián López. "Me gustaría que esta historia fuera extrapolable a nuestra vida, vivimos mucho de espaldas los unos de los otros, y puede que nos enseñe a estar más pendientes de cómo nos sentimos. A ver más a la gente, a poder preocuparnos por los demás".